“Lo que está dentro del muro del santuario un sueño me prohibió describirlo, y es evidente que a los no iniciados no les es lícito ni siquiera conocer aquellas cosas que les está prohibido ver” (Pausanias. La Desripción de Grecia. Libro I, 38,4)
Desde el enlace de Eleusis en la autopista se coge directamente la calle Eleutheriou Venizelou. La calle finaliza en Iroon Polytechneiou la cual cogemos girando a la izquierda. Continuamos, y la sexta a la derecha es Nicolaidou, que nos lleva al yacimiento.
El sitio de Eleusis ha estado ocupado desde el Heládico medio (1900 – 1600 a.C.). En el Heládico reciente (1580 – 1100 a.C.) los hábitats se suceden tanto en la cima como en las laderas de la colina. Uno de estos hábitats del HR II (1500 – 1425 a.C.) parece que puede identificarse con el reino del personaje legendario Kéleos, hijo de Eleusis, fundador de la ciudad. Durante su reinado, según el Himno homérico a Deméter, se construyó el primer templo a la diosa y se creó el santuario de Eleusis. El edificio situado en el ángulo NE del Telesterion, y que responde al nombre de “mégaron B”, se ha identificado como ese primer templo dedicado a Deméter. A causa de su posición estratégica (cruce de caminos de las rutas que llevaban a Atenas, Peloponeso, Beocia y el norte de Grecia) Eleusis se opuso rápidamente a los reinos vecinos, sobre todo al reino de Atenas. La rivalidad entre Atenas y Eleusis llegó a su apogeo durante el reinado de Erecteo. Los tracios, comandados por Imárados hijo de Eumolpo, y los eleusinos fueron derrotados por Erecteo. Erecteo e Imárados murieron. Después del combate, los Eumólpidas no parece que hubieran abandonado Eleusis. Su participación en los combates les valió un privilegio: será entre ellos entre los que se elegirá al “hierophante”, gran sacerdote responsable de los misterios de Deméter. A la muerte de Erecteo su reino fue presa de un periodo de turbulencias políticas, situación que supieron aprovechar los habitantes de Eleusis para recobrar su libertad. Sin embargo, durante el reinado de Teseo, Eleusis fue anexada al estado ateniense, a la vez que otras nueve villas, y forma el demos de la tribu de Hipothoontide que conserva, sin embargo, alguno de sus privilegios en la celebración de los Misterios. Durante el periodo geométrico (1100 – 700 a.C.) el culto a Deméter continuaba en el mégaron micénico. A finales del periodo geométrico (760 a.C.), Grecia fue asolada por hambrunas. Después de consultar al oráculo de Delfos, los habitantes de Eleusis decidieron consagrar una fiesta y un sacrificio a Deméter para aplacar su cólera. Es en esta época en la que se construye un muro de circunvalación que engloba al Telesterion y al Ploutoneion. Estos acontecimientos son el preludio del reconocimiento del culto eleusino en toda Grecia. Cuando Kylón (632 a.C.) intentó adueñarse de Atenas, Eleusis recobró su independencia, pero por poco tiempo. Bajo Solón (600 a.C.) Eleusis fue de nuevo anexada por el estado ateniense. Una de las leyes promulgadas por Solón hizo de los Misterios una de las fiestas atenienses. El santuario se dotó de un nuevo Telesterion conocido bajo el nombre de Soloneion. El gran patio que se extiende sobre sus lados este y sur servía de marco a diversas ceremonias en honor de os dioses. El muro de circunvalación, más largo que el precedente fue construido para proteger el santuario y los Misterios y prohibir el acceso a los no iniciados. Durante la época de Pisístrato y sus hijos (550 – 510 a.C.), el santuario adquiere un apogeo sin precedentes; su renombre se extiende por toda Grecia. Los arquitectos dieron al Telesterion un aspecto monumental. El antiguo templo de planta larga y estrecha, destinado a albergar la estatua cultual, fue abandonado y una sala hipóstila cuadrada fue construida para servir de sala de iniciación. El santuario y la ciudad de Eleusis fueron rodeadas por una muralla, que era, en cierta forma, una prolongación de las fortificaciones de Atenas. La entrada principal al santuario y los lugares sagrados de la topografía de Eleusis (el pozo Kallichoros, el Ploutoneion, la Roca Triste) están todos situados al norte, en dirección a Atenas. Durante las guerras médicas, los soldados de Jerjes y de Mardonios destruyeron el templo en el 479 a.C. La construcción de un nuevo Telesterion, que permanecerá inacabado, y la adición de nuevos edificios al NE del santuario, son trabajos que se atribuyen a Cimón. Comenzados después de la batalla de Platea, en el 479 a.C., continúan hasta el exilio de Cimón en el 461 a.C. Entre los trabajos está la construcción de un nuevo muro en el este que rodeaba una gran zona auxiliar. El muro tenía dos puertas en puntos en los que la muralla más reciente se unía con la anterior: el primero era una entrada secreta por la torre del sudeste, y el otro era un propileo monumental al norte. Desde la segunda mitad del siglo V a.C. el santuario de Eleusis fue incluido en el vasto programa de construcciones de Pericles. Se construyó un nuevo Telesterion, más suntuoso que los precedentes, se prolongó hacia el NE el muro de circunvalación de Cimón y se agrandó el santuario. Durante la guerra del Peloponeso, los enemigos de Atenas respetaron el santuario. En el transcurso de la guerra civil que desgarrará a Atenas durante los años 404 – 403 a.C., los Treinta