“El templo de Anfiarao se trasladó aquí desde la tebana Cnopia de acuerdo con un oráculo.” (Estrabón. Geografía 2,10)

El acceso al yacimiento se hace directamente desde el enlace de Markópoulo en la E – 75. Antes de llegar a la localidad de Markópoulo nos desviamos a la derecha en dirección a Kalamos. Antes de llegar a este pueblo, a mano izquierda en la carretera, nos encontramos el yacimiento.

El Anphiareio de Oropós se fundó a finales del siglo V a.C., después del apogeo y del abandono del conocido por Herodoto Anphiareio de Tebas, y de acuerdo con el oráculo de que nos habla Estrabón. Era un santuario terapéutico. Los que sufrían alguna enfermedad y querían encontrar su curación con la ayuda del dios o querían su consejo para solucionar un problema importante seguían un determinado ritual que conocemos por las epigrafías del santuario y por los escritores de la antigüedad. Los fieles ofrecían diferentes cosas al dios, insignificantes o de gran valor. La mayoría de las veces eran objetos de pequeño valor que compraban en las tiendas de la margen derecha del santuario con representaciones relacionadas con Anfiarao: pequeñas estatuillas de terracota, relieves de mármol con representaciones relacionadas con Anfiarao y su culto, pequeñas estatuas de mármol o, habitualmente, reproducciones de miembros humanos grabadas en metales preciosos. Todas estas ofrendas eran depositadas en el santuario, a la vista del público, bien al aire libre, bien en el interior del templo (las más pequeñas), sobre la mesa que había enfrente de la estatua de Anfiarao o colgadas en los muros o pegadas con cera sobre la estatua del dios. Los habitantes de Oropós honraban a Anfiarao organizando cada cinco años juegos en honor al dios (Las Grandes Anfiareas). Empezaron a celebrarse a finales del siglo V a.C. Las competiciones atléticas se desarrollaban en el estadio que quizás se encontrase delante de la gran stoa. No había asientos y los espectadores se sentaban en el suelo o en los escalones de la stoa.

Tras haber sido tragado por la tierra durante la huida de Tebas, Anfiarao, convertido en dios, sale a la superficie por la fuente sagrada del recinto del Anfiareio de Oropós e instituye en el lugar la curación y el oráculo a través de los sueños.

Gracias a la Sociedad Arqueológica empezaron las excavaciones del lugar al mando de Basilio Leonardo que duraron con interrupciones hasta el año 1929. Estas excavaciones sacaron a la luz los edificios que vemos hoy en día en las márgenes del barranco de Mavrodílesi y muchas epigrafías que nos dan importantes informaciones de la historia de Oropós, del santuario y de la figura y del culto de Anfiarao. La entrada al santuario estaba en la antigüedad su extremo oriental y desde aquí vamos a empezar la descripción de los restos de los monumentos que se han conservado. El primer edificio que nos encontramos a la derecha, según avanzamos hacia el oeste, son baños (a). Sus ruinas pertenecen a dos épocas. A la más antigua (s. IV a.C.) pertenece la parte de abajo del edificio cuadrangular construido con piedra azul amarillenta del lugar. Cada uno de sus lados tiene una longitud de 16,67 m. La escasez de las ruinas conservadas no nos permite hacer ninguna hipótesis de sus dimensiones interiores ni de su forma exterior. Tampoco sabemos qué año se destruyó o dejó de utilizarse. En los tiempos paleocristianos el lugar volvió a utilizarse. Estos baños, de acuerdo con las informaciones de los escritores antiguos, eran muy famosos en la antigüedad y muchas veces su fama ensombrecía a la del propio santuario. Célebre era también el agua del Anfiareio, a la que se atribuían propiedades curativas. Al lado y al oeste de los baños estaba la gran stoa (b) del santuario de dimensiones 110 x 11 m. En su fachada tenía 41 (o 39) columnas dóricas de piedra de poros. Una segunda columnata de estilo jónico y también de piedra de poros de 17 columnas, dividía el edificio por la mitad en dos espacios. Y en los dos extremos del edificio una zona de 5,5, m de anchura estaba separada del resto de la stoa por dos columnas jónicas. Los huecos entre estas dos columnas estaban tapados, constituyendo así dos habitaciones aisladas. Aquí estaba el εγκοίμηση de los enfermos y, en general, de aquellos que venían para recabar el consejo de Anfiarao. En la fachada de las habitaciones