“La perra Mera, aullando por el difunto Icario, mostró a Erígone el lugar donde su padre yacía insepulto, y ésta, al llegar allí, se dio muerte colgándose de un árbol sobre el cuerpo de su progenitor.” (Higino. Fábulas. 130)
El acceso al yacimiento se hace a través del enlace de Agios Stéfanos de la E – 75. Se coge Λεωφόρος Θησέως hasta la plaza Ναρκίσσου. Aquí cogemos Λεωφόρος Διονύσου. Hacia el final de la calle un desvío en la margen izquierda de la calle lleva a Rapendosa. Cogiendo el desvío, el yacimiento se encuentra en la margen izquierda.
El lugar en donde está el yacimiento pertenecía en la antigüedad al demos de Ikaria, un importante demos de la antigua Atenas, que se extendía a los pies del monte Pendélico. Rapendosa en Diónisos fue el núcleo urbano en donde estaba instalado el centro religioso denominado Ikarion, donde, según la tradición, Ícaro acogió al dios Diónisos y le enseñó el cultivo de la vid. De Ikário era el poeta Tespis, el primer poeta trágico, que sentó las bases de la antigua tragedia en el siglo VΙ a.C., introduciendo en el ditirambo dionisíaco la interpretación y el uso de la máscara. La época de mayor esplendor del Ikarion fue el siglo IV a.C., pero se han encontrado bastantes hallazgos que datan del periodo arcaico (s. VII – VI a.C.).
Aunque Éneo fue el primer mortal al que Dioniso dio una vid, Icario se le anticipó en hacer vino. Ofreció una muestra del que había hecho como prueba a un grupo de pastores en el bosque de Maratón al pie del monte Pentélico, y los pastores, que no lo mezclaron con agua como más tarde aconsejó Enopión, se emborracharon de tal modo que lo veían todo doble, se creyeron hechizados y dieron muerte a Icario. Su perra Mera estaba observando mientras ellos lo enterraban bajo un pino, y luego condujo a su hija Erígone a la tumba tirándole de la túnica y excavó el cadáver. Erígