“…y en el lugar en el que la serpiente desapareció hay altares de Asclepio y crecen olivos alrededor de ellos.” (Pausanias. La Descripción de Grecia. LibroIII, 7).

La carretera general que sale desde Esparta hacia el sur pasa por Amyklés. Continuando esta carretera un enlace nos lleva a otra carretera que comunica las localidades de Dafni y Skala. Pasando Skala un desvío a la derecha nos lleva hasta Malaoi y Sikea, y pasando Sikea un desvío a la izquierda nos lleva hasta Ágios Ioannis y después hasta el yacimiento y la playa de Pori.

Sobre una colina, y al lado de la actual carretera se alzan las ruinas de la antigua ciudad de Epidauro Limerá. No existe camino de acceso. Pausanias nos habla de la fundación de la ciudad en los siguientes términos: “Los de Epidauro Limerá dicen que no son descendientes de los lacedemonios, sino de los de Epidauro en la Argólide, pues, cuando navegaban a Kos junto a Asclepio por una misión pública, arribaron a este lugar de Laconia y se quedaron en virtud de un sueño que tuvieron, y se establecieron aquí. Dicen también que se llevaron con ellos de su casa de Epidauro una serpiente, pero se les escapó de la nave y al escaparse desapareció no lejos del mar y, como consecuencia de la visión de los sueños y del portento de la serpiente, decidieron quedarse a vivir allí; y en el lugar en que la serpiente desapareció hay altares de Asclepio y crecen olivos alrededor de ellos.” El lugar estuvo habitado ya en tiempos prehistóricos, en el periodo Neolítico. Durante la época micénica, en el lugar de la acrópolis, puede que hubiera un asentamiento de gran duración en el tiempo, aunque hasta ahora no se han encontrado restos. Sabemos de su existencia por las tumbas de cámara encontradas en las zonas cercanas de Agía Tríada, Vanvakiá y Paleokastro que cubren un periodo que abarca desde el s. XV a.C. hasta el s. XI a.C. Durante la época arcaica y la clásica perteneció a Esparta, siendo durante la época clásica la ciudad más importante de la costa este de la península de Malea. Fue destruida dos veces durante la guerra del Peloponeso por los atenienses, en los años 424 y 414 a.C. y se amuralló probablemente en el siglo IV a.C. La ciudad gozó de esplendor durante el periodo imperial

Existía el culto a Ino Leucotea como divinidad auxiliadora de los navegantes. En su honor se arrojaban panes de cebada a una laguna próxima a la ciudad y al mar, interpretándose como señal de buen agüero que el agua se los tragara. Pero si el pan era enviado a la superficie se consideraba que era una mala señal.

Nunca se han realizado excavaciones aquí y ni siquiera han sido expropiadas las fincas que tienen dos o tres casetas dentro de las murallas, en el lugar en el que, lógicamente, tiene que encontrarse el ágora de la antigua ciudad. Sus impresionantes murallas construidas en el siglo IV a.C. se encuentran en muy buen estado. Están construidas con un sistema trapecial no usual y se conservan en una altura media de 2 m. En algunos tramos de la base de la muralla, ésta aparece construida de acuerdo con el sistema poligonal. Cada cierta longitud la muralla estaba reforzada con pequeñas torres cuadradas, mientras que torres circulares se alzaban en las esquinas NE Y SE de la muralla de la ciudad, hacia el lado de la costa. Dos puertas pueden hoy reconocerse en la muralla. Una está ubicada en el lado este de la acrópolis y la otra en su lado SO y conecta con la antigua vía que conducía a Esparta. Según Pausanias, dignos de ver en la ciudad eran un santuario de Afrodita, una imagen de piedra de Asclepio en pie, un templo de Atenea en la acrópolis y, delante del puerto, uno dedicado a Zeus Sóter.

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