“En el país de los tesprotios hay también otras cosas dignas de ver: el templo de Zeus en Dódona y la encina sagrada del dios.” (Pausanias. Descripción de Grecia. Libro I, 17,5)
En un estrecho valle en la ladera este del monte Tómaros se encuentra el santuario de Dódona. Para acceder a él desde Ioánnina se coge la calle Pirrou con dirección Arta hasta llegara a la Egnatía Odós. Una vez aquí cogemos la autopista en dirección Igoumenitsa y a 12 km nos encontramos con el enlace de Δωδώνη que nos saca de la autopista y nos, lleva tras 2,5 km, al yacimiento.
El oráculo de Dódona era considerado el más antiguos del mundo griego. Según Heródoto, fue fundado por una de las dos sacerdotisas que los fenicios habían traído desde Tebas (Egipto). La otra, vendida en Libia, fundó el oráculo de Amón en el oasis de Siwa, al que también consultó Alejandro. Según otra versión, de Tebas salieron dos palomas (πελειάδες), una blanca y una negra. La negra voló a Siwa y la blanca a Dódona, donde, desde la copa de una encina de Dódona, con voz humana, ordenó a los habitantes que construyeran un santuario a Zeus. Originalmente (del tercer al segundo milenio a.C.), el oráculo estuvo dedicado a una deidad prehelénica, quizás Gaia, lo que explicaría el carácter de los procedimientos adivinatorios seguidos en el último santuario oracular. Con la llegada de los thesprotes al Épiro, a principios del segundo milenio, se instaura el culto a Zeus. La diosa Gea en los tiempos históricos se asimila a Διώνη (de la palabra, Δίας) a la que se le confirieron también los poderes adivinatorios de Zeus. Así pues, el santuario estaba dedicado a Zeus flanqueado por una tríada de diosas: su mujer Διώνη (Dion, que es como se llamaba a Hera en estas tierras), su hija Afrodita (según Homero fue engendrada por Dion y Zeus y no nacida de la espuma del mar como dice Hesiodo) y Temis. Al culto de Διώνη se dedicaban sacerdotisas (πελιάδες) y al de Zeus sacerdotes (σέλλοι). La primera evidencia del santuario data del siglo XIV a.C. (restos de chozas y cerámica debajo del pórtico del bouleuterion), pero recibía consultas con frecuencia en los siglos VIII y VII a.C., periodo de tiempo en el que el santuario se relaciona con las colonias de los eleos y de los corintios, como se deduce de las ofrendas de bronce encontradas. Después de un periodo de decadencia, el santuario cobró fama en la primera mitad del siglo IV a.C., cuando se convirtió primeramente en un centro religioso de la Liga de los molosos (que llegaron junto con pastores del Épiro) y, más tarde, en el centro religioso correspondiente al Común de los epirotas (232 – 168 a.C.). Remozado durante el reinado de Pirro (297 – 272 a.C.) fue reconstruido después del saqueo de los etolios de Dorímaco en el 219 a.C. al que sobrevivió, no obstante, la encina sagrada. En el 168 a.C., tras la batalla de Pidna y junto con otros 70 centros del Épiro, el santuario fue asolado por Lucio Emilio Paulo en castigo porque los habitantes de la zona habían dado su apoyo a Perseo. Se reconstruyó, en parte, después de la reinstauración del Común de los epirotas (148 – siglo I a.C.). La población fue saqueada de nuevo por las tribus tracias aliadas de Mitrídates en el 88 a.C. y permaneció abandonada hasta la época imperial romana, cuando adoptó un nuevo impulso. Hasta el siglo III d.C. se celebraron allí los Naia, juegos atléticos instituidos por Pirro.
Dódona es el primer lugar a donde se dirige Ío, metamorfoseada en vaca, acosada por el violento tábano enviado por Hera. Oráculo que Odiseo – fingiendo ante su porquero Eumeo ser un anciano cretense caído en desgracia al que el rey de Tesprotia ha informado sobre la suerte del héroe de Ítaca -afirma que el desaparecido esposo de Penélope había visitado para consultar el modo en que debía presentarse de vuelta en su casa, si abiertamente y a la vista de todos, o si a escondidas y manteniendo oculta su verdadera identidad. Según su testimonio, el oráculo le aconseja este segundo modo. Jasón, después de conferenciar con la diosa Atenea, llega a Dódona para coger una rama de la encina profética y la coloca en la proa de su barco para que proteja a los argonautas en su travesía.