no había columnas sino muro. Dentro de la stoa, unido a sus muros, había un poyete de mármol para que descansaran los visitantes. Trozos de él pueden verse todavía en algunas partes del edificio. Los muros de la stoa en su parte posterior eran de caliza mientras que en su parte anterior eran, en los tiempos antiguos, de adobe que, en la época romana se sustituyeron por los que vemos ahora construidos de piedras y tejas. La stoa se levantó en el siglo IV a.C. para sustituir a otra más antigua que se encontraba en el lugar que ocupan hoy los pedestales. El teatro (c) se encuentra detrás y más alto que la gran stoa del santuario. Tenía una capacidad de 3.000 espectadores. Presenta un interés excepcional para el estudio de otros teatros puesto que se conserva una gran parte de su escena. Al teatro se entraba a través de dos pasillos inclinados de los que hoy sólo se usa el occidental. La cávea estaba excavada en la ladera de la colina en la cual se conservan todavía los cimientos de los bancos de madera que utilizaban los espectadores. La orquestra era circular de 12,36 m de diámetro. Al lado del borde de la orquestra estaban colocados cinco tronos lujosamente decorados de los tiempos de Sila. Frente a la orquesta y la cávea se alza hoy la reconstruida columnata del proscenio del teatro con 8 semicolumnas dóricas entre dos hastiales. Fue levantada después del 200 a.C. y los huecos entre las columnas estaban rellenos con cuadros con escenas que tenían relación con la obra que se representaba. Sobre el proscenio había una platea y, más adentro, hacia la stoa, estaba la escena cuya forma no conocemos exactamente. Quizás tuviera en la fachada una serie de seis pilares que sostenían un entablamento dórico. En el arquitrabe estaba grabada una gran epigrafía. Al oeste de la gran stoa del santuario hay una explanada que limita en sus tres lados con fuertes muros de contención. En este lugar existió, antes de la construcción de la gran stoa, otra stoa más sencilla en su forma y en su construcción, el κοιμητήριο (d) del santuario en donde los fieles, dormidos sobre la piel de un carnero que previamente habían sacrificado, esperaban el sueño en el que se les aparecería Anfiarao para informarles de la cura que tendría lugar. Hoy, la explanada que ocupaba esta stoa está llena con un conjunto más o menos alineado de pedestales de estatuas (e). Las estatuas, de mármol o de bronce, representaban a ciudadanos de Oropós o a importantes personalidades de la antigüedad, cuyos nombres sabemos gracias a las epigrafías grabadas en el pedestal. A continuación, pasamos revista a estos pedestales: Pedestal 1: Con forma de T. Catálogo de los vencedores en las Anfiareas y Romanas. Siglo I a.C. Pedestal 2: En él se apoyaba la estatua de un ciudadano de Oropós. Siglo III a.C. Pedestal 3: Sostenía la estatua de una mujer llamada Voidios. Siglo III a.C. Pedestal 4: Con forma de Γ. Pedestal 5: Sobre él se levantaban dos estatuas: una de Πτωίωνος Σκυθρίωνος y la otra de su esposa Αριστονίκη. Pedestal 6: Sobre el que se levantaba la estatua de Θεοδώρος Αρχίλοχος, sacerdote del santuario, y la de su nieto Θεοδώρος Δημαίνετος. Obra de finales del siglo III a.C. del escultor beocio Dionisio Arístonos. Pedestal 7: Sobre el que se levantaba la estatua de Θεοδώρος Αρχίλοχος, sacerdote del santuario, y la de su mujer Φανοστράτη. Finales del siglo III a.C. Pedestal 8: Sobre el que se levantaba la estatua ecuestre de alguna personalidad que vivió en el siglo III a.C. A mediados del siglo I a.C. borraron los habitantes de Oropós la antigua epigrafía y el monumento se dedico al romano Apio Claudio, el que construyó los pequeños propileos de Eleusina. De la antigua inscripción se conserva sólo el nombre del escultor: Dionisio Arístonos. Pedestal 9: El mayor del santuario. Sobre él erigieron los ciudadanos de Oropós las esculturas de los reyes de Egipto: Ptolomeo IV Filopátoros y su mujer Arsinoe. Finales del siglo III a.C. Pedestal 10: Tiene forma de arco. Sobre él se levantó alrededor de 275 a.C. la estatua de Diómedes de Trecén por haber liberado a su patria del yugo espartano. Pedestales 11 y 12: Dedicados a una pareja. En el 11, la estatua de la mujer Popilia y en el 12 la de su marido, el romano Gneos Calpurnios Pison. Mediados del siglo I a.C. Pedestal 13: Sobre él se alzada la estatua ecuestre de alguien