“La victoria que obtuvieron los tebanos fue la más famosa de todas las que obtuvieron griegos contra griegos” (Pausanias. Descripción de Grecia. Libro IX, 13,11).

Muy cerca de Leuctra, en la mano izquierda de la carretera que une a la citada localidad con Ellopia, se encuentra el monumento conmemorativo.

La batalla de Leuctra (6 de julio de 371 a. C.) fue un enfrentamiento entre Tebas y Esparta, acompañados de sus aliados respectivos, que en general se engloba entre los conflictos que se sucedieron después de la guerra del Peloponeso y la guerra de Corinto. La batalla tuvo lugar en los terrenos cercanos a Leuctra. Terminó con la victoria tebana gracias a las innovadoras tácticas guerreras de su comandante, Epaminondas. La batalla supuso el comienzo de la hegemonía tebana y el comienzo del fin de la influencia política de Esparta A comienzos del siglo IV a. C., las ciudades de Tebas y Esparta estaban enfrentadas políticamente con choques bélicos esporádicos provocados por el hecho de que Esparta intentaba mantener su posición como ciudad-estado griega predominante, mientras que los tebanos luchaban por expandir su propia influencia. Uno de los principales asuntos que enfrentaban a las dos facciones era la región de Beocia, que se encontraba bajo la influencia política de Tebas. La disputa estalló cuando una coalición de ciudades-estado de Beocia apeló a Esparta para que les liberase del control político de Tebas. Los espartanos exigieron que los tebanos retirasen a su ejército de ocupación, pero éstos se negaron, por lo que el rey espartano Cleómbroto I marchó a la guerra desde Focea. En lugar de tomar la ruta más fácil hacia Beocia a través de un desfiladero, los espartanos marcharon cruzando los montes, llegando por sorpresa y tomando una fortaleza y doce trirremes tebanas antes de que nadie se diese cuenta de su presencia. Fue ahí en donde el ejército del Peloponeso, compuesto por unos 10.000 hoplitas, se enfrentó al de Beocia (de 6.000 a 7.000 soldados). A pesar de la inferioridad numérica y de la dudosa lealtad de los aliados beocios, Epaminondas aceptó luchar en el campo de batalla frente a la ciudad. La batalla dio comienzo con los peltastas mercenarios espartanos (hostigadores armados con jabalinas) atacando y haciendo huir del campamento beocio a los acompañantes y a otras personas que no deseaban luchar. A continuación se produjo un enfrentamiento de las caballerías de ambos bandos, en la que los tebanos lograron expulsar a sus enemigos del campo de batalla. Inicialmente, la infantería espartana se vio descolocada cuando la huida de su caballería interrumpió el intento de Cleómbroto I de superar a la falange tebana por los flancos, y se encontraron a su vez atacados por el flanco por Pelópidas y el Batallón Sagrado de Tebas. Fue entonces cuando tuvo lugar el encuentro decisivo entre las principales fuerzas de Tebas y Esparta. La práctica habitual de los espartanos (y, en general, de todas las batallas hoplíticas en la Antigua Grecia) era establecer una masa compacta de infantería pesada, denominada falange, de 8 a 12 filas de hombres. Se consideraba que ahí se encontraba el equilibrio entre la profundidad (y el empuje que suponía) y la longitud (espacio que podía cubrir la primera línea de la falange). La infantería avanzaría en bloque de forma que el ataque resultase en un impacto de toda la falange contra el enemigo. Por otro lado, la falange tenía tendencia al avanzar de desplazarse hacia la derecha, debido a que al cargar con la lanza en la mano derecha y el escudo en la izquierda, los soldados buscan inconscientemente la protección del escudo del soldado que se encuentra a su derecha. Los comandantes griegos normalmente combatían este efecto situando a sus tropas con mayor experiencia y de más renombre en el ala derecha (para contener el movimiento), mientras que las tropas más débiles o novatas se situaban a la izquierda. En cambio, Epaminondas colocó a sus tropas de una forma completamente distinta a la tradicional. Situó a toda su caballería y a una columna de cincuenta hombres de profundidad de infantería tebana (la de élite, en su caso) en su ala izquierda, y envió a esta masa de soldados directamente contra el ala derecha de Esparta. Por su parte, el centro y el ala derecha de su formación eran mucho menos profundas y más débiles, pero se situaron de forma que fueran retrocediendo para estar cada vez más a la derecha y en la retaguardia de la columna principal, en una formación oblicua. Los hoplitas se encontraron, y la formación tradicional de doce líneas de profundidad de Esparta comprobó que no era capaz de aguantar el impacto de la columna de cincuenta hombres que habían colocado contra ellos. Hubo un breve encuentro en el que los espartanos trataban de mantener atrás la masa gigantesca de tebanos y del Batallón Sagrado hasta que fueron literalmente barridos por la columna. El ala derecha espartana fue derrotada con bajas de unos 1.000 hombres, de los cuales 400 eran espartiatas (tropas de élite de ciudadanos espartanos), y entre los que se encontraba el rey Cleómbroto. Para cuando el centro y la derecha del ejército tebano habían avanzado lo suficiente como para enfrentarse al enemigo, el ala derecha de Esparta había sido devastada. En esa situación, y viendo a su ala derecha derrotada, el resto del ejército peloponesio, compuesto por aliados y otros combatientes con poco interés en la batalla, se retiraron y dejaron al enemigo el control del campo de batalla. Por otra parte, la llegada de un ejército de Tesalia sirvió para que un segundo ejército espartano comandado por Arquídamo II decidiera no intervenir y retirarse, mientras que los tebanos prefirieron cesar su persecución sobre los espartanos supervivientes.

El trofeo se erigió, como era la costumbre, en el campo de batalla de Leuctra, en 371 a.C., por los tebanos después de su victoria sobre los lacedemonios. Gracias a una antigua moneda beocia, sabemos cómo era el trofeo: sobre un pedestal se levantaba una panoplia formada por las armas que arrebataron a sus enemigos vencidos. Se conserva el pedestal cilíndrico del monumento que ha sido reconstruido. Su altura es hipotética. El pedestal estaba coronado por un friso de triglifos y metopas y una fila de nueve escudos en relieve. En 1958, el arquitecto y arqueólogo Αν. Ορλάνδος realizó una excavación en el lugar y encontró trozos del pedestal del trofeo (triglifos, metopas y escudos en relieve). Restauró el monumento en su forma original y después de esta restauración se encontró un escudo más y una parte de un triglifo durante unas labores agrarias.

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