El lugar se identificó con el santuario en 1832 gracias al viajero inglés C. Lincoln, y se confirmó por las excavaciones de Constantino Karpanós en 1875, cuando el Épiro estaba bajo el yugo turco. Sus hallazgos los donó al estado griego. La siguiente excavación puntual se llevó a cabo por la Sociedad arqueológica ateniense después de 1913 bajo la dirección de Γ. Σωτηριάδης, pero se interrumpió debido a los sucesos de 1921. Las investigaciones continuaron por Δ. Ευαγγελίδης en el periodo 1929 – 1932. Las modernas excavaciones sistemáticas empezaron en la década de los 50 bajo la dirección de Δ. Ευαγγελίδης y Σ. Δάκαρης. Trabajos sistemáticos para la excavación y restauración del teatro tuvieron lugar entre 1959 y 1960 a cargo de Σ. Δάκαρη. Ya en el 1975 se había reconstruido la mayor parte del teatro. Después de 1981 la investigación en el lugar se llevó a cabo por la Sociedad arqueológica ateniense con el patrocinio de la Universidad de Ioánnina. Y, concretamente, desde 1996, las excavaciones se llevaron a cabo por los profesores Χρ. Σούλη, Α. Βλαχοπούλου y Κ. Γραβάνη. Desde la entrada se llega al estadio (2) que se construyó después de la primera destrucción del santuario por los etolios en 219 a.C. y conecta con la segunda fase constructiva del teatro. Aquí tenían lugar cada cuatro años los “Naia”, juegos atléticos en honor a Zeus. Se trata de uno de los pocos estadios antiguos que disponen de asientos de piedra. Para su colocación en los lados norte y sur se construyeron sendos terraplenes sujetos por muros de contención. Los asientos se extendían a lo largo de 21 o 22 filas a las cuales conducían estrechas escaleras. Debajo del lado sur existió quizás un colector para la conducción de las aguas de lluvia. En el mismo lado existió un caz con arquetas cada cierto espacio que proporcionaba agua potable que venía de un manantial de la montaña Tómaros. De aquí bebían los atletas y los espectadores. Desde la curva del graderío del lado este una puerta (propileo jónico añadido al teatro) con dos arcos, uno a continuación de otro, conducía al teatro y al resto del santuario. El estadio no está excavado en su totalidad. Se ha sacado a la luz solamente el lado este hacia la curva del graderío mientras que el resto se extiende unos 250 m hacia el oeste y está cubierto por tierras. Los asientos del trozo excavado están cubiertos hoy en día por una capa de tierra para protegerlos de la humedad y el hielo. El teatro (1) es uno de los mayores y mejor conservados del mundo griego. Tenía una capacidad de 17.000 espectadores. Fue construido a principios del siglo III a.C. dentro del programa de construcciones de Pirro para la celebración de los “Naia”, que se realizaban, probablemente, cada cuatro años. Fue destruido y reconstruido en dos ocasiones (219 y 169 a.C.). La parte inferior de la cávea descansa en la ladera de la montaña de Tómaros, mientras que la superior está sostenida por dos muros de contención reforzados por seis contrafuertes en forma de torre. Se distinguen cuatro fases en su construcción. A la primera fase pertenece la cávea, la orchestra y la escena con los proscenios y la columnata dórica en la fachada, pero no el proscenio de piedra que se añadió después del 219 a.C. La cávea se dividía en tres partes por tres correspondientes pasillos: 19 filas la inferior, 15 la media y 21 la superior. A ellas se accedía a través de 10 escaleras que dividían la cávea en 9 sectores. La parte superior se dividía en 18 sectores a través de escaleras intermedias. Encima del sector central una ancha salida, asegurada mediante una barandilla móvil, se utilizaba para el desalojo masivo de los espectadores después de la representación. La primera fila se llamaba proedría y estaba reservada a las personalidades. Es de época posterior, cuando el teatro se transformó en anfiteatro en tiempos de Augusto. La orquesta no era un círculo completo y tenía un diámetro de 18,70 m. En su centro una roca labrada constituía la base del altar de Diónisos, el