“La fuente Hiperea está en medio de la ciudad de los fereos, que pertenecía a Eumelo”. (Estrabón. Geografía. Libro IX, 5, 18)
La antigua ciudad de Ferés se encuentra a 17 km de Volos. Un enlace en la autopista PATHE nos conduce a la localidad de Velestino en donde se encuentra el yacimiento. Los restos de la antigua ciudad se encuentran dispersos dentro del entramado urbanístico de la actual ciudad y en sus alrededores.
La ciudad de Ferés era una de las ciudades más grandes e importantes de Tesalia. Era, además, un importante nudo de comunicaciones. Se encontraba sobre el camino que conducía desde Παγασές y el golfo Pagasitikós hacia el interior de Tesalia, principalmente hacia Lárisa. El lugar estuvo habitado durante la época del Neolítico Antiguo. Hacia el 3000 a.C. se habitó la propia ciudad que atraía a sus habitantes por su amurallamiento natural y por el agua del antiguo manantial denominado fuente Hipereia, en la cual, de acuerdo con la mitología se bañó Hera para recobrar su virginidad. El núcleo de la ciudad de Ferés fue la llamada Μαγούλα (asentamiento sobre una pequeña colina) Μπακάλη. Desde este punto, y con el paso de los años, el asentamiento fue extendiéndose hacia el N, NE, E, SE y S formándose así la ciudad de Ferés. El primer periodo de esplendor tuvo lugar entre los años 1900 y 1600 a.C. siendo ya su extensión bastante grande. Evolución y cima de este esplendor tuvo lugar durante el periodo micénico (1600 – 1100 a.C.) con el cual se relacionan importantes mitos tesalios. A finales del periodo, la ciudad decae como sucede con todos los asentamientos micénicos. Durante los periodos protogeométrico y geométrico (s. X – s. VIII a.C.), época de desórdenes poblacionales en Tesalia, Ferés es el único asentamiento potente en la zona del SE de la llanura tesalia. La ocupación de la ciudad continuó durante la época arcaica y tuvo un nuevo periodo de esplendor durante la época clásica. La ciudad de Ferés acuña sus primeras monedas de plata a principios del siglo V a.C. A finales de este siglo, con el desarrollo de una fuerte clase urbana y a causa de los conflictos sociales y las reestructuraciones que tiene lugar en suelo tesalio, se instaura el régimen tiránico de Licofrón (405/4 a.C.) que cuenta con el apoyo de las clases sociales más altas. Jasón sucedió a Licofrón en la tiranía de Ferés en el 371 a.C. Fue hombre de extraordinario talento estratégico que indujo a muchos pueblos confinantes a aliarse con él y convenció a los tesalios de que podían aspirar a la hegemonía de Grecia. Concluyó, además, una alianza con Amintas, el rey de los macedonios. Pero Jasón murió asesinado en el verano del 370 a.C. por su hermano Polidoro que le sucedió en el poder supremo y gobernó durante un año. Éste después fue también asesinado y le sucedió su hermano Polifrón que gobernó durante otro año. El tercero en importancia de los tiranos tesalios, Alejandro, actuó de manera salvaje con su propio pueblo. Su tiranía se prolongó hasta el otoño de 358 a.C. año en que Alejandro fue asesinado por su propia esposa, Tebe, y los hermanos de ella que se proclamaron tiranos. Los Alévadas se opusieron a los tiranos y años después atrajeron como aliado a Filipo, rey de los macedonios. En el 354 a.C. Filipo derrota a los tiranos y se proclama líder del Común de los tesalios y la región entra bajo su influencia durante un siglo y medio (salvo el pequeño paréntesis que supuso la liberación de la ciudad por Demetrio Poliorcetes en el 302 a.C.) para ser finalmente “liberada” por los romanos tras la batalla de Cinocéfalos (197 a.C.). Con la restauración del “Común de los tesalios” los de Ferés consiguen nuevamente la jefatura por medio de Pausanías Echekratous (196/5 a.C.). La ciudad se abandonó en el siglo I d.C.
