“Se dice que los corintios fueron los primeros en ocuparse de las construcciones navales con técnicas muy semejantes a las actuales y que las primeras trirremes de Grecia se construyeron en Corinto.” (Tucídides. Historia de la guerra del Peloponeso. Libro I, 13, 2)
(DESDE NAUPLIO) Se toma la carretera general en dirección Argos/Atenas. Se gira por detrás del yacimiento de Tirinto y se toma la carretera con dirección Atenas/Corinto. Llegamos hasta el enlace con la autopista y aquí tomamos dirección Corinto. Una vez en la autopista se toma la salida en que se indica Solomos/Antigua Corinto. Con dirección Antigua Corinto se llega directamente al yacimiento.
La antigua ciudad de Éfira, después llamada Corinto, controlaba las rutas terrestres entre el Norte de Grecia y el Peloponeso y, gracias a sus dos puertos, Lequeo (golfo de Corinto) y Céncreas (golfo de Sarónica), también la navegación entre oriente y occidente. El territorio de Corinto había estado ocupado en época micénica e, incluso, en el istmo se conoce parte de un inmenso muro datable entre los años finales del siglo XIII e inicios del siglo XII a.C. que se construyó, tal vez por parte de los palacios de la Argólida para proteger el Peloponeso de incursiones de gentes del Norte. La fundación de la ciudad de Corinto tuvo lugar hacia el 1000 a.C. por los fenicios. En los tiempos de Homero, Corinto era una pequeña ciudad de provincias que dependía políticamente de Micenas, en donde reinaba Agamenón. Su apogeo tuvo lugar dos siglos después de que se instalaran los dorios en la villa (la “dorización” de la ciudad parece haber comenzado hacia el 900 a.C.) expandiéndose rápidamente. Reinaban en ella Dóridas e Hiántidas cuando Aletes, rey de los dorios, la invadió y tomó el poder. Aletes y sus descendientes (Ixión, Ágelas, Primnis) reinaron hasta Baquis durante cinco generaciones y después de éste los llamados Báquidas (Ágelas, Eudemo, Aristomedes, Agemón, Alejandro, Telestes y Autómenes) ejercieron la tiranía durante otras cinco generaciones más (750 a 656 a.C.). En esta época los corintios fundaron dos colonias importantes en Occidente: Corfú y Siracusa. A los Báquidas les derrotó Kípselo en 656 a.C. y el mismo se convirtió en tirano, y su casa permaneció en el poder durante tres generaciones (Kípselo, Periandro y Psamético) hasta el 583 a.C. Una prueba de la riqueza de esta casa la constituye la ofrenda que Kípselo hizo a Olimpia: una estatua de oro gigantesca trabajada a martillo. Su hijo Períandro, conocido como uno de los siete sabios de Grecia, fue una de las personalidades más controvertidas de la antigüedad. Fue el primero que pensó en hacer un canal en el Istmo de Corinto. Períandro se casó con Melisa, la hija del tirano de Epidauro, a la que mató a golpes estando embarazada de Licofrón. Licofrón fue expulsado por su padre de Corinto y se negó a sucederle en la tiranía. El esplendor de Corinto termina con las guerras médicas, debido a los conflictos con otra potencia marítima de análogos intereses: Atenas. Se coaligó con Esparta en la Guerra del Peloponeso, pero más tarde cambió de bando y se unió a Atenas, Argos y Tebas para luchar contra su antigua aliada. En el 394 a.C., algunas personas que aspiraban a la democracia, ayudadas por los argivos, dieron un golpe de mano y asesinaron a ciento veinte ciudadanos y desterraron a quinientos. Mientras los lacedemonios se preparaban para restablecer a los exiliados, los atenienses y los beocios acudían en ayuda de los autores de la matanza a fin de atraer a la ciudad a su órbita. Esta fue la llamada Guerra de Corinto que duro ocho años, entre 394 y 386 a.C. Corinto fue elegida por Filipo II como sede de la coalición antipersa (Liga de Corinto, 338 a.C.). En el 303 a.C. Corinto, que estaba en manos de Prepelao, general de Casandro, fue tomada por Demetrio Poliorcetes, y sus habitantes fueron liberados. Se unió a la liga Aquea en 243 a.C. y fue destruida en el 146 a.C. por los romanos.