y sus aliados se replegaron al interior de la fortificación del santuario, recobrando así Eleusis su independencia de Atenas. Pero ella volverá a ser miembro de la confederación ateniense tras el derrocamiento de la tiranía de loa Treinta. En la segunda mitad del siglo IV a.C., cuando Atenas recupera su perdida pujanza, un nuevo programa de actividades arquitectónicas tiene lugar en el santuario. El patio del Telesterion fue prolongado hacia el sur deviniendo inútil el trozo sur del recinto de Pericles. Se construye entonces, para proteger el patio sur la llamada muralla de Licurgo (360 a.C.) y, para proteger el oeste del santuario el llamado diateichisma de Licurgo. Al este del Telesterion fue erigido el pórtico de Filón, mientras que un nuevo santuario de Plutón sustituyó al antiguo Ploutoneion. La época helenística, bajo el reinado de los sucesores de Alejandro, una guarnición macedonia se instaló en el santuario. El ceremonial de iniciación fue modificado para permitir a Demetrio Poliorcetes el ser iniciado en un día. El santuario de Eleusis conoció una última época de prosperidad bajo el imperio romano. LOS MISTERIOS. Según el himno homérico, poema escrito hacia el 600 a.C., la diosa Deméter, buscando a su hija Perséphone, a la que había raptado Plutón, llegó a Eleusis, bajo el aspecto de una anciana. Todo ello pasó durante el reinado del rey Kéleos, en la época micénica. La diosa, inconsolable, se sentó sobre el pozo de las vírgenes para descansar. Las hijas de Kéleos la encontraron allí y la ofrecieron hospitalidad en su palacio. Agradecida, se ofrece a educar a Demophón, hijo de Kéleos. Frota el cuerpo del niño con la ambrosía y la noche y, secretamente le hace pasar por el fuego para hacerle inmortal. Sorprendida por el cambio de su hijo, la reina Metanira hace vigilar a Deméter durante la noche. Cuando un día ve pasar a su hijo a través del fuego echa a la anciana del palacio. La diosa revela entonces su verdadera identidad y ordena a Keleos que la levante un templo al pie de la acrópolis y de su alta muralla, sobre el espolón rocoso que contiene el pozo de Kallichoros. Furiosa contra los dioses y los hombres, Deméter se encierra en el templo y envía la sequía y el hambre sobre la tierra. Este azote se prolongó hasta que la diosa consiguió traer a su lado a su hija Perséphone y asegurar su morada durante seis meses al año en el mundo terrenal. Entonces, Deméter, feliz, devolvió a la tierra su fertilidad. Enseñó a los habitantes de Eleusis los ritos augustos, la manera de cultivar la tierra, asegurándoles, de esta manera, el bienestar natural. El culto a Deméter difiere del resto de los cultos del mundo antiguo porque supone una selección de los fieles y también porque los iniciados juran guardar silencio sobre todo lo que vean y sientan y sobre todo lo que se les enseñe. El secreto absoluto que rodeaba a este culto le valió el nombre de Misterios de Eleusis. Todo lo que conocemos hoy en día de estos Misterios atañe solamente al aspecto exterior de la fiesta. En sus orígenes, el culto a Deméter era familiar y local, pero una vez que Eleusis pasó a formar parte de Atenas, se extendió al conjunto del mundo griego. Desde el momento en que los atenienses dieron a los Misterios de Eleusis una dimensión panhelénica (en época de Pisístrato) se celebraron dos veces al año: en primavera, durante el mes de Asthesterion (marzo), se desarrollaban en Agra, suburbio ateniense situado en la orilla izquierda del rio Ilissós. Eran los llamados Pequeños Misterios que suponían el primer grado de la iniciación. Los sacerdotes, elegidos entre las familias sacerdotales de Eleusis – los Eumólpidas y los Kérykes – preparaban a los fieles que habían de recibir la iniciación durante el desarrollo de los Grandes Misterios. Estos se celebraban en el mes de Boedromión (septiembre) en Eleusis. Se prolongaban durante nueve días, duración equivalente al peregrinaje de Deméter. El primer día de los Grandes Misterios, el 14 del mes, los fieles realizaban sacrificios sobre los altares de las diosas y en la fosa o eschara, escavada en el patio del santuario. Seguidamente formaban un cortejo a cuyo frente marchaba la sacerdotisa de la diosa, llevando en un cofre los objetos sagrados que se transportaban solemnemente, siguiendo la Vía Sagrada, al Eleusinion del Ágora, bajo la Acrópolis de Atenas. El 15 de Boedromión, en el pórtico Poikilé en el Ágora de Atenas, el hierokéryix procedía a la πρόρρηση o proclamación oficial del comienzo de la ceremonia. De ella estaban excluidos los asesinos, los sacrílegos y todos aquellos que no hablaban la lengua griega. El día 16 tenía lugar la ceremonia del baño sagrado, durante la cual los fieles entraban en el mar en Fáliro, y el sacrificio de los cochinillos. El 17, los sacrificios se hacían en el Eleusinion de Atenas. Los personajes ilustres de la época tenían derecho a no comenzar la iniciación en los Misterios hasta el día 18, en recuerdo de Asclepio que llegó tarde a la ceremonia. El día 19, la procesión de los fieles denominada Iacchos, por el nombre del carro del dios Iacchos que conducía el cotejo, conducía los objetos sagrados a Eleusis, siempre siguiendo la Vía Sacra. En diversos puntos del recorrido, donde se levantaban altares y templos, los peregrinos hacían sacrificios y cantaban himnos. El