llamado “timele” (altar de Diónisos en los teatros). Alrededor de la orquesta un sistema de drenaje evacuaba las aguas de lluvia. La escena del teatro tenía dos pisos, un edificio ortogonal de dimensiones 31,2 x 9,10 m. En sus extremos este y oeste había dos salas cuadradas, los proscenios, y entre ellas 4 columnas. En la parte trasera había una stoa dórica con 13 columnas octogonales, la cual se comunicaba con la escena a través de una puerta en arco. En la reconstrucción después de la invasión etolia, se añadió a la fachada de la escena un proscenio con 18 semicolumnas jónicas de 3,5 m de altura entre las cuales se colocaban cuadros que representaban escenas que tenían relación con lo que se representaba. Este proscenio se comunicaba con dos pequeños proscenios laterales. A la derecha y a la izquierda del proscenio se añadieron dos propileos jónicos con dos entradas. Para esto tuvieron que demolerse las dos escaleras exteriores del teatro hasta la altura del segundo pasillo. Durante la época romana el teatro sufrió grandes transformaciones como consecuencia de su conversión en anfiteatro para combates de gladiadores y fieras. Se suprimieron las dos primeras filas de asientos y se sustituyeron por un muro de seguridad contra el salto de los animales. Este muró hizo que desapareciera también el proscenio helenístico y la fachada de la escena formándose un redondel amurallado. Los dos espacios triangulares, que como consecuencia del muro circular se formaron en la antigua escena, se utilizaron como corrales para las fieras. Una vez pasado el teatro se entra en la zona del santuario y se ve la casa de los sacerdotes (3). Se trata de un edificio rectangular de dimensiones 17,30 x 10,70 m con muros de mampostería muy bien construidos y con entrada en el lado este. La parte superior del edificio estaba construida con adobe. Cuando en el siglo III a.C. se construyó el teatro, fue necesario recortar su esquina NO para la cimentación de la torre SE del mismo. Pero el edificio se conservó y, para integrarse en la arquitectura monumental de los muros de contención del teatro, se revistieron sus muros visibles con el mismo tipo de obra. En el interior del edificio se encontraron hogares y muchos trozos de cerámica del siglo IV a.C. El edificio se utilizó, probablemente, como vivienda de los sacerdotes y es el más antiguo de todos os del santuario después del templo de Zeus. Después de la destrucción de 219 a.C. la casa fue cubierta por los escombros de edificios que se arrojaron aquí. Para la contención de las incursiones etolias se construyo, en el lado sur, entre el teatro y el Bouleuterion, un muro de contención. En este punto acababa el lado oeste del nuevo amurallamiento del santuario, donde se encontraba la puerta occidental. El Bouleuterion (4) es uno de los edificios más importantes del santuario. Está constituido por el Bouleuterion Principal, de dimensiones 43,6 x 32,35 m y una stoa dórica en la fachada idéntica a la stoa sur de la escena del teatro. Se construyó a principios del siglo III a.C. Delante del lado este de la stoa del Bouleuterion se encontraron 4 pedestales, tres de los cuales conservan grabadas resoluciones del Común de los epirotas que era quien se reunía en dicho edificio. En dos está el nombre del artista: Αθηνογένης de Argos. En una de las resoluciones se ordena levantar una estatua de bronce del general Κρίσωνος Σαβυρτίου, obra del mencionado artista (230 – 220 a.C.). La entrada al Bouleuterion se hacía a través de dos puertas en la fachada del edificio, de 1,63 m de anchura y una altura de 3,25 m. Al lado de las entradas se encontraron muchas piezas de bronce pertenecientes a las puertas que se destruyeron por el incendio del edificio en 167 a.C. El Bouleuterion Principal se divide en dos partes: un espacio exento y las gradas. El impresionante techo de 30,20 m de ancho que apoyaba al principio en ocho columnas de jónicas en tres filas (3-3-2). Después del incendio de los etolios el edificio se reconstruyó. En