“Estínfalo, su fundador, fue tercer descendiente de Arcade, hijo de Calisto.” (Pausanias. La Descripción de Grecia. Libro VII, 22, 1.)

(DESDE NEMEA) Se sigue la carretera que va hacia Aidonia, Galatás y Platani. Pasado este último pueblo, y a una distancia de 9 km, un desvío nos lleva hasta Estinfalía. Superada esta localidad, llegamos al Museo Medioambiental de Estinfalía. Frente al museo sale una trocha que recorre todo el yacimiento.

Dicen que la ciudad fue fundada por Estínfalo, tercer descendiente de Arcade, hijo de Calisto. Dicen también, que la llanura estinfálida la convirtió en laguna Ártemis en castigo por la falta de devoción de los estinfálidos en la celebración de sus ritos. En realidad, los restos de la ciudad que se conservan pertenecen al 350 a.C. y debió levantarse sobre un antiguo asentamiento.

En Estinfalía, Alfeo, divinidad fluvial hijo de Océano y Tetis, sorprende durante el baño a la ninfa Aretusa. Enamorado de ella, la persigue a través del Peloponeso hasta las costas jónicas. Aretusa cruza el mar y se refugia en la isla de Sicilia, cerca de Siracusa, donde Ártemis la transforma en fuente. Las aguas del Alfeo cruzan también el mar para fundirse en la isla con las de Aretusa. En Estinfalía, Hera es criada por Témeno, hijo de Pelasgo, quien más tarde erige en honor de la diosa tres santuarios bajo la advocación de Niña, Novia y Viuda. Según Graves, como Hera era la diosa del año vegetativo, primavera, verano y otoño (simbolizado también por la luna nueva, llena y vieja) se le rendía culto en Estinfalía bajo las advocaciones mencionadas. El templo de Estinfalía era uno de los pocos subsistentes en la época clásica en que todas las personas de la tríada lunar llevaban el mismo nombre. El sexto trabajo de Heracles: Las aves estinfálidas. Consistió en eliminar a las innumerables aves de pico, alas y garras de bronce y devoradoras de hombres, consagradas a Ares, que, asustadas por los lobos del Barranco de los Lobos en el camino de Orchomenós, habían buscado refugio en las aguas de la laguna de Estinfalía, constituyendo una amenaza para los hombres, el ganado y los campos. Heracles, en un principio, no sabe como hacerlas salir de la espesura, pero la diosa Atenea le proporciona unos címbalos de bronce forjados por Hefesto que el héroe hace resonar con fuerza desde el monte contiguo al pantano; de este modo, las naves emprenden la huída en desbandada, consiguiendo Heracles flechar en su vuelo a algunas de ellas. Según Graves, el trabajo glorifica a Heracles como curador que expulsa a los demonios de la fiebre, identificados con las aves del pantano. Son en realidad sirenas con patas de ave, personificaciones de las fiebres; y los címbalos eran utilizados en la antigüedad para ahuyentar a los demonios de la fiebre.

La acrópolis amurallada se encontraba en la colina baja que existe al lado de la carretera. Dice Pausanias que aquí estaba en santuario de Ártemis Estinfalia. La imagen estaba hecha de madera en su mayor parte dorada. En el techo estaban representadas las aves estinfálidas. También había allí doncellas de mármol blanco con piernas de pájaro de pie detrás del templo. Quizás pertenezcan a este templo algunos de los cimientos descubiertos aquí. El arqueólogo Anastasios Orlando excavó entre 1924 y 1930 en la ladera sudoeste de la colina y sacó a la luz algunas ruinas del ágora, de unas gradas, de un templo y de una fuente. Todos los restos pertenecen a los finales de la época clásica y principios de la helenística (s. IV – III a.C.). La Universidad British Columbia, bajo el patrocinio del Instituto de Arqueología Canadiense de Atenas ha realizado las correspondientes investigaciones topográficas y geográficas en el lugar desde 1982 hasta 2008. Recorriendo el yacimiento de oeste a este lo primero que encontramos son restos de la antigua muralla (s. IV a.C.) de la que se conservan, también los restos de antiguas torres. Los restos de una antigua puerta, la llamada Puerta de Fliunte (s. IV a.C.), nos dan idea de su magnitud. El santuario de Atenea estaba compuesto por dos templos y un altar. A continuación, se llega a la explanada de los templos con un santuario, gradas, propileos y una fuente. Las gradas eran utilizadas por las mujeres cuando iban a llenar sus cántaros a la mencionada fuente. En el santuario han salido a la luz cientos de joyas (la mayoría de bronce) que constituyen una de las mayores colecciones que se han encontrado nunca en suelo griego. Ofrendas de oro y plata fueron robadas por los romanos en el 146 a.C. Una clepsidra de piedra asegura la existencia de ágora o juzgados. Dos altares permanecen aún en pie. Además, ha aparecido un pedestal de estatua. En el extremo de la colina pueden verse dos aberturas rectangulares y profundas que posiblemente fueran tumbas. Asimismo, restos urbanos aparecen en el NE y un poco antes restos también de la antigua ciudad que hoy se encuentran sumergidos.

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