“En cuanto se pusieron en movimiento (los griegos), alegres por huir de la caballería (persa), se dirigieron a la ciudad de Platea, y en su fuga llegaron al templo de Hera, que está delante de la ciudad, distante 20 estadios de la fuente Gargafia. Y al llegar colocaron sus armas delante del templo.” (Heródoto. Historia. Libro IX, 52).

Se toma la autovía Atenas – Lamía y se sale en el enlace que, en la variante de Ερυθρές indica la dirección de Platea. Antes de llegar a la actual Platea se encuentra el yacimiento.

La antigua ciudad de Platea, que se encuentra en las laderas del monte Citerón, fue durante toda su historia escenario de las luchas entre atenienses y tebanos. En 479 a.C. tuvo lugar en su territorio la famosa batalla que selló con su desenlace la resistencia de los griegos contra los persas y que determinó la total ruina de éstos. Las fuerzas persas compuestas por 300.000 hombres al mando de Mardonio venían de Tesalia dirigiéndose a Beocia. El ejército griego estaba compuesto principalmente por espartanos, tegeatas, corintios, atenienses y megarenses, en total unos 110.000 hombres al mando del general espartano Pausanias. La ciudad fue destruida dos veces más todavía, el 427 a.C. durante la guerra del Peloponeso por los espartanos, y el 373 a.C. por los tebanos que pretendían desesperadamente anexionarla a la Liga Beocia, algo que acabaron consiguiendo. La ciudad volvió a tener un papel importante durante la época de Alejandro Magno, y sus murallas sólo fueron restauradas en época del emperador Justiniano, en el siglo VI d.C. Desde finales del siglo VI a.C. está documentado en la ciudad el culto a Hera, Deméter, Atenea, Zeus Eleutherios y Ártemis.

A Platea acude Zeus en busca de consejo del sabio Citerón cuando Hera, cansada de disputas y de infidelidades, abandona el Olimpo y se retira a la isla de Eubea. Citerón, consciente de los celos de la diosa, aconseja a Zeus construir una estatua de madera, cubrirla con un velo y conducirla al Olimpo sobre una yunta de bueyes diciendo que se trata de Platea, la hija del Asopo, con la que se dispone a contraer próximamente matrimonio. Al recibir la diosa noticia de los planes de boda de su esposo, acude rauda a esta ciudad beocia, donde no tarda en darse cuenta del engaño. Vencida por los celos inspirados por una estatua de madera, Hera decide entonces hacer las paces con Zeus y volver al Olimpo. Las faldas del Citerón es el lugar donde Edipo, hijo de los reyes tebanos Layo y Yocasta, es abandonado por su padre al nacer, taladrándole los pies para asegurarse de que así nadie decidiría tomarlo a su cargo.

Las excavaciones en la región fueron llevadas a cabo en el periodo 1889 – 1891 por la Escuela Americana estando al frente de las mismas los arqueólogos F.B. Tarbell, J.C. Rolfe y C. Waldstein. Sacaron a la luz el Heraion, el katagogion y la famosa epigrafía con la orden de Diocleciano (301 d.C.) que regulaba los precios más bajos en la venta de los productos. En 1889 Α. Σκιάς excavó unos restos micénicos (1400 – 1200 a.C.) en el NE de la acrópolis amurallada. En 1973 Θ. Σπιρόπουλος sacó a la luz los cimientos de un edificio rectangular y de un poliandrio, que atribuyó, respectivamente, a un altar dedicado a Zeus Eleutherios del siglo V a.C. y a la tumba comunal de los caídos en la batalla de Platea contra los persas (479 a.C.). Los monumentos más importantes del lugar arqueológico son: El recinto amurallado, que se conserva en una longitud total de 4,5 km. Está construido en diferentes épocas, principalmente entre el siglo V a.C. y el siglo IV o V d.C. Se conservan también algunos restos de la primitiva muralla micénica de antes del 1200 a.C. Los sistemas de construcción utilizados se corresponden con las diferentes fases y el recinto dispone de torres rectangulares o redondas cada cierta distancia. Los restos de la antigua ciudad que se conservan pertenecen principalmente al siglo IV a.C. que Filipo II edificó después de la batalla de Queronea. El Heraion, que se encuentra al NO de la acrópolis amurallada y al SO del katagogion. Se trata de un templo períptero de estilo dórico construido por los tebanos en el 426/425 a.C. sobre un templo anterior del siglo VI a.C. que había sido destruido por el fuego. Era un templo peristilo de 8 x 18 columnas con naos, pronaos y ádyton. Sus dimensiones son de 49,9 x 16,7 m. Dentro del templo se levantaban las estatuas de Hera y Rea, obras de Praxíteles, y otra de Hera sentada, obra de Calímaco. La imagen de Hera aparecía también en las monedas de la ciudad. El templo estuvo en uso hasta el siglo III d.C. El katagogion se encuentra al NE del Heraion. Fue construido por los tebanos en el 426 a.C. con material procedente de edificios derruidos de la ciudad y se utilizaba para acoger a los creyentes del templo. Era cuadrado con muchas habitaciones distribuidas en sus dos pisos. Tenía un patio central. En época romana se transformó en un edificio dedicado al comercio. Hoy se conserva únicamente una esquina y uno de sus lados. El altar de Zeus Eleutherios fue levantado en mármol por los griegos por orden del Oráculo de Delfos después de la victoria de Platea para agradecer al dios que les concediese la victoria. Era el punto de referencia en la celebración de las fiestas llamadas Elutherías. El poliandrio de los caídos en la batalla estaba cerca del altar. Era una tumba construida con placas que contenía muchos esqueletos y ninguna ofrenda.

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