el interior, en la mitad de la pared sur se encontró el altar de Zeus Naiou, Dion y Zeus Bouleos (del parlamento). En el altar se ofrecían las victimas y se pronunciaban los juramentos de los parlamentarios. Más al oeste otro pedestal se utilizaría para alguna estatua o para la colocación de las dos urnas durante las votaciones. En el interior de los lados este y oeste se encontraban dos escaleras de piedra que conducían al nivel más elevado de las gradas. Al sur del Bouleuterion se encuentra el Pritaneion (5). Entre los dos se distinguen restos de la puerta oeste del antiguo recinto del santuario del siglo IV a.C. en la cual empezaba la calle sagrada que conducía a la encina profética. Parte de este recinto se encontró también dentro del Pritaneion y era utilizado como lado este de la sala de reuniones. La construcción tanto del Bouleuterion como del Pritaneion obligó a trasladar más al oeste el tramo occidental del recinto y a conectarlo, por medio de una puerta, con la Casa de los Sacerdotes. El Pritaneion era uno de los edificios más importantes del santuario. Era casi cuadrado, de 31,45 m de fachada con patio peristilo. Tenía una forma monumental y se integraba en el programa de construcciones de Pirro de principios del siglo III a.C., al igual que el Bouleuterion. Delante de la entrada del núcleo primitivo se encontraba la base del altar y un poco más a la izquierda, frente a la fachada de la sala, se encontró una base circular de 2 m de diámetro cubierta por una cúpula que se utilizaba para la preparación de la comida de los notables que se reunían en la sala. A finales del siglo III a.C., durante el periodo del Común de los epirotas (232 – 168 a.C.), se añadió al lado norte del edificio O (el núcleo primitivo) una nueva ala O1 de 33,35 m con 6 habitaciones: tres habitaciones auxiliares al oeste y tres habitaciones, con nueve lechos, de dimensiones 5,5 x 2,2 m que se utilizaban como estancia de los notables del Común. En el lado este el nuevo añadido se diseñó como una stoa jónica. Después de la destrucción romana de 167 a.C., durante el siglo I a.C., el edificio O se reconstruyó de forma provisional, pero el ala norte, con las habitaciones de los lechos y la stoa este, permaneció en ruinas. Las excavaciones han sacado a la luz un patio peristilo con 4 x 4 columnas dóricas en el lado este del edificio, en donde está la entrada. El peristilo dórico de principios del siglo III a.C. había reemplazado a otro más grande de 4 x 7 columnas que había sido construido provisionalmente. Las bases del nuevo peristilo, que se construyó ahora con mayor amplitud, estaban constituidas por placas que provenían de los pedestales destruidos que se encontraban frente a la fachada de la stoa jónica antes de la construcción de ésta. En el recinto dedicado a Zeus, fuera del recinto oficial y administrativo, se levantaron varios templos que se relacionan a continuación. El templo de Afrodita (6), dístilo jónico “in antis” (finales del siglo IV o principios del siglo III a.C.). Su identificación se realizó gracias a las figuras de terracota que se encontraron en su interior y en sus alrededores. Se trata de figuras de mujer que llevan en su mano derecha frente a su pecho una paloma, símbolo de la diosa. A partir del regreso de Pirro de Sicilia el culto de Afrodita en el santuario se fusionó con el de Afrodita Eneada, que introdujo el rey proveniente del oeste de la mencionada isla. Este culto conectaba con el héroe de Troya Eneas, particularmente querido por los molosos ya que, de acuerdo con la tradición más antigua, éstos descendían de Troya a través de Neoptólemo y Andrómaca. Neoptólemo tuvo tres hijos con Andróma: Moloso, Píelo y Pérgamo. El templo es pequeño, de dimensiones 8,5 x 4,7 m. Dos tambores de las columnas están incrustados en el edificio cuadrangular de los tiempos romanos que se encuentra inmediatamente al este. En medio de la pared que separa la naos de la pronaos se encuentra una puerta monolítica de 1 m de anchura. Las paredes del