que vivió en el siglo III a.C. Alrededor del 42 a.C. se borró la primitiva dedicatoria y se grabó otra en honor a Bruto, el asesino de César. Pedestal 14: Contemporáneo del pedestal de Bruto, portaba la estatua de Heráclito de Halicarnaso. Pedestal 15: Sobre el que se levantó la estatua ecuestre de un importante griego del siglo III a.C. En el siglo I a.C. borraron la primitiva inscripción y grabaron otra en honor de Gayo Escribonio Curiona, colaborador de Sila en la guerra contra Mitrídates. Pedestal 16: Sólo se conserva el nombre del escultor, Μητίοχος el cual trabajó en el Anfiareio a finales del siglo IV a.C. y principios del siglo III a.C. Pedestales 17 y 18: De ellos no se conserva la inscripción votiva. Pedestal 19: La inscripción honraba al romano Marco Agripa (64 – 12 a.C.) sobre otra inscripción borrada del siglo IV o III a.C. La primitiva estatua la construyó Μητίοχος. Pedestal 20: Sobre él se levantaba la estatua de Adias, la mujer del rey de Tracia Lisímaco (306 – 281 a.C.). El escultor fue Ηρόδωρος Σθέννιδος. Pedestal 21: Sólo se conserva el nombre del escultor: Σώσις. Pedestal 22: La inscripción, grabada sobre otra anterior borrada, honra a Gneos Cornelio Ledlo. El escultor de la primitiva estatua fue Ηρόδωρος Σθέννιδος. Pedestal 23: Portaba la estatua de un ciudadano de Oropós desconocido. Primera mitad del siglo III a.C. Pedestal 24: Epigrafía, sobre otra anterior borrada, que honraba a Poplios Serulios Isauricos. Primera mitad del siglo I a.C. Frente a los últimos pedestales que hemos descrito vemos las ruinas del gran altar del santuario (f) (4,6 x 8,9 m). Se conserva sólo su parte inferior. En la antigüedad era más alto y tenía un aspecto monumental. Se construyó en el siglo IV a.C. y estaba dividido en varias partes: una de Heracles, Zeus y Apolo Peón, otra está consagrada a héroes y mujeres de héroes, y la tercera es de Hestia, Hermes, Anfiarao y los hijos de Anfíloco. La cuarta parte del altar pertenece a Afrodita y Panacea, y también a Yaso, HIgiea y Atenea Peonia. Una quinta parte estaba hecha para las Ninfas, Pan y los ríos Aqueloo y Kifisós. Entre los cimientos del gran altar se distinguen fácilmente los restos de otros dos altares de mármol más antiguos. Enfrente del lado norte del altar pueden verse los restos de un hemiciclo escalonado (g) de tres gradas. Es todo lo que queda del llamado teatro del altar. En su forma primitiva (siglo V o IV a.C.) el teatro era más grande y su función era la de ofrecer asiento a los que observaban los sacrificios que realizaban los sacerdotes sobre el altar. Cuando en el siglo IV a.C. se amplió el santuario, se decidió desmantelar el teatro y utilizar sus piedras como material de construcción para otros elementos del santuario. Detrás del pedestal de la estatua de Isáurico se conserva con bastante altura el muro de un pequeño templo (h) que tenía en la fachada dos columnas entre dos hastiales. Estaba construido con mortero calizo y tenía dimensiones 5,5 x 4,05 m. Este templete (siglo IV a.C.) no se utilizó durante un gran periodo de tiempo ya que fue derrumbado cuando en su parte delantera se construyeron tres pedestales, siendo sustituido por el llamado Gran Templo. Al SO del altar y a una distancia de algunos metros de éste, vemos los restos del Gran Templo (i) del santuario. Sólo se conserva su parte noroccidental ya que el resto fue arrastrado por el río a finales de la época romana. El diseño del templo era sencillo. En la fachada tenía 6 columnas dóricas entre otras dos que constituían los extremos de los grandes muros laterales. Detrás de la columnata estaba la pronaos con poyetes de mármol adosados a los muros para que descansaran los visitantes e, inmediatamente después, la cella, accesible a través de una puerta, la cual estaba dividida en tres naves por medio de dos filas de columnas jónicas. El muro de atrás de la cella tenía una puerta de la que se conserva el hueco y el dintel. Conducía a una pequeñísima habitación, más moderna que el resto del templo, la cual, o bien tenía alguna relación con el culto, o bien era el tesoro del templo. A lo largo de los muros laterales de la cella estaba fijado un entablamento de madera. Entre las columnas de la cella había dos celosías que separaban la nave central de las laterales. Dentro del templo estaba la estatua de mármol de Anfiarao. Enfrente