En Corinto se instalan Medea y Jasón aceptando la hospitalidad del rey Creonte. Durante diez largos años conocerán juntos la felicidad y disfrutarán de tres hermosos hijos. Transcurrido este tiempo se desatará la tragedia. Jasón se enamora de la princesa Glauce, hija de Creonte, y alegando ante Medea el interés de sus futuros descendientes, decide desposarse con la joven. Medea, sintiéndose ultrajada, toma un hermoso peplo y una fina corona de oro y, tras impregnarlos con sus letales pócimas, se los hace llegar a la novia por la mano inocente de los hijos menores, Mérmero y Feres, habidos con Jasón. Glauce muere, pues la corona desprendía un fuego que todo lo devoraba y el peplo le roía su blanca carne. El padre, al verla muerta, se arroja sobre ella y, al tocar el peplo, también muere. Medea, después se apresta a matar a sus hijos. Pausanias, no obstante, dice que los hijos fueron apedreados por los corintios. Dicen que Glauce, envuelta en llamas, intentó salvarse arrojándose a una fuente que estaba al lado del palacio, pero todo fue en vano. La fuente de Glauce, que hoy podemos ver en el yacimiento, nos recuerda la trágica muerte de la hija de Creonte. A Creonte le sucedió Sísifo y a éste Belerofonte. Nieto de Sísifo era Belerofonte, héroe nacional corintio, quien tuvo que abandonar la ciudad después de asesinar a su hermano, y busco la protección de Preto, rey de Tirinto. Anteia, mujer de Preto, a la que otros llaman Estenebea, acusó falsamente a Belerofonte ante su marido de intentar seducirla por lo que éste le envió con una carta lacrada al padre de Anteia, Yóbates, rey de Licia, en la cual llevaba escritas instrucciones para que fuera asesinado. El rey licio desando restituir el honor de su casa envía a Belerofonte a dar muerte a Quimera, monstruosa criatura nacida de Tifón y Equidna, a quien mató con la ayuda de Pegaso, el caballo alado nacido de la sangre de Medusa y a quien Belerofonte había capturado mientras bebía en el manantial dedicado a la ninfa Pirene (mujer de Poseidón) en Corinto con la ayuda de una brida de oro que había recibido de Atenea. Yóbates, contrariado, lo envía entonces a luchar contra los sólimos y, más tarde, tras una nueva victoria del héroe, contra las amazonas. De nuevo victorioso Belerofonte se topa a su regreso con una emboscada preparada por el propio Yóbates, quien, finalmente, al ver al héroe abatir en solitario a los mejores guerreros, abandona su propósito y decide revelarle la existencia de la funesta carta. Luego, convencido de que por sus venas había de correr sangre divina, concede a Belerofonte la mano de su hija Filonoé y comparte con él su reino. Belerofonte, en la cumbre de su fortuna, emprendió presuntuosamente a lomos de Pegaso un vuelo al Olimpo como si fuera inmortal, pero Zeus envió un tábano que picó a Pegaso bajo la cola y le hizo encabritarse y arrojar a Belerofonte ignominiosamente a la tierra. Pegaso terminó el vuelo al Olimpo, y allí Zeus lo utiliza ahora como animal de carga para conducir los rayos. Belerofonte erró por la tierra, ciego, solitario y maldito, evitando siempre los caminos de los hombres. Según Graves, la lucha de Belerofonte contra la Quimera (león, cabra y serpiente) era el combate de coronación de un rey contra hombres disfrazados de animales que representaban las diferentes estaciones del Año Sagrado tripartito de la Gran Diosa: el león simboliza a la primavera, la cabra al verano y la serpiente al invierno. Pirene lloró tanto la muerte accidental de su hijo Céncreas a manos de Artemisa que se convirtió en fuente. El sileno Marsias encuentra un día en un bosque de Frigia las flautas que Atenea había fabricado con hueso de ciervo y posteriormente maldecido al comprobar que al tocarlas le deformaban el rostro. El sileno, feliz con su hallazgo, recorre las tierras de Frigia unido al cortejo de la diosa Cibeles, despertando con su música la admiración de las gentes. Apolo, molesto por la jactancia de Marsias, lo desafía a un duelo musical ante las Musas que el sileno no duda en aceptar. Ambos convienen en que el vencedor dispondrá del vencido a su antojo. Cuando el certamen parece igualado, Apolo invierte la cítara y reta a Marsias a tocar también con las flautas invertidas. El sileno resulta vencido y Apolo lo desuella y cuelga su piel de un pino junto a las fuentes del río que desde entonces lleva su nombre. En el Templo de Apolo, en Corinto, fueron ofrendadas las flautas del sileno Marsias.
