“Entre las cosas dignas de mención de Elis está un antiguo gimnasio”. ( Pausanias. La Descripción de Grecia. Libro VI, 23, 1).

Desde Pyrgos cogemos la carretera E 55 que llega hasta Patras. Después de pasar el desvío a Savalia cogemos el siguiente desvío a la derecha que, pasando por Kórivos y Avgio, nos lleva directamente al yacimiento. Para ir al Museo seguimos la carretera y unos 200 m más arriba un desvío nos lleva hasta la localidad de Archaia Ilida. Antes de llegar un desvío a la izquierda nos lleva al museo.

La ciudad tomó el nombre del dios Helio, padre del rey Augías. El culto al Sol y a su hermana Selene, la luna, estaba atestiguado en la región desde los tiempos de su mítico rey Endimión. Elis era, por excelencia, la ciudad que organizaba los Juegos Olímpicos. Aquí eran acogidos los atletas que afluían desde todas las partes del mundo antiguo para entrenarse en los centros atléticos de la ciudad y participar en las pruebas clasificatorias. En la época del rey Óxilos (siglo XII a.C.) sitúa la tradición el primer asentamiento de la ciudad, a partir de la reunión de las comunidades de la zona. Óxilos, exiliado de Etolia, era tuerto. Antes de ser rey, y estando en Etolia, se encontró con el ejército de los dorios que se preparaban para ocupar el Peloponeso. Un oráculo les había dicho que para tener éxito tenían que tomar como guía a alguien que tuviera tres ojos. Cuando Cresfonte, jefe de los dorios, vio pasar a su lado al tuerto Óxilos sobre su caballo, hizo sus cálculos (uno el ojo del jinete más los dos de su caballo hacen tres) y rápidamente decidió que éste era el guía que buscaba. Los dorios le prometieron como recompensa si los guiaba la tierra de Élide y Óxilos, para que no vieran lo rica que era no fuese que se arrepintieran, los llevó a través de las montañas de Arcadia. Cuando acabó la conquista del Peloponeso, Óxilos y los etolios que llegaron a las fronteras de Elis se hicieron con la ciudad. Algún tiempo después, el rey de Elis, Ífitos, de la familia de Óxilos, organizó los Juegos en Olimpia y restableció de nuevo el festival olímpico y la tregua que habían sido interrumpidos durante un cierto tiempo. Un siglo después, los habitantes de la vecina Pisa se hicieron cargo de la organización de los Juegos durante varias décadas. Sin embargo, desde principios del siglo VI a.C. hasta el siglo IV a.C. los eleos consolidaron su poder y el privilegio de la organización de los Juegos Olímpicos. En la época de esplendor, la Élide comprendía el mayor sector del Peloponeso Occidental, pero sólo los habitantes del valle de Elio tenían los derechos de ciudadanía. Su capital, Elis, se organizó como tal a partir del 471 a.C. cuando los eleos, que ocupaban un gran número de pequeñas ciudades, se reunieron en una sola, con el ordenamiento urbanístico conocido como ιπποδάμειο. Una parte importante de la ciudad la ocupaban las instalaciones atléticas donde se concentraban los atletas para entrenarse, enterarse de las reglas que regían aquellos y ser clasificados en categorías dependientes de la edad y del tipo de competición después de las correspondientes pruebas. Los eleos, que habían sido aliados tradicionales de Esparta, a cuyo lado habían combatido en la primera fase de la Guerra del Peloponeso, en el 420 a.C. se distanciaron de los lacedemonios porque éstos habían apoyado la independencia de Lépreo. Así pues, prohibieron a los lacedemonios participar en los Juegos Olímpicos. Los lacedemonios, al mando de su rey Agis, decidieron emprender la guerra contra ellos en el 402 – 401 a.C. En el 398 a.C. los eleos, aterrados por la superioridad de los lacedemonios, firmaron con ellos la paz. Los eleos, arruinados por las revueltas civiles, se unieron a la alianza de los macedonios, pero no soportaron luchar frente a los griegos en Queronea. Tomaron parte en el ataque de Filipo contra los lacedemonios por su antiguo odio hacia éstos, pero a la muerte de Alejandro, hicieron la guerra contra los macedonios y Antípatro al lado de los griegos. Después de la muerte de Pirro en 271 a.C., Aristótimo se alzó con la tiranía en Élide, ayudado por Antígono, rey de Macedonia, pero fue derrocado a los seis meses y muerto cuando se había refugiado en el altar de Zeus Sóter. La ciudad fue destruida por los Hérulos en el año 30 d.C.