cortejo entraba seguidamente en el gran patio del santuario. Aquí los sacerdotes recibían a los peregrinos y durante toda la noche se ejecutaban danzas en honor de la diosa. El 20 y el 21 la ceremonia se desarrollaba en el Telesterion que servía de marco a una especie de drama sagrado, τα δρώμενα (reconstrucción del rapto de Perséfone): se pronunciaban las fórmulas místicas (τα λεγόμενα) y los objetos sagrados referidos como (τα δεικνύμενα) eran revelados a los fieles. El 21 los peregrinos alcanzaban el tercer y último grado de la iniciación. Solo aquellos que habían sido iniciados un año antes en los Misterios, llamados mystes, tenían derecho a acceder al tercer grado o “εποπτεία”. En el transcurso de estas revelaciones el hierophante les descubría la “στάχυν εν σιωπή τεθερισμένον” (la espiga cortada en silencio) considerado como el más grande de los Misterios. El 22 los mistes hacían libaciones en honor de los muertos utilizando vasijas especiales, plemochoés, conteniendo el líquido sagrado. El 23, los mistes volvían a su casa, moralmente enriquecidos, felices, menos aterrorizados por la muerte y confiando en una vida mejor.
Deméter perdió para siempre su alegría cuando la joven Core, posteriormente llamada Perséfone, le fue arrebatada. Hades se enamoró de Core y fue a pedir a Zeus permiso para casarse con ella. Zeus temía ofender a su hermano mayor con una negativa categórica, pero sabía que Deméter no le perdonaría si Core era enviada al Tártaro. En consecuencia, contestó políticamente que no daría ni negaría su consentimiento. Esto animó a Hades a raptar a la joven mientras ésta recogía flores en una pradera en Eleusis. Deméter buscó a Core sin descanso durante nueve días y noches, sin comer ni beber y llamándola inútilmente durante todo el tiempo. La única información que pudo obtener se la dio la vieja Hécate, quien a primera hora de una mañana había oído a Core gritar: «¡Un rapto, un rapto!», pero al correr en su ayuda no había encontrado ni rastro de ella. El décimo día, tras un desagradable encuentro con Posidón entre los rebaños de Onco, Deméter llegó disfrazada de anciana a Eleusis, donde el rey Kéleos y su esposa Metanira la recibieron hospitalariamente y la invitaron a quedarse allí como nodriza de Demofonte, el príncipe recién nacido. Su hija coja, Yambe, trató de consolar a Deméter con versos cómicamente lascivos y el ama seca, la vieja Baubo, le indujo, mediante una broma, a beber agua de cebada. «¡Oh, qué ávidamente bebes!», exclamó Abante, un hijo mayor de Kéleos, mientras Deméter tragaba el jarro de agua de cebada, sazonada con menta. Deméter le lanzó una mirada torva y lo metamorfoseó en un lagarto. Un poco avergonzada de sí misma, Deméter decidió prestar un servicio a Kéleos haciendo a Demofonte inmortal. Esta noche lo sostuvo sobre el fuego para quemar su mortalidad. Metanira, que era hija de Anfictión, entró por casualidad en la sala antes que terminara el procedimiento, y rompió el hechizo, por lo que Demofonte murió. «¡Qué desafortunada es mi casa!», se lamentó. «Seca tus lágrimas —le dijo Deméter—. Todavía te quedan tres hijos, entre ellos Triptólemo, a quien me propongo otorgar tan grandes dones que olvidarás tu doble pérdida.» Pues Triptólemo, que cuidaba el ganado de su padre, había reconocido a Deméter y le había dado la noticia que necesitaba: diez días antes de esto sus hermanos Eumolpo, pastor, y Eubuleo, porquerizo, estaban en el campo, donde pacían sus animales, cuando la tierra se abrió de pronto y tragó a los puercos de Eubuleo ante sus propios ojos; luego, con un fuerte ruido de cascos, apareció un carro tirado por caballos negros y se hundió en la grieta. El rostro del conductor del carro era invisible, pero con el brazo derecho abrazaba fuertemente a una muchacha que gritaba. Eubuleo refirió el acontecimiento a Eumolpo y éste lo hizo tema de un lamento. Provista con este testimonio, Deméter llamó a Hécate. Juntas fueron a ver a Helio, quien todo lo ve, y le obligaron a admitir que Hades había sido el malvado, sin duda con la connivencia de su hermano Zeus. Deméter estaba tan enojada que, en vez de volver al Olimpo, siguió recorriendo la tierra, impidiendo que los árboles dieran frutos y que crecieran las hierbas, hasta que la raza de los hombres estuvo en peligro de extinción. Zeus, a quien la vergüenza no permitía visitar a Deméter personalmente en Eleusis, le envió primeramente un mensaje con Iris (del que ella no hizo caso alguno) y luego una delegación de dioses olímpicos, con regalos conciliatorios y rogándole que aceptara su voluntad. Pero ello no quiso volver al Olimpo y juró que la tierra seguiría estéril hasta que Core fuera devuelta. Zeus sólo podía hacer una cosa. Envió a Hermes con un mensaje para Hades: «Si no devuelves a Core estamos todos perdidos», y con otro para Deméter: «Puedes tener de nuevo a tu hija, con la única condición de que todavía no haya probado la comida de los muertos.» Como Core se había negado a comer ni siquiera un mendrugo de pan desde su rapto, Hades se vio obligado a disimular su vejación diciendo amablemente a Core: «Hija mía, pareces sentirte desdichada aquí y tu madre llora por ti. Por lo tanto, he decidido enviarte a tu hogar.» Core dejó de llorar y Hermes la ayudó a subir a su carro. Pero en el momento en que partía para