La sección más conocida de la ciudad antigua es el ágora romana de la época imperial. Las ruinas del templo arcaico de Apolo son casi los únicos vestigios de la época prerrománica. Las excavaciones empezaron en 1892 por la Sociedad Arqueológica Griega y continuaron en 1896 por la Escuela Americana de Estudios Clásicos de Atenas. Desde la calle que rodea al yacimiento pueden verse el Mercado del Norte, el Pórtico Norte y el Teatro. El Pórtico Norte, junto al Mercado Norte, es de época clásica. Queda muy poco del teatro (30), ya que durante siglos se usó como cantera para materiales de construcción. Las secciones que mejor han sobrevivido son las de las gradas construidas por los griegos en la colina, que quedaron parcialmente cubiertas por las adiciones del tiempo de la dominación romana. Levantado en el siglo IV a.C., se agrandó la cávea en la primera mitad del siglo III a.C. a la vez que se añadió un edificio permanente para las representaciones. El espacio libre al este del Odeón, y hoy ocupado por el aparcamiento antes de la entrada al yacimiento, estuvo ocupado quizás por el santuario de Atenea Χαλινίτιδα (24) la diosa que le dio la brida (χαλινάρι) de oro a Belerofonte. Según Pausanias, la diosa tenía una imagen de madera con el rostro, las manos y las puntas de los pies de mármol blanco. La entrada al yacimiento se encuentra al lado de la Fuente de Glauce. La fuente de Glauce (26) tenía una fachada decorada con 3 pilastras labradas en una gran masa de caliza cúbica. Contiene 4 grandes depósitos. No cobijaba a ningún manantial, sino que el agua llegaba a ella a través de conductos desde un manantial que se encuentra más al sur. La fachada arquitectónica ha desaparecido. La fuente se utilizaba ya en la época arcaica pero su forma actual se debe a los romanos. El Templo de Apolo (22) tiene pronaos y opistodomos dístilos. Es un templo de 6×15 columnas dóricas de las que siete se mantienen en pie, concretamente cinco de la parte trasera del templo dos laterales contiguas. El templo fue erigido por la oligarquía corintia entre el 550 y el 540 a.C. para celebrar el fin de la tiranía. El templo se construyó en el lugar que ocupaba otro templo antiguo, dedicado también a Apolo, construido en el siglo VII en los tiempos en que gobernaba la ciudad el tirano Períandros. Sus dimensiones son 53,8 x 21,58 m. Constaba de pronaos, naos y opistódomos. Una cavidad construida en la pronaos fue quizás el lugar donde se guardaba el tesoro del templo. La nave principal comprende dos cellas sin comunicación entre ellas. En la más pequeña existen huellas de un gran pedestal, probablemente de la estatua de culto. En el arquitrabe estaban colocados elementos votivos como, por ejemplo, escudos. Fue destruido en el siglo VI d.C. probablemente por un terremoto. Hoy, aparte de la cimentación del templo, permanecen en pie 6 columnas del lado oeste y dos columnas del lado sur y, además, la esquina SO del arquitrabe. En su estado primitivo, la fuente de Pirene y la fuente de Glauce eran contemporáneas del templo. El Pórtico Noroeste, situado al sur del templo antiguo, detrás de las tiendas romanas del NO, es de época helenística. El Pórtico Sur (12) es de época clásica y está situado detrás de La Tribuna. La fuente de Pirene (7) que vemos hoy se construyó en el siglo II por Herodes Ático. El diseño original (siglo VI a.C.) era bastante más sencillo, con seis aberturas para el agua, cada una con su propio depósito. Durante el periodo helenístico la fuente