La Élide fue testigo del quinto trabajo de Heracles: La limpieza de los establos del rey Augías. Augías, en manadas y rebaños, era el hombre más rico de la tierra pues, por designio divino, los suyos eran inmunes a todas las enfermedades e inimitablemente fértiles y, además, no malparían jamás. El hedor de sus establos se extendía por todo el Peloponeso. Además, los prados del valle estaban cubiertos por una capa de estiércol tan espesa que no se les podía arar para cultivar cereal. Heracles se comprometió a limpiar los establos antes del anochecer a cambio de la décima parte del ganado. Augías acepto el trato ante su hijo Fileo pensando que sólo en un día no iba a ser capaz de hacerlo. Heracles para conseguirlo desvió los ríos vecinos Alfeo y Pineo de modo que sus aguas corrieron a través de los establos, los limpiaron y luego limpiaron también los rediles y los pastos del valle. Sin embargo, Augías no le quiso pagar lo convenido y cuando en un arbitraje Fileo testimonió la verdad Augías los echó a los dos de la Élide. Según Graves, la desviación del Alfeo indica que la ilustración de la que se ha deducido este episodio mostraba a Heracles retorciendo al toro de Creta por los cuernos, a la orilla de un río donde pacía numeroso ganado. Se confundió a este toro con un dios fluvial y se interpretó la escena como significando que había desviado el río para limpiar los campos con el fin de que se pudieran arar. Hay que tener en cuenta que el estiércol de ganado no era apreciado por los agricultores griegos. Endimión era hijo de Zeus y eolio de origen. Su esposa Ifianasa le dio cuatro hijos y Selene, enamorada de él desesperadamente, le dio cincuenta hijas. Endimión dormía una noche en una cueva del monte Latmos cuando Selene le vio por primera vez, se acostó a su lado y le besó suavemente en los ojos cerrados. Mas tarde, volvió a la misma cueva y cayó en un sueño sin sueños del que nunca despertó. Pero otros dicen que está enterrado en Olimpia donde sus cuatro hijos corrieron una carrera por el trono vacante, carrera que ganó Epeo, que significa “sucesor”. Según Graves, este mito señala cómo un caudillo eolio invadió la Élide y aceptó las consecuencias de su casamiento con la diosa Luna pelasga, representante de Hera, jefa de un colegio de 50 sacerdotisas del agua. Cuando terminó su reinado fue debidamente sacrificado y se le concedió un templo de héroe en Olimpia.