Eleusis, uno de los jardineros de Hades, Ascálafo, comenzó a gritar irrisoriamente: «Habiendo visto a la señora Core tomar una granada de un árbol de tu huerto y comido siete semillas, estoy dispuesto a atestiguar que ha probado el alimento de los muertos.» Hades sonrió con sarcasmo y ordenó a Ascálafo que se encaramara a la parte trasera del carro de Hermes. En Eleusis, Deméter abrazó alegremente a Core, pero al enterarse de lo de la granada se sintió más desalentada que nunca y repitió: «No volveré al Olimpo ni anularé mi maldición de la tierra.» Entonces Zeus instó a Rea, la madre de Hades, Deméter y él mismo, a que le suplicara, y por fin se llegó a una transacción. Core pasaría tres meses del año en compañía de Hades como Reina del Tártaro, con el título de Perséfone, y los nueve meses restantes con Deméter. Hécate se ofreció a asegurar que se cumpliera ese acuerdo y a vigilar constantemente a Core. Deméter consintió finalmente en volver al Olimpo. Antes de salir de Eleusis instruyó a Triptólemo, Eumolpo y Kéleos (juntamente con Diocles, rey de Peras, quien durante todo ese tiempo había buscado asiduamente a Core) en su culto y sus misterios. Pero castigó a Ascálafo por su chismorreo arrojándolo a un agujero y cubriéndolo con una roca enorme; de allí lo sacó finalmente Heracles y ella lo transformó entonces en un buho de orejas cortas. A Triptólemo le proporcionó grano para sembrar, un arado de madera y un carro tirado por serpientes, y lo envió recorrer el mundo para que enseñara a la humanidad el arte de la agricultura. Según Graves, Core, Perséfone y Hécate eran, claramente, la diosa en Tríada como la Doncella, Ninfa y Vieja, en una época en que solamente las mujeres practicaban los misterios de la agricultura. Core representa al grano verde, Perséfone a la espiga madura y Hécate al cereal cosechado. Pero Deméter era el título general de la diosa y a Core se le ha dado el nombre de Perséfone, lo que confunde la fábula. El mito de la aventura de Deméter en el campo tres veces arado indica un rito de la fertilidad que sobrevivió hasta una época reciente en los Balcanes: la sacerdotisa del cereal se unía públicamente con el rey sagrado en la siembra de otoño con el fin de asegurar una buena cosecha. En Ática se araba el campo primeramente en la primavera, luego, después de la cosecha del verano, se araba transversalmente con una reja más ligera; y finalmente, después de ofrecer sacrificios a los dioses de la labranza, se volvía a arar en la dirección original durante el mes otoñal de Pianepsión, como preliminar para la siembra. Perséfone (de phero y phonos, «la que trae la destrucción») era, según parece, el título de la ninfa cuando sacrificaba al rey sagrado. El título de Hécate («un centenar») se refiere, al parecer, a los cien meses lunares del reinado de éste y a la cosecha céntuple. El rapto de Core por Hades forma parte del mito en el que la trinidad helénica de dioses se casa forzosamente con la triple diosa pre-helénica: Zeus con Hera, Zeus o Posidón con Deméter, y Hades con Core. Esto se refiere a la usurpación masculina de los misterios agrícolas femeninos en los tiempos primitivos. El mito de Triptólemo, el niño que sustituía al rey sagrado, sacrificado para aplacar a la diosa de la vegetación. Ese mismo sustituto aparece en la leyenda de Triptólemo, quien viajaba en un carro tirado por serpientes y llevaba sacos de cereal, para simbolizar que su muerte traía consigo la abundancia. Triptólemo (triptolmaios, «tres veces osado») puede ser un título concedido al rey sagrado por haberse atrevido tres veces a arar el campo y tener coito con la sacerdotisa del cereal. Eumolpo representa a los pastores cantores que introducían al niño, Triptólemo es un vaquero al servicio de Io, la diosa Luna como vaca, que regaba el grano para sembrar, y Eubuleo un porquerizo al servicio de la diosa Marpesa, Forcis, Cere o Cerdo, la diosa Cerda, que hacía germinar al cereal. Eubuleo fue el primero que reveló la suerte de Core, porque «porquerizo», en el mito primitivo europeo, significa adivino o mago. Así a Eumeo («buscando bien»), el porquerizo de Odiseo, se le llama dios («deiforme»), y aunque en la época clásica hacía mucho tiempo que los porquerizos habían dejado de ejercer su arte profético, todavía se sacrificaban cerdos a Deméter y Perséfone arrojándolos por un precipicio natural. Yambe y Baubo personifican las canciones obscenas en metro yámbico que se cantaban para aliviar la tensión sentimental en los Misterios Eleusinos, pero Yambe, Deméter y Baubo forman la tríada familiar de doncella, ninfa y vieja. En el mito griego las nodrizas viejas representan casi siempre a la diosa como Vieja. Abante se transformó en un lagarto, porque los lagartos se encuentran en los lugares más cálidos y secos y pueden vivir sin agua; ésta es una anécdota moral que se relataba para enseñar a los niños el respeto por sus mayores y la veneración de los dioses. La historia de la tentativa de Deméter para hacer a Demofonte inmortal tiene su análoga en el mito de Medea y Tetis. Se refiere, en parte, a la difundida costumbre primitiva de inmunizar a los niños contra los malos espíritus con fuego sagrado pasado a su alrededor en el momento del nacimiento, o con una tapadera caliente colocada debajo de ellos; y en parte a la costumbre de