Ferés fue fundada por Ferés, hijo de Creteo y padre de Admeto y Licurgo. El reino de Ferés es heredado por Admeto, quien tiene durante un año a su servicio al dios Apolo, obligado por Zeus a servir a un mortal como castigo por haber dado muerte a tres de los cíclopes. No se sabe por qué Admeto omitió el acostumbrado sacrificio a Artemis antes de casarse con Alcestis, pero la diosa se apresuró a castigarle. Cuando, animado por el vino, ungido con esencias y enguirnaldado con flores, entró esa noche en la cámara nupcial, Admeto retrocedió horrorizado. En el lecho matrimonial no le esperaba una bella novia desnuda, sino un nudo enmarañado de serpientes sibilantes. Admeto corrió gritando en busca de Apolo, quien intervino bondadosamente ante Artemis en favor de él. Después de ofrecerse inmediatamente el sacrificio olvidado, todo quedó arreglado y Apolo incluso obtuvo la promesa de Artemis de que, cuando llegara el día de la muerte de Admeto, se le perdonaría la vida con la condición de que un miembro de su familia muriese voluntariamente por amor a él. Ese día fatídico llegó más pronto de lo que esperaba Admeto. Hermes se introdujo en el palacio una mañana y le citó para el Tártaro. Se produjo una consternación general, pero Apolo gano un poco de tiempo para Admeto emborrachando a las Tres Parcas, y así aplazó el corte fatal del hilo de su vida. Admeto corrió apresuradamente a ver a sus ancianos padres, se asió a sus rodillas y suplicó a cada uno de ellos por turno que le cedieran lo que les quedaba de vida. Pero ellos se negaron rotundamente, alegando que la vida les placía mucho todavía y que él debía conformarse con su suerte, como hacía todo el mundo. Entonces, por amor a Admeto, Alcestis se envenenó y su alma descendió al Tártaro, pero Perséfone consideró que estaba mal que una esposa muriese en vez de su marido. «¡Vuelve al aire superior!», exclamó. Algunos refieren las cosas de un modo diferente. Dicen que Hades fue personalmente en busca de Admeto y que, cuando éste huyó, Alcestis se ofreció voluntariamente a ocupar su lugar, pero Heracles se presentó inesperadamente, de camino a Tracia para cumplir su octavo trabajo, con una nueva clava de acebuche y la salvó. Según Graves, Artemis se oponía al matrimonio monogámico porque pertenecía al culto pre-heleno en el que las mujeres se emparejaban promiscuamente fuera de sus clanes; por eso los helenos la propiciaban con sacrificios nupciales portando antorchas en su honor. La práctica patriarcal de inmolar a la viuda en la hoguera, de la que dan testimonio los mitos de Evadne y Políxena, nació de la costumbre indo-europea que prohibía a las viudas volver a casarse; una vez que se mitigó esta prohibición, la inmolación de la viuda en la hoguera se hizo menos atractiva. En la primera versión de este mito Perséfone rechazaba el sacrificio de Alcestis. Perséfone representa el punto de vista matriarcal. En la segunda versión Heracles lo prohibía y era elegido como instrumento de la voluntad de Zeus, es decir, de la ética patriarcal, basándose en que en una ocasión perturbó el Infierno y salvó a Teseo. El olivo silvestre servía en Grecia para expeler las malas influencias.
Las primeras excavaciones y estudios en el lugar empezaron a principios del siglo XX por arqueólogos importantes de la época. Χρ. Τσούντας, A. Wace y M. Thompson se ocuparon de la topografía prehistórica de la zona; Ν. Γιαννόπουλος de las epigrafías; mientras que Απ. Αρβανιτόπουλος y Y. Béquignon, durante la primera mitad del siglo XX realizaron las primeras excavaciones de los monumentos de los tiempos históricos, paralelamente con las investigaciones topográficas de las cuales se ocuparon, además, Fr. Stahlin, E.Kirsten y A. Philippson. En los últimos años del pasado siglo se dio un gran empujón a la investigación y al estudio de la zona de la antigua Ferés principalmente por parte de Δ.