fue embellecida espléndidamente con una fachada de arcos y pilastras jónicas. Los vestigios pétreos del antiguo estadio, al SE de la fuente de Pirene, y el pequeño templo (A) en medio del lado oeste del Períbolo de Apolo datan de la época clásica. Entre la fachada de los bárbaros y las tiendas del Noroeste pueden verse los restos de un complejo de culto que data del periodo griego, aunque el complejo estaba ya enterrado en tiempos de la destrucción de Corinto. Descendiendo un tramo de escalones puede llegarse a un manantial subterráneo que fue objeto de culto desde el periodo arcaico al siglo III a.C. El muro junto a los escalones, decorado con triglifos, ocultaba la entrada a un corredor subterráneo que conducía a un templo absidal, templo B, del siglo V a.C., probablemente usado para actividad oracular. En el extremo oeste del muro con los triglifos y las metopas se conserva el pedestal de una estatua con la epigrafía “Lisipo lo hizo”. La salida del yacimiento se realiza a través de la vía de Λεχάιον (1). Cerca del borde norte de la ciudad, a unos 450 m del templo de Apolo, está el santuario de Asclepio, uno de los santuarios más importantes de la ciudad. Para llegar hasta él hay que coger la calle norte con la que limita el moderno campo de futbol. Antes de llegar al campo desde la antigua Corinto y dejando el teatro a nuestra izquierda sale una calle a la derecha. Cogemos dicha calle y luego la primera a la izquierda que nos lleva al yacimiento. No existe ningún tipo de indicación. El santuario fue excavado por la Escuela Americana de Estudios Clásicos. En este lugar está atestiguada la existencia anterior de un santuario dedicado a Apolo (s. VI a.C.) al lado del que se levantó en el siglo V a.C. otro dedicado al hijo de Asclepio. A finales del siglo IV a.C., posiblemente a causa de un seísmo destructivo, el santuario se reedificó y en él se levanto un nuevo templo (5) tetrástilo, próstilo con pronaos y naos, con entrada (1) por el este y dedicado a Asclepio y, probablemente, a Higeia. Frente al templo, al este, se construyó un altar y un tesoro (3), y en lado oeste un ábato (6 y 7), un edificio en donde tenían lugar los sueños sagrados. Dos huecos simétricos (4) tallados en la roca, a uno y otro lado del templo quizás se utilizasen para las serpientes sagradas del dios. Había, también una cisterna (2) en la esquina SO del santuario. En la parte oeste del santuario, y bastante más bajo que su explanación, se encuentra un patio central con peristilo (8) que se construyó para albergar la fuente natural de Lerna, cuya agua era imprescindible para la terapia de los enfermos. Estaba rodeado de pórticos, tres salas de banquetes (9) y estanques (10). La vida del santuario fue superior a 800 años pues, aunque dejó de funcionar con la destrucción de la ciudad en el 146 a.C., fue puesto en funcionamiento durante el imperio romano y fue visitado por Pausanias, quien da cuenta de que había dos estatuas de piedra blanca en el interior del templo: una de Asclepio y otra de la diosa Higeia. Cerca del yacimiento se encuentra Acrocorinto, una colina abrupta y rocosa en donde se erigía la acrópolis de Corinto en la antigüedad. En la pendiente septentrional se encontraban numerosos santuarios como el de Deméter y Core, las Moiras, la Gran Madre, Helios, Isis y Serapis. En la cima del Acrocorinto se encontraba un templo dedicado a Afrodita. La fuente que está detrás del templo es la de Pirene y el agua de la ciudad corre desde allí bajo tierra.
El museo se encuentra en el yacimiento. Se construyó en el 1931-32, por iniciativa de la Escuela Americana de Estudios Clásicos, con proyecto del arquitecto W. Stuart Thompson. Durante la década de 1950 se le añadió el ala oriental. Modernamente, ha sido totalmente reformado, tanto en su diseño como en la colección de piezas que se exponen. El museo consta de cuatro salas principales de exposición y una galería y un patio en donde también se expone material principalmente escultórico y epigráfico. En la SALA I: CORINTO UNA CIUDAD ESTADO FUERTE, se exponen los hallazgos de los periodos geométrico, arcaico, clásico, helenístico de la región de la Antigua Corintia. Entre los hallazgos más importantes de esta sala están: Los kouroi de Tenea (Corinto) rescatados de las manos de saqueadores de tumbas. Datan del 530 – 520 a.C. Es el único conjunto escultórico funerario arcaico encontrado en suelo griego. Se levantaban uno al lado del otro en un determinado punto del cementerio de Tenea, señalando una pequeña tumba con dos sarcófagos de dos hombres de unos 35 años. Figura masculina de terracota (425 – 415 a.C.). Figura masculina de terracota (550 – 525 a.C.). Antefijas y sema del techo del templo de Apolo (siglos VII – VI a.C.). Cabeza masculina de mármol (575 – 550 a.C.). Esfinge de piedra de poros proveniente de una tumba Cabeza de terracota de Afrodita del 300 a.C. Esfinge de mármol de un monumento funerario (575 – 550 a.C.) Figurita de mujer sentada del siglo VI a.C. Lecho funerario de caliza de una tumba de cámara del área de Cheliotómylos. Finales dl siglo IV a.C. Kylix encontrado dentro del sarcófago correspondiente a los kouroi de Tenea (575 – 525 a.C.). Kylix ático de figuras negras con auriga conduciendo una cuadriga entre esfinges. Siglo VI a.C. León de piedra de poros pintado con colores negro y rojo. Se levantaba sobre una columna colocada sobre una tumba. La altura total del monumento era de 3,5 m. Encontrado en la colina de Kórakos. (550 – 540 a.C.). Altar de terracota con la representación de dos figuras masculinas con caballos. Siglo IV a.C. Oinochoe con la representación de un barco. Encontrado en la antigua Krommyon. Siglo VIII a.C. Ánfora con dos gallos enfrentados. 600 a.C. Alabastros corintios con escenas de animales. 600 a.C. Crátera de Poseidonia. Siglo VI a.C. En la SALA II: CORINTIA EN LOS TIEMPOS PREHISTÓRICOS, se exponen los hallazgos de los tiempos prehistóricos de la región de la Antigua Corinto, de la colina Kókaros y de Ziguriés, Entre los hallazgos más importantes de esta sala están: Kylix micénico del siglo XIII a.C. Crátera de la época micénica con guerreros en un carro. Siglo XII a.C. Skyfos con decoración restaurada. En el umbral de la puerta de entrada a la GALERÍA se encuentra un trozo de suelo mosaico con la representación de dos grifos que despedazan a un caballo. Es de una casa encontrada bajo la stoa sur del Ágora romana y pertenece al periodo clásico (siglo V – principios del siglo IV a.C.). En la SALA III: CORINTO, UNA COLONIA ROMANA se exponen los hallazgos de los tiempos romanos. Entre los hallazgos más importantes de esta sala están: Dos estatuas romanas colosales de esclavos bárbaros del gran pórtico de los “Bárbaros Cautivos” que se encontraba en el ágora romana entre los propileos y las tiendas del noroeste. Sarcófago del siglo II d.C. que muestra en uno de sus lados la muerte de Ofeltes estrangulado por una serpiente y en otro la expedición de los Siete contra Tebas. Mosaicos de villas romanas. En la SALA IV: EL ASCLEPIEION se exponen los hallazgos del santuario de Asclepio y del cementerio paleocristiano de la ciudad. Colección de esculturas romanas y de epigrafías griegas y latinas en el PATIO del museo. A la salida del museo se encuentra un capitel votivo de orden dórico del Barrio del Cerámico. (550 – 525 a.C.).
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