quemar niños hasta darles muerte como un sacrificio sustitutivo del rey sagrado y confiriéndoles así la inmortalidad. Una prohibición primitiva recaía sobre los alimentos de color rojo, los que sólo se podían ofrecer a los muertos y se suponía que la granada había nacido —como la anémona escarlata de ocho pétalos— de la sangre de Adonis o Tammuz. Las siete semillas de granada representan, quizá, las siete fases de la luna durante las cuales los agricultores esperan que aparezcan los tallos verdes del cereal. Pero Perséfone comiendo la granada es originalmente Sheol, la Diosa del Infierno, devorando a Tammuz, mientras Ishtar (la misma Sheol en un aspecto diferente) llora para aplacar a su ánima. Las flores que, según Ovidio, recogía Core eran adormideras. Las semillas de adormidera eran utilizadas como un condimento del pan y las adormideras están asociadas naturalmente con Deméter, pues crecen en los sembrados, pero Core recoge o acepta adormideras a causa de sus cualidades soporíficas y de su color escarlata, que promete la resurrección después de la muerte. Está a punto de retirarse para su sueño anual. El último, y el más difícil, trabajo de Heracles fue sacar al perro Cerbero del Tártaro. Como medida preliminar, fue a Eleusis, donde solicitó que le permitiesen participar en los Misterios y llevar la corona de mirto. Dado que sólo se admitía a los atenienses, Teseo sugirió que lo adoptase cierto Filio. Filio lo hizo, y cuando Heracles quedó purificado de su matanza de los centauros, porque nadie que tuviera las manos manchadas con sangre podía presenciar los Misterios, le inició debidamente Museo, el hijo de Orfeo, actuando Teseo como su padrino. Pero Eumolpo, el fundador de los Misterios Mayores, había ordenado que no se admitiese a ningún extranjero, y en consecuencia los eleusinos, poco dispuestos a rechazar el pedido de Heracles, pero dudando de que su adopción por Filio lo calificara como un verdadero ateniense, establecieron los Misterios Menores para favorecerle. Otros dicen que Deméter misma le honró fundando en esa ocasión los Misterios Menores. Todos los años se realizaban dos series de Misterios eleusinos: los Mayores en honor de Deméter y Core, y los Menores en honor de Core solamente. Los Misterios Menores, una preparación para los mayores, son un recuerdo dramático del destino de Dioniso que realizan los eleusinos en Agre, junto al río Ilisós, en el mes Antesterión. Los ritos principales son el sacrificio de una cerda, que los iniciados lavan primeramente en el río Cántaro, y su subsiguiente purificación por un sacerdote que lleva el nombre de Hidrano. Luego tienen que esperar por lo menos un año para que puedan participar en los Misterios Mayores, que se realizan en Eleusis mismo en el mes de Boedromio, y además deben jurar ante el mistagogo que guardarán secreto antes de ser preparados para ello. Entretanto no se les permite entrar en el templo de Deméter y esperan en el vestíbulo durante las solemnidades. Según Graves, originalmente, los Misterios parecen haber sido la preparación del rey sagrado, en el equinoccio de otoño, para su próxima muerte en el solsticio hiemal (de aquí la corona de mirto premonitoria) en la forma de un drama sacro, que le avisaba qué podía esperar en el Infierno. Después de la abolición de los sacrificios del varón regio, una característica del matriarcado, los Misterios quedaron abiertos para todos aquellos a los que se juzgaba merecedores de la iniciación. Los Misterios Menores, que se convirtieron en una preparación para los Mayores, parecen haber sido un festival pelasgo independiente que se basaba también en la esperanza del renacimiento, pero se realizaba a comienzos de febrero, en la Candelaria, cuando los árboles echan por primera vez hojas, que es lo que significa «Antesterión». Teseo salió de Trecén para librar de bandidos el camino costero que llevaba de Trecén a Atenas. No quiso ir a Atenas desde Trecén por la ruta segura del mar, sino que insistió en viajar por tierra, impulsado por el deseo de emular las hazañas de su primo hermano Heracles, a quien admiraba mucho. No se proponía intervenir en pendencias, sino vengarse de todos los que se atrevieran a molestarle, ajustando el castigo al delito, como hacía Heracles. En Eleusis se encontró con Cerción, el arcadio, de quien algunos dicen que era hijo de Bronco y la ninfa Argíope, y otros que era hijo de Hefesto o Posidón. Desafiaba a los transeúntes a luchar con él cuerpo a cuerpo y luego los aplastaba con su fuerte abrazo. Pero Teseo lo levantó asiéndolo por las rodillas y, con gran complacencia de Deméter, que presenciaba el combate, lo arrojó de cabeza a tierra. La muerte de Cerción fue instantánea. Teseo no confiaba en la fuerza tanto como en la destreza, pues había inventado el arte de la lucha cuerpo a cuerpo, cuyos principios no habían sido comprendidos hasta entonces. En Eleusis se muestra todavía el lugar donde luchaba Cerción, situado en el camino que va a Megara, cerca de la tumba de su hija Álope, a la que se dice que violó Teseo. Según Graves, la fábula de Cerción se basa, al parecer, en una serie de imágenes que ilustraban la ceremonia de arrojar a un rey sagrado, como pharmacos, desde la Roca Blanca. Una escena, explicada como la lucha cuerpo o cuerpo de Teseo con Cerción, muestra al rey sagrado levantado al aire por su sucesor mientras la sacerdotisa de la diosa observa complacida. El nombre de Cerción lo relaciona con el culto del cerdo. Lo mismo sucede con sus padres: Branco se refiere al gruñido de los cerdos, y Argíope es un sinónimo de Fea. Fue sin duda Teseo el hijo de Posidón quien violó a Álope, es decir, suprimió el culto de la diosa Luna de Mégara como Zorra. En Eleusis, Hipólito, habiendo provocado los celos de Afrodita por su excesiva devoción a Ártemis, recibe de la diosa del amor el castigo de despertar en su madrastra, Fedra, una enconada pasión durante la celebración de los Misterios. Él se presentó vestido con túnica de lino blanco y el cabello enguirnaldado, y aunque sus facciones tenían una expresión dura, a ella le parecieron admirablemente severas.