Ρ. Θεοχάρης y de Ευ. y Ο. Κακαβογιάννης. Se han localizado bastantes santuarios dedicados a diversas divinidades, tanto dentro como fuera de las murallas de la ciudad. Un lugar central en los cultos de Ferés lo ocupaba la diosa Εν(ν)οδία, principal divinidad de la ciudad. Hoy en día, los restos visibles de la antigua Ferés son pocos. Las dos colinas de la acrópolis, “Μαγούλα Μπακάλη” (1) y la colina de Αγ. Αθανάσιος (2) se alzan al SO de la antigua ciudad y al oeste del actual Velestinos. Sobre la segunda colina se han excavado y se conservan en buen estado los restos de la muralla de la época clásica, de un espesor medio de 3,5 m con torres ortogonales y una puerta, de construcción esmerada y robusta que data del siglo IV a.C. De un santuario de la acrópolis procede un altar con los nombres grabados de seis divinidades (que se expone en el Museo Arqueológico de Volos) y los restos de estatuas de Atenea y Afrodita. En otro santuario dedicado a las divinidades ctónicas, fuera de las murallas, se encontró una estatua doble de Deméter y Kore. La muralla se conserva también en buen estado en su parte sur y más fragmentada en el lado SE de la antigua ciudad. En los otros lados de la ciudad antigua el trazado de la muralla es incierto. Se cree que los límites naturales de la ciudad de los tiempos históricos, en la época de su mayor desarrollo, eran hacia el oeste el Μαχαλόρεμα y hacia el este el arroyo Μαλούκα; mientras que hacia el sur la ciudad llegaba hasta la ermita de Αγ. Μηνάς (10). Se trataba, pues, de una ciudad bastante extensa en cuyo centro se encontraba, como nos dice Estrabón, la fuente Hipereia (3). Este antiquísimo manantial puede verse hoy en día en el centro de Velestinos, formando un pequeño lago, dentro del cual y en sus alrededores se conservan restos de la antigua construcción. En el extremo N de la antigua ciudad se conservan restos del llamado Templo de Zeus Thaulios (4), que se excavó durante el primer cuarto del siglo XX. Este templo quizás perteneció al santuario de Εν(ν)οδία, la divinidad principal de Ferés, cuyo culto tenía relación con los difuntos. Se trata de uno de los pocos templos excavados en Tesalia. Era un templo períptero, de estilo dórico, de 6 x 12 columnas, que se construyó a finales del siglo IV a.C. Hoy puede verse únicamente el tramo SE de la krepida pues el resto ha sido totalmente destruido. Los pocos restos arquitectónicos de su estructura que han llegado hasta nosotros (columnas, capiteles, arquitrabes, cornisas) nos dan una imagen incompleta de su forma. Hacia el SE del templo hay cimentaciones de monumentos votivos (templetes, pedestales de estatuas). En este lugar existió un templo más antiguo, de la época arcaica, y del que algunos de sus elementos arquitectónicos se utilizaron en el templo del siglo IV a.C. Quizás, incluso, hubiera aquí un templo aún más antiguo del periodo geométrico o de los primeros años de la época arcaica. Lo que es seguro que durante el periodo geométrico el lugar se utilizó como cementerio. Las tumbas eran simples cistas construidas con placas de esquisto con muy poco o ningún material funerario. En la zona norte de la antigua ciudad se extendía probablemente el ágora (5), o una de las ágoras de Ferés. Un importante hallazgo es un tramo de la stoa de época helenística con los tambores más bajos de las columnas en su primitiva situación, sobre el estilóbato. Las columnas, de estilo dórico, y probablemente toda la stoa se quedaron a medio construir. Muy importantes, a la vez que muy fragmentados, son los restos que reflejan la vida diaria y el trabajo de los antiguos fereos. Han salido a la luz restos de casas de diferentes épocas, particularmente en la zona SE de la ciudad. En buen estado se conservan las ruinas de las viviendas de la última fase de ocupación, es decir de finales del periodo helenístico y principios de la época romana. Asimismo, parece que había una especial dedicación de los habitantes a la fabricación de cerámica como muestra la aparición de varios hornos de diferentes épocas. Durante el periodo helenístico esta actividad se concentró en una determinada zona en el sur de la ciudad, el llamado barrio de los ceramistas (6). Los cementerios de época clásica y helenística se encuentran vecinos a los ejes de comunicación con las antiguas ciudades. El cementerio SE (8) se extendía por el lugar que ocupa actualmente el estadio de Velestinos, al lado de la carretera hacia Fthiótides Thives. El cementerio SO (7) empieza inmediatamente después del Μαχαλόρεμα, al lado de la carretera hacia Lárisa. Aquí se ha excavado un túmulo que contenía tumbas tipo cajón construidas con placas bien trabajadas y decoradas de mármol. Estas tumbas contenían un rico material funerario. Los hallazgos que han proporcionado las excavaciones en la ciudad se encuentran en el Museo Arqueológico de Volos, en el Museo Arqueológico Nacional y en una pequeña colección arqueológica en Velestinos.
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