“También ese mismo verano (423 a.C.) se quemó el templo de Hera en Argos; la sacerdotisa Críseida había colocado una lámpara encendida junto a las guirnaldas y se había dormido: así no se dio cuenta de que todo ardía y era consumido por las llamas. “ (Tucídides. Historia de la Guerra del Peloponeso. IV, 133, 2)

Se sale de la autopista Corinto – Trípoli en el enlace de Nemea con dirección Argos. Pasamos el pueblo de Papoutsaiika y después el desvío a Micenas. Una carretera a la izquierda nos lleva al yacimiento.

En una pequeña colina del monte Eubea se encontraba el pueblo de Prósimna, vecino y dependiente de Micenas. Se comunicaban por un camino de 5 km de longitud; restos tanto de este del camino como de pequeños puentes sobre los torrentes quedan aún hoy. Numerosas tumbas en forma de tálamo, excavadas en una amplia área del noroeste del Heraion (en el camino de Micenas) ponen de manifiesto la prosperidad de Prósimna a principios del periodo micénico. Poco después de las guerras persas, los argivos destrozaron ambos pueblos, pero antes de la disputa que causó la destrucción de estos pueblos los argivos se habían apropiado del culto de Hera Prosimnea. Abrieron un nuevo camino desde la ciudad hasta el santuario, de 8 km aproximadamente de longitud, cayendo en desuso el antiguo de Micenas al Heraion. El santuario dedicado a Hera era uno de los lugares de adoración más conocidos en el mundo griego.

Hera era hija de Crono y Rea. Crece en el santuario en compañía de sus nodrizas Acrea, Eubea y Prósimna, hijas las tres del río Asterión. Aquí fue sacerdotisa Ío, hija del río Ínaco. Requerida de amores por Zeus, Ío despierta los celos de Hera, por lo que el dios para ocultarla decide transformarla en vaca. Aun así, Hera no se deja engañar y le pide a su esposo que le regale la res, poniéndola a continuación bajo la celosa custodia de Argos Panoptes. Zeus, queriendo recuperarla, encarga la misión a Hermes, quien consciente de no poder burlar la vigilancia del guardián de los 100 ojos, recurre a hacerlo dormir tocando el caramillo y aprovecha su sueño para darle muerte. A partir de entonces, Hermes portará el nombre de Argifontes (matador de Argos.) Hera, viéndose vencida, recoge los ojos de Argos y los coloca en la cola del pavo real; después, en venganza, envía sobre Ío un tábano que la aguijonea sin cesar haciéndola emprender una loca huída. Según Graves, los argivos adoraban a la luna como vaca porque consideraban a la luna nueva cornuda como la fuente de toda agua y por lo tanto del pienso del ganado. En lo referente a la naturaleza del culto que se celebraba en el Heraion no está muy clara. Si leemos a Heródoto, en 1,31 cuenta que la madre de dos jóvenes Cleovis y Viton, que era sacerdotisa de Hera en este santuario, rogó a la diosa que diera a sus hijos lo que ella considerase que era “άριστον ανθρώπω”, esto es, “lo mejor para el hombre” y la diosa les dio la muerte a los dos, que habían dormido aquella noche en el interior del templo. Esto nos hace pensar que el culto en el Heraion tenía que ver con una iniciación secreta en los misterios de la muerte.