Las excavaciones que han posibilitado la imagen actual del santuario comenzaron al principio del siglo XIX por iniciativa de la Sociedad de Diletantes, pero no se realizaron de forma sistemática hasta el 1882. Desde entonces hasta nuestros días las excavaciones han sido desarrolladas por la Sociedad Arqueológica de Grecia. Dado que en el yacimiento existen numerosos restos de la época romana solamente haremos una breve mención de ellos, centrándonos fundamentalmente en los restos de época griega. Antes de la entrada al recinto de las ruinas, después de haber atravesado el último tramo de la Vía Sacra en dirección sur, se encuentra una gran explanada que se extiende delante de los Grandes Propíleos, la entrada oficial norte del santuario. En esta explanada hay una gran cantidad de monumentos de la época romana (pórticos, arcos, fuente, templo, etc.). En la explanada los iniciados ejecutaban los ritos de purificación necesarios para entrar en el recinto sagrado. Al sur de la explanada, en el ángulo NE de los Grandes Propíleos, el pozo de Kallichoros (14) (“de las bellas danzas”), donde, según la tradición, bailaron por primera vez en honor de Deméter las mujeres de los eleusinos. Está construido con la piedra gris azulada de Eleusis y tiene forma poligonal. El orificio está formado por dos círculos concéntricos. Un muro lo rodea separándolo de la explanada que está situada a un nivel superior 1,35 m. Fue construido en la época de Pisístrato para sustituir a un pozo más antiguo (14 α), en uso hasta entonces, que estaba en el ángulo NE del Pórtico de Filón, y del que el Himno homérico nos da la descripción. La construcción de la muralla de Pisístrato restringió el espacio alrededor del pozo de modo que no podía servir de marco a las danzas ejecutadas por las mujeres en honor de Deméter. En el centro del lado sur de la explanada se levantan los Grandes Propileos, entrada principal al santuario en época romana que se elevaban sobre los restos de un propileo más antiguo: la Puerta de Cimón (16). Al oeste de los Propileos, delante de la muralla de Pisístrato (17, 18, 19, 20) que cerraba el santuario por este lado, se exponen algunos fragmentos arquitectónicos de los Propileos, así como del frontón norte decorado con el busto del emperador (quizás Marco Aurelio). A izquierda y a derecha de los Grandes Propileos se extienden las dependencias del santuario que parece que remontan a la época de Pisístrato y estuvieron en uso hasta el final de la antigüedad. Consisten fundamentalmente en almacenes para guardar las ofrendas de los fieles y en edificios dedicados a servicios administrativos. El conjunto este de las dependencias estaba limitado al suroeste por un tramo de la muralla de Pisístrato (21 y 22) y al norte por el muro de Cimón (23 y 24), construido precisamente para proteger esta nueva extensión del santuario. El recinto pisitrátida reemplazó y amplió un recinto anterior del periodo geométrico (750 a.C.) con unos muros mucho más sólidos, construidos con ladrillos de barro secados al sol, sobre zócalo de piedra poligonal. Una brecha que los persas abrieron en el muro fue reparada bajo el mandato de Cimón (470 – 461 a.C.) con mampostería de piedra caliza en hiladas estrechas y amplias alternativamente (pseudoisódomo), colocadas sobre el zócalo pisisitrátida. El muro de Cimón fue restaurado exteriormente en época romana y reforzado por un nuevo muro. En la parte este de las dependencias pueden verse los vestigios de una sala hipóstila triangular (30) que servía de silo y se construyó en la época de Pericles. La parte oeste de las dependencias limita al sur con la acrópolis y al norte y al oeste con el muro de Pisístrato (17, 18 y 19). Al suroeste, los cimientos de un edificio largo y estrecho, construidos en piedra gris azulada que pertenecía a los silos de Pisístrato (31) en los cuales se depositaban las ofrendas de los iniciados. Dejando los Grandes Propileos y las dependencias se encuentran los Pequeños Propileos, de época romana, como entrada propiamente dicha del santuario. Se levantan sobre el emplazamiento de la puerta fortificada (35) que data de la época de Pisístrato. Después de los Pequeños Propileos, un tramo de la Vía Sacra conduce hasta el Telesterion. A la derecha de los Pequeños Propileos encontramos el muro de sostenimiento del Ploutoneion (37), o santuario de Plutón, que data del siglo IV a.C. En el interior del recinto de planta rectangular se distinguen los cimientos de un pequeño mégaron in antis que ha sido identificado