templo estaban construidas con piedras de pequeño tamaño. El templo de Temis (7) próstilo, tetrástilo jónico de finales del siglo IV a.C. es uno de los tres antiguos templos del santuario que se encontraban alrededor de la encina sagrada, junto con la casa sagrada y el templo de Dion. Estaba dedicado a Temis, compañera de Zeus e hija de Urano y Gea. El culto a Temis está muy documentado en el Épiro y especialmente en Dódona se asimila con el culto a Gea. El templo tiene una orientación NO – SE y unas dimensiones de 10,3 x 6,25 m. Frente al templo se conservan los cimientos de un gran altar de dimensiones 2,6 x 1,8 m e inmediatamente más al este un gran pedestal de alguna importante estatua. El temenos de Zeus (8) contenía originalmente una encina sagrada en cuyas raíces vivía el dios. Por eso Zeus era llamado aquí Naios (“habitante”) o Φηγωναίος (“que habita en la encina”). De la semilla de esta encina procedía la encina sagrada de Égina y de su tronco el madero dotado de voz que de él extrajo Atenea, y que para auxilio de los tripulantes coloca en la proa de la nave Argo. Llegado el momento, él les transmitirá la palabra de Zeus aconsejándoles solicitar de Circe la purificación por la muerte de Aspirto para poder culminar felizmente su viaje. Parece que se profetizaba a partir del murmullo de las hojas de la encina sagrada y del vuelo de las aves que anidaban en él. Pero también hay menciones de profecías a partir de los gorjeos de las aguas de una fuente vecina y de la que había en los calderos de bronce en torno al árbol de Zeus. Hay testimonios, igualmente, de adivinación por suertes, usando calderos y vasijas. Se consideraba que los sonidos eran una expresión de la voluntad divina y eran interpretados por los sacerdotes, los selloí, como respuesta de los dioses. Éstos eran oriundos de la antigua Ellis, a orillas del río Cocito, y andaban descalzos sin lavarse los pies y dormían directamente sobre el suelo para mejor entrar en contacto con la tierra que les proporcionaba su facultad adivinatoria. Las preguntas se grababan en placas de bronce, algunas de las cuales pueden verse en el museo de Ioannina. Pero además de los sacerdotes masculinos aparecen en las fuentes ciertas sacerdotisas ancianas que recibieron el nombre de Peliades (“palomas”), como las del mito fundacional. Hasta principios del siglo IV a.C. el Zeus de Dódona no tenía templo. Un pequeño edificio (4 x 6,5 m) sin columnas, con pronaos y naos se construyó a principios del siglo IV a.C. con la probable función de guardar las ofrendas votivas realizadas por los fieles. La encina estaba rodeada por una fila de calderos de bronce sobre trípodes. Muchos trozos de calderos de bronce se han encontrado en el lugar y se han datado de finales del siglo IX o principios del siglo VIII a.C. lo que demuestra el funcionamiento del lugar desde aquellos lejanos tiempos. Dado que los calderos estaban en contacto entre sí cuando se golpeaba a uno de ellos sonaban todos hasta que alguien sujetaba alguno. Por el sonido de los calderos y el susurro de las hojas que movía el viento en la encina, los sacerdotes profetizaban. Un tiempo después, alrededor del edificio y de la encina sagrada (350 – 325 a.C.) se levantaron unas murallas bajas para delimitar un recinto de 13 x 11,8 m. El recinto tenía una entrada por el SE. Los calderos se reemplazaron por una ofrenda de los de Corfú que consistía en una estatua de bronce de un niño que sostenía un látigo de dos colas de tabas de bronce y en un caldero de bronce. Cuando soplaba el viento el látigo golpeaba el caldero y el sonido que emitía éste era utilizado por los sacerdotes para profetizar. Durante el reinado de Pirro este recinto se amplió hasta uno de dimensiones 20,8 x 19,20 m y se construyeron tres stoas jónicas al norte, al oeste y al sur. En estas stoas colgó Pirro los escudos romanos tras su victoria en Heraclea (280 a.C.). Seis años después colgaría también los escudos macedonios tras su victoria sobre Antígono Gonatás en los