La antigua ciudad ocupaba el lugar que se extiende desde el valle del Peneos hasta la colina de la acrópolis y el torrente Λαγκάδι. El primer asentamiento pertenece al siglo XII a.C. La creación de la gran ciudad se remonta al 471 a.C., época de esplendor del estado de los eleos. Pausanias visitó el lugar alrededor del año 170 d.C. pero no lo describió minuciosamente. Se ha comprobado, no obstante, que el principal eje de comunicación de entonces se corresponde casi exactamente con la carretera provincial que divide el actualmente el yacimiento. De acuerdo con la descripción de Pausanias el complejo de las instalaciones deportivas contenía tres gimnasios: un gimnasio (1) (6) grande amurallado y rodeado por hileras de plátanos; otro más pequeño, que corresponde con la palestra; y otro, también vallado, dentro del cual funcionaba el bouleutereion (parlamento) de los elios. El primero se llamaba Xisto, el segundo cuadrangular y el tercero Malto. En los tres gimnasios había altares para los dioses y estatuas de los héroes. En la llamada “calle del silencio”, que conducía desde el gimnasio hasta los baños (4), se encontraba el templo de Artemisa Filomírakos (“la que ama a los muchachos”, de μειράκιον, adolescente), mientras que otra calle conectaba los gimnasios con el ágora y el Ελλανοδικαιώνας, no muy lejos del santuario de Aquiles (7). Al comienzo de los Juegos, en el día señalado y cuando el sol declinaba hacia su puesta, las mujeres eleas celebraban ritos para honrar a Aquiles y se lamentaban por él. En el ágora (5) (4) se levantaban stoas, templos y estatuas de diferentes divinidades. Entre ellos estaba el templo y la estatua de Apolo Akesios (“sanador”). En tiempos de Pausanias, se utilizaba el sector abierto del ágora para el entrenamiento de los caballos. Las excavaciones han sacado a la luz los cimientos de dos grandes stoas (96 x 25 m y 99 x 30 m) que corresponden con la stoa de los ελλανοδίκαιοι y con la stoa de los corfiotas. En la primera había altares dedicados a Zeus mientras que en la segunda había estatuas, una de las cuales era la del filósofo elio Pirrón (365 – 275 a.C.), fundador del escepticismo griego. La la stoa de los ελλανοδίκαιοι (3) era la primera con la que se encontraban los que venían del gimnasio. Era de estilo dórico y estaba dividida en tres partes por medio de columnatas. En el extremo SO del ágora, al lado de una arteria central de la ciudad que cuenta con un gran colector a todo lo largo, ha salido a la luz un complejo de edificios de culto levantados sobre un cementerio de tiempos prehistóricos. El más antiguo presenta sucesivas fases de construcción desde el siglo V a.C. hasta la época romana. En el mismo lugar se han encontrado cuatro hornos cerámicos pertenecientes a otros tantos talleres. Los fragmentos de cimientos de piedra de poros que han aparecido al NO del anterior complejo pertenecen a la stoa de los ελλανοδίκαιοι. La stoa de los corcíreos (10) no la construyeron los corcireos sino los elios con el botín que obtuvieron en una incursión a Corfú en el año 430 a.C. En el ágora se encontraba también el Ελλανοδικαίωνας (2), es decir, el edificio que ocupaban los jueces de las competiciones, y el edificio de las Dieciseis Mujeres encargadas de la confección del peplo de Hera, el cuidado del culto de Dionisos y las celebraciones en honor a Aquiles al que se adoraba como héroe y como protector de los atletas por haber celebrado juegos a la memoria de Patroclo. Entre el ágora y el río se levantaba el templo de Dionisos con una estatua de Praxíteles. Las ménades de la Élide adoraban a Dionisos en la forma de un toro. En los límites entre el ágora y la ciudad (5) las excavaciones han sacado a la luz los restos del templo de los emperadores romanos del que habla Pausanias, el cruce de dos calles centrales y sectores de manzanas con casas, tiendas y talleres. Al este del templo de los emperadores romanos y al sur de la stoa de los corfiotas existían dos de los más grandes templos de Elis a los que se refiere Pausanias: El Templo de Afrodita Urania (8), con una estatua crisoelefantina de la diosa, con un pie sobre una tortuga, esculpida por Fidias, y el santuario al aire libre de Afrodita Pandimios (9) con una estatua de bronce de la diosa sentada sobre un trasgo obra de Escopas. Cerca de este santuario se encontraba el templo de Hades (6) uno de los pocos santuarios que tiene este dios en Grecia. Sólo se abría una vez al año para celebrar los correspondientes cultos. Se erigió en agradecimiento a Hades por su intervención a favor de los pilios de Élide cuando su ciudad (Pilos de Trifilia, que se sabe estaba en los alrededores, pero de localización incierta) recibió el ataque de Heracles. El teatro (11) (7) es de época helenística (siglo IV a.C.). Su orchestra tiene un diámetro de 25 m. Combina su escena de piedra con una cávea construida en terraplén. La cávea tenía un radio de unos 50 m y capacidad para 8.000 espectadores. Se dividía en siete sectores a través de seis pasillos con escalones de piedra que se encuentran totalmente fragmentados. La escena tenía unas dimensiones de 50 x 10 m. En el exterior de la orchestra había un sencillo colector para la recogida de aguas pluviales y su desagüe en el río a través de un colector central de piedra. Parece que nunca llegó a terminarse ni tuvo nunca asientos (Pausanias ya lo vio en ruinas.) Su sistema de drenaje pertenece a los tiempos romanos. La acrópolis (1), al este del yacimiento principal, así como el llamado “cementerio del oeste”, se encuentran fuera del conjunto monumental estudiado. Se desconoce el sitio exacto del templo de Atenea que existía en la acrópolis y que guardaba otra estatua crisoelefantina de la diosa, con un gallo sobre su casco, obra de Fidias. El gallo simboliza la presteza para la lucha. Las excavaciones se llevaron a cabo a principios del siglo XX por el Instituto Arqueológico Austriaco de Atenas. Después, durante el periodo 1960-1981, continuaron las excavaciones el mencionado instituto y la Sociedad Arqueológica Griega al mando del arqueólogo Niko Gialouri. Hoy en día continúan las excavaciones en el yacimiento.

Entre los hallazgos más característicos sacados a la luz en las excavaciones del teatro están los “votos de bronce”, es decir, discos de bronce con el nomograma de la ciudad (FA que corresponde con el nombre arcaico de la ciudad Fαλείων = Ηλείον.) Otros objetos expuestos pertenecen al periodo romano del yacimiento.

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