con el Ploutoneion (38). Data del siglo IV a.C. y reemplazaba a un templo más antiguo de la época de Pisístrato. Era aquí donde los fieles asistían a la reconstrucción dramática del retorno anual de Perséphone en Eleusis. Había también una gruta con dos cavidades de diferente tamaño. Era aquí en donde el Himno órfico situaba las puertas del Hades. Más al sureste se encuentra la Roca triste (41) (“Αγέλαστος Πέτρα”). Una tradición recogida por Calímaco nos informa que sobre esta roca se sentó Deméter para descansar cuando llegó a Eleusis. Más al sur aún y a la derecha de la Vía se distingue una roca en desplome. Era una especie de tesoro (42) destinado a recoger las ofrendas de plata de los fieles. En este punto el visitante verá al fondo a la izquierda un tramo del muro de Pisístrato (21 y 22). Se distinguen tres partes: los cimientos, de piedras planas; la base, construida de piedras poligonales gris azuladas de Eleusis; y la coronación de adobe visible bajo una estructura metálica. Otro tramo de él puede verse al sur del Telesterion, bajo el patio del Museo y prácticamente alrededor de toda la colina. Siguiendo la Vía Procesional en dirección sur se llega a la puerta norte del Telesterion (50), el monumento más sagrado e importante del santuario. La tradición hace remontar a la época micénica la construcción del primer Telesterion que servía de morada a Deméter. Más tarde, el lugar sirvió de marco a los eventos ligados a la vida de Deméter y Perséphone así como a la iniciación de los fieles en los misterios. Las ruinas del Telesterion que se presentan hoy ante nuestros ojos pertenecen a las cuatro últimas fases de su construcción. La forma cuadrada del templo se inspira en el plan de Iktinos cuya ejecución se detuvo por razones de las dificultades de la construcción y por la posterior muerte de Pericles. Según la tradición, después de la muerte de Pericles los trabajos se atribuyeron a tres arquitectos: Koroibos, al que se deben las 7 filas de 6 columnas (42 en total) que soportarían el piso superior. Acabó su obra tras la colocación del arquitrabe sobre los capiteles. Su obra fue continuada por Metágenes al que se le atribuye la construcción de un friso, posiblemente interior, y de un segundo piso de columnas. Por fin el tercer arquitecto, Xenocles, fue responsable de la techumbre y de un lucernario sobre el Anáktoron para el paso de la luz. En la época de Demetrios de Fáliro (317-307 a.C.) un pórtico fue construido en el lado este del Telesterion por el arquitecto eleusino Filón. De orden dórico, el Pórtico de Filón (51) alinea 12 columnas en la fachada y 2 en los pequeños laterales. En el centro del Telesterion se abría el Anáktoron (52), construcción rectangular de 14,2 m x 5,6 m donde se conservaban los objetos sagrados de Deméter, simbolizando la presencia de la diosa en el templo. La entrada al Anáktoron estaba prohibida; sólo el hierophante estaba autorizado a entrar allí para celebrar los ritos místicos y revelar los ιερά a los iniciados. En las sucesivas etapas de construcción del Telesterion y fueran cuales fuesen las dimensiones del edificio, el Anáktoron siempre estaba construido sobre el emplazamiento del mégaron micénico. Poco apropiada para la construcción de un templo, pero sin embargo consagrada como lugar de culto desde la construcción de la morada de Deméter en ese lugar, la vertiente este de la acrópolis, a causa de su inclinación, impuso, en una época tardía, el encontrar una solución de cómo agrandar permanentemente el emplazamiento para que se pudiera ir construyendo allí un Telesterion cada vez más grande. La solución consistió en la construcción de una plataforma artificial, en parte tallada en la vertiente rocosa de la colina al oeste y en parte conformada como un terraplén entre muros de sostenimiento sobre la ladera este, más inclinada. Este terraplén ha conservado las huellas de los cimientos que permiten recomponer la historia del Telesterion. Los cimientos de todos los edificios construidos sobre este emplazamiento, y anteriores a las cuatro últimas fases, son, en efecto, visibles en la trinchera abierta por los arqueólogos en la parte NE del Telesterion. El estrato inferior de esta trinchera conserva los vestigios de los cimientos del Mégaron micénico B (53). De forma rectangular, el mégaron estaba dividido en dos en sentido longitudinal por una fila de dos columnas y presentaba en fachada un pórtico con escalones. En la parte sur de la trinchera se distinguen los vestigios de dos muros paralelos. El primer muro construido en piedra gris azulada de Eleusis y con aparejo poligonal lésbico, ha sido identificado con el muro sur del Telesterion de Solón (54), de dimensiones 24 x 14 m. Se reconoce, igualmente, en el segundo tramo al sur, construido con bloques de poros, el muro sur del Telesterion de Pisistrato (55). Dicho Telesterion se componía de una sala de 25,3 x 27 m, en la que el techo estaba sostenido por 22 columnas jónicas. En el interior, a lo largo de los muros suroeste y norte, en una grada de nueve escalones, seguían los fieles el ritual de los Misterios. La sala estaba precedida al este por un pórtico de 27,25 x 4,55 m formado por diez columnas dóricas en la fachada y una columna más en cada lado corto. Muchos elementos arquitectónicos provenientes del entablamento