de la estatua se encontraba la mesa de las ofrendas sobre la cual estaba la vasija dorada con la cual hacía libaciones el sacerdote. El templo estaba lleno de exvotos de los fieles, exvotos que recogían cada cierto tiempo los funcionarios del templo. Una comisión formada por ciudadanos decidía sobre la venta o fundición de los exvotos para proceder a la construcción de otros. El templo estaba construido con caliza local y tenía unas dimensiones de 38 x 14 m. De la fachada se conserva sólo la esquina noroccidental del entablamento (arquitrabe, triglifos, metopas y cornisa) la cual podemos ver en el cobertizo detrás del museo. Fuera del templo, al lado de su esquina noroccidental, está el Pedestal 25 en donde se levantaba la estatua de alguna personalidad importante del siglo III a.C. En el siglo I a.C. fue borrada la primitiva epigrafía y se grabó otra nueva que honraba a Sila el cual había beneficiado mucho al Anfiareio. Al sur del altar, a un nivel más bajo, se encuentra la fuente sagrada (j), conocida por la descripción de Pausanias. El agua mana hoy por una cisterna de los tiempos romanos. El agua era sagrada y no se permitía su uso para lavarse las manos. De acuerdo con lo que dice Pausanias, cuando alguien se curaba, después de haber recibido un oráculo de Anfiarao, echaba a la fuente monedas de oro y plata porque creían que los habitantes de Oropós que por esa fuente salió Anfiarao convertido en dios después de su hundimiento en la tierra a causa del rayo de Zeus. Al lado y al este de la fuente se encuentran las ruinas de los baños masculinos (k) que se conocen por una epigrafía del siglo IV a.C. Lo que queda de ellos es dos grandes pilones, uno de mármol y otro de caliza y la parte baja de los muros y placas de mármol del suelo de algunas habitaciones de los baños. En los tiempos antiguos, existía un puente para pasar de una orilla del río a la otra del cual no queda ninguna huella. Su emplazamiento, sin embargo, era más o menos conocido. Uno de sus extremos estaba enfrente de los baños masculinos, el otro frente a la clepsidra. En la orilla derecha había instalaciones y construcciones necesarias para el funcionamiento del santuario, que se encontraba lejos de cualquier lugar habitado y por ello debía de tener un cierto grado de autarquía. Las excavaciones han sacado a la luz multitud de cimientos datados, la mayoría de ellos, en la época helenística, época de apogeo del Anfiareio. Estos edificios constituyen una serie de manzanas separadas a lo largo por la vía ceremonial, que recorría la orilla derecha del NE al SO, y por muchas bocacalles. Los más importantes eran los siguientes: El hotel (l), que está compuesto por un patio con una columnata con 4 columnas en su lado occidental para sostener un techo, formando así una pequeña stoa. En el resto de los lados había habitaciones. El ágora (m), que se encuentra al SO del hotel y está constituida por un patio con columnas alrededor. Estas columnas sostenían un techado que protegían a la gente del mal tiempo y del fuerte sol. Junto al ágora, en su lado NE un edificio largo y estrecho era quizás el edificio de los inspectores del mercado. La clepsidra (n), una construcción subterránea muy cerca de la orilla del río, que se utilizaba como un gran reloj hidráulico, imprescindible en el santuario. Se compone de una cisterna de cuatro caras que tiene en el exterior una pequeña escalera y un pasillo. La cisterna se llenaba muy lentamente con el agua de un grifo que se encontraba en su parte de abajo. La oscilación del nivel de agua movía un índice que indicaba el tiempo transcurrido. Τα καταγώγια (o), hoteles que, como el anterior, proporcionaban refugio a los que querían pernoctar en el santuario más tiempo. El primer καταγώγιο, en el extremo SO del complejo, es una stoa que hoy se encuentra casi destruida con tres habitaciones en el NO. El segundo καταγώγιο se encuentra al lado, más al oeste, y tiene 10 habitaciones. Aparte de estos edificios, las epigrafías nos dan noticia de la existencia de otros como, por ejemplo, las tiendas que atendían a los extranjeros. Su explotación estaba a cargo del santuario y las ganancias se destinaban para acometer nuevas obras o para atender a las necesidades de aquél. Había, además, talleres y tiendas de venta de exvotos.

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