desfiladeros del río Aoos. El lado este del recinto permaneció sin stoa porque aquí estaba la encina sagrada. La entrada se realizaba por el lado sur. En el 218 a.C., después de la destrucción de los etolios, se construyeron un propileo monumental en la entrada y un templo próstilo tetrástilo jónico en el lugar del antiguo templo. Las stoas se reconstruyeron. Se dedicaron dos templos a Dion en el lado este del santuario. El primer templo (10) era jónico tetrástilo y data de la segunda mitad del siglo IV a.C. o principios del siglo III a.C. Tenía una orientación este – oeste y dimensiones 9,8 x 9,4 m. Disponía de pronaos y naos. En el muro que separa la naos de la pronaos se conserva el umbral de la entrada que cerraba con una puerta de doble hoja de anchura 1,2 m. En el fondo de la naos se conservan restos del pedestal sobre el que estaba la estatua de culto de Dion, el llamado “edos”. Después de la destrucción de los etolios en el 219 a.C. fue abandonado y sustituido en sus funciones por otro templo (9) jónico próstilo tetrástilo levantado en el 218 a.C. Disponía también de pronaos y naos y sus dimensiones eran de 9,6 x 6,35 m. En el muro que separa la naos de la pronaos se conserva el umbral de la entrada que cerraba con una puerta de doble hoja de anchura 1,3 m. En el fondo de la naos se conserva el pedestal sobre el que estaba la estatua de culto de Dion. La fama de los templos de esta diosa reside en que los atenienses enviaban una embajada sagrada anual para adornar y honrar la estatua de la diosa en cumplimiento de un oráculo de Dódona que así lo había decretado. Junto a la basílica cristiana se alza el templo de Heracles (11), dórico, próstilo tetrástilo erigido en honor del héroe a principios del siglo III a.C. Formó parte del programa de construcciones en el santuario promovido por Pirro, en tanto en cuanto a Heracles se le consideraba fundador de la casa real macedonia. Tienen unas dimensiones de 16,5 x 9,50 m y es el único templo dórico del santuario. Tiene una pronaos tetrástila y una naos ocupada en parte por el muro sur de la basílica cristiana. Al este del templo se conserva la base del altar de dimensiones 5,7 x 3,2 m. La acrópolis (12), una zona todavía no excavada, se levanta en la cumbre de la colina norte del santuario. Se construyó a la vez que el primer templo de Zeus, en el siglo IV a.C. Parece que se utilizaba como zona de refugio de los vecinos en momentos de peligro y como vivienda de los notables de la ciudad. Está rodeada por una muralla de construcción isodómica del siglo IV a.C. de un perímetro de unos 750 m, el cual, cada cierta longitud, estaba reforzado por torres ortogonales, en un total de 10, sobre todo en los lados norte y oeste que eran más accesibles. Había tres torres en el lado sur: dos protegían la gran puerta del lado SO que comunicaba directamente con el teatro y el santuario y la otra una entrada más pequeña en la mitad de la muralla sur. Otras dos torres protegían la otra gran puerta, la del NE. Otra pequeña entrada estaba en el este y conducía a la llanura de Ioánnina. Se conserva en buen estado. Tenía una anchura de 3,5 m y se conservan las “bisagras” de los dos batientes de la puerta. En la acrópolis se distinguen varios cimientos de edificios que aún no han sido investigados todavía al igual que una cisterna subterránea, excavada en la roca. Parece que la acrópolis podía dar cobijo a unos 1.000 habitantes. El visitante que entraba al recinto desde el fondo del valle, es decir, desde el sur, tenía la vista del teatro y del muro de la acrópolis bajo el cual destacaban los templos y, principalmente, el templo de Zeus con la encina sagrada. Atravesando la puerta suroeste del recinto, que se excavó en parte por Karapanos, tenía a ambos lados una stoa jónica con innumerables ofrendas y estatuas de bronce a lo largo de ellas. Subía la escalinata de un muro de contención escalonado y se encontraba en la terraza con los edificios de culto.
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