se han conservado y la reconstrucción expuesta en la primera sala del museo, permite al visitante hacerse una idea bastante precisa del edificio. En el extremo este de la trinchera se han encontrado in situ cuatro bases de columnas construidas con diferentes tipos de piedra. Se han identificado como las columnas del Telesterion de Cimón (56) que sustituyó al de Pisístrato tras el incendio de los persas de 480 – 479 a.C. Se sabe poco de este Telesterion. Permaneció inacabado a causa del ostracismo de Cimón y fue abandonado en el 461 a.C. Era de planta rectangular (50 x 27 m) y la sala estaba recorrida por siete filas de tres columnas jónicas que soportaban el piso superior. Abandonando los vestigios de las diferentes fases del Telesterion, el visitante, después de haber atravesado el pórtico de Filón llegará al patio este del santuario (56*) que conserva muchos pedestales votivos grabados con dedicatorias. Este patio y el Telesterion están bordeados por el lado sur por el patio sur (57) que, con las dimensiones actuales, data del siglo IV a.C. En esta época el muro de circunvalación de Pericles deviene inútil por lo que se construye otro muro de circunvalación, llamado muro de Licurgo (58 a 61). Este muro, datado en el 360 a.C., reproduce el aparejo isodómico del muro de Pericles. Estaba constituido por un zócalo de cuatro hiladas en ligera disminución de piedra eleusina picada, sobre la que se colocó una serie de hiladas de toba amarilla. En la esquina SE del muro de Licurgo se aprecian los cimientos de un edificio rectangular alargado que se ha identificado con el Bouleuterion (67) del siglo IV a.C. Se compone de tres piezas formando la pieza central un semicírculo en su parte trasera. Aquí se reunía el Consejo de la ciudad y, a veces, la Asamblea de los 500 (Βουλή). Delante del edificio se levantan las estelas votivas consagradas a los personajes que estuvieron al servicio del santuario. Entre la torre sur de la muralla de Pericles (64) y la torre este de la muralla de Licurgo (59), se encuentran las ruinas de vasto edificio con seis compartimentos en el que el suelo está a un nivel inferior que el del patio. Parece que fueron almacenes (69) utilizados para guardar las ofrendas de los fieles. La Puerta Sur de la muralla de Licurgo (70), del siglo IV a.C., está protegida por una gran torre cuadrangular. Aquí terminaba la vía que accedía al santuario desde el puerto. Un poco más al oeste estaba la puerta más antigua correspondiente a la muralla de Pisístrato. Delante de la Puerta sur se encuentra la Casa Sagrada (78). Un atento examen de los restos ha permitido discernir las diferentes fases de construcción de este edificio que se remonta al Geométrico Reciente. Tenía una orientación N-S y estaba compuesto por tres piezas consecutivas abiertas al este y un corredor. Al principio del siglo IV a.C. el edificio fue reemplazado por una pequeña habitación cuadrada con altar. En la época de Pisístrato, el edificio fue destruido construyéndose un muro perimetral con aparejo poligonal. Dentro del recinto se erigió una nueva construcción con piedra de poros.
El museo se construyó en 1890 con los planos del arquitecto alemán Kaverau y fue ampliado en 1892 por el arquitecto griego J. Mousis. En la entrada del museo puede verse la estatua sin cabeza de Deméter (420 a.C.), que podría ser original de Agorácrito, un pupilo de Fidias, o si no de su taller. Se verá también el gran relieve de los dioses de Eleusis (el original está en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas). Se puede ver también el Gran relieve de Eleusis en el que se representa a Deméter, en presencia de Perséfone, que entrega a Triptólemo, rey de Eleusis, la semilla de trigo y le conmina a transmitir a los hombres el arte de la agricultura. Se trata de una copia del original del siglo V a.C. que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Es interesante también el bajo relieve votivo de Triptólemo en su carro con Deméter y Perséfone y un coro de fieles del siglo IV a.C. Otro relieve importante es el bajo relieve de Deméter sentada con Perséfone que porta antorchas (480 a.C.). Se descubrió al oeste de los Grandes Propileos. En la Sala 1 podemos ver un ánfora ática antigua del Pintor de Polifemo (650 a.C.) decorada con la escena en la que Ulises y sus compañeros ciegan al cíclope (arriba) y con Perseo perseguido por la Górgona (abajo). También, la estatua del frontón de una muchacha corriendo desde el santuario (480 a.C.) encontrada en la Casa Sagrada. La Sala 5 está dedicada a escultura romana. Destaca en esta sala la cariátide de los Pequeños propileos. La Sala 6 contiene vasos datados desde la edad del bronce al periodo arcaico tardío. Otras piezas importantes del museo son: Pinax (panel votivo de terracota) dedicado por un tal Ninnion, en el que se representa, en la parte de abajo, a Iacchos presentando a Deméter a los mistes o iniciados, en la primera fase de los Grandes Misterios. En la parte de arriba, Perséphone presenta a Deméter los iniciados en los Pequeños Misterios. Se trata de una réplica del original del siglo IV a.C. que se encuentra en el Museo Nacional de Atenas. Crátera del Telesterion, en donde se representa a Deméter en un carro de cuatro caballos. Obra del 520 a.C.
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