En el Heraion de Argos no existían ruinas visibles por lo que Schliemann no se interesó por él. Una limitada excavación realizada por A.R. Ragavis y C. Bursian en 1854 sacó a la luz los primeros fragmentos de las esculturas del templo de Hera del siglo V a.C. En 1892, Charles Waldstein, que había sido director de la Escuela de Arqueología Americana de Atenas, empezó una excavación más intensiva. El culto empezó sobre el 720 a.C. en el llamado “templo antiguo” de Hera y continuó, sobre 680 a.C. en un segundo templo que se construyó modificando el anterior. La sección más antigua del conjunto de edificios está en la terraza superior (B); está tallada parcialmente en roca y en parte se apoya en un gran muro erigido a finales del siglo VIII a.C. con bloques de conglomerado. Los restos de dos pórticos (g) son visibles al pie de la terraza; se construyeron a finales del siglo VII y principios del VI a.C. (uno pequeño al este y otro mucho más grande al oeste) entre los cuales está la escalera de acceso. Del segundo templo (segunda mitad del siglo VII a.C.) sólo se conserva una parte del estilobato. El templo antiguo era períptero, con una planta muy larga (6 x 14 columnas de madera), pronaos y opistodomos in antis, y fue destruido por un incendio provocado por la negligencia de la sacerdotisa Criseida en el 423 a.C. Los restos del altar (h) se encuentran detrás del edificio. Los argivos, tras apropiarse del culto de Hera, construyeron un nuevo templo en el nivel inferior. Una escalinata (a) monumental conduce a la terraza inferior (A), que está sostenida en tres lados por un sólido muro. Éste esta construido a base de peldaños desde los que los fieles podían ver la procesión que llegaba desde Argos guiada por la alta sacerdotisa de Hera que, sentada en una carreta tirada por bueyes, era seguida por un centenar de animales destinados al sacrificio. En la parte alta de los escalones había un pórtico (b) con 19 columnas dóricas delante y 9 jónicas en el interior. En el lado norte, el área central se cerraba por otros dos pórticos (g) cuyas fachadas daban al templo. Estos pórticos disponían también de dos columnatas, una en la fachada y otra a lo largo del interior. El templo (c) (tercer templo por orden cronológico en el santuario) fue erigido por el arquitecto argivo Eupólemo entre el 420 y el 410 a.C., si bien se conserva muy poco de él. Era de estilo dórico períptero (6×12 columnas) de dimensiones 39,5 x 20 m, con naos y pronaos. Tenía tejas y esculturas decorativas de mármol de Paros. Los frontones estaban decorados con el nacimiento de Zeus (cara este), en honor al esposo de Hera, y la conquista de Troya (oeste), en honor a Agamenón que se proclamó comandante en jefe del ejército en este santuario. Las metopas mostraban una gigantomaquia y una amazonomaquia. La naos albergaba la estatua de oro y marfil de Hera entronizada (420-417 a.C.), del escultor argivo Policleto. Era tan majestuosa que rivalizaba con la de Zeus que había construido Fidias para el templo de Zeus Olímpico. Tenía unos 8 m de altura y era mostrada con una corona en la cabeza. En una mano llevaba una granada y en la otra un cetro con un cuco esculpido en la parte superior que fue la forma en que Zeus se unió con Hera la primera vez. En efecto, un día en que Hera estaba sentada sola en la montaña provocó Zeus una tormenta muy fuerte, se transformó en cuco y se puso a cantar desconsoladamente al lado de Hera. A Hera le dio pena el pajarito y lo resguardo de la lluvia bajo su falda. Hera tras la violación se vio obligada a casarse con él por vergüenza. A su lado había otra estatua crisoelefantina de Hebe, obra del escultor Naukides, discípulo de Policleto. Además, había también dos imágenes muy antiguas de la diosa, una de ellas pertenecientes quizás al templo antiguo y la otra una figura de madera de peral (xoanon) que los argivos habían retirado del templo de Hera cuando la ciudad de Tirinto fue destruida. El katagogeion (d) (sala oficial de banquetes) se encuentra al oeste del templo con un gran patio peristilo al lado norte del cual había tres salas con klinai de ladrillo junto a los muros. Detrás de la sala de banquetes, pero a un nivel más alto, se alzaba un pórtico (e) que señalaba el confín occidental del santuario clásico. En el lado oriental había un edificio rectangular (f) dividido en tres naves por columnas y un pórtico delante. Su función se desconoce, pero pudo haberse usado para ceremonias relacionadas con los misterios (Telesterion). El santuario fue reconstruido durante el periodo helenístico, pero un declive en las actividades de culto llevó probablemente a trasladar las festividades en honor de Hera a Argos. Durante la época romana el santuario cobró nuevamente notoriedad cuando se construyeron baños (i) y un gimnasio (j) para los usuarios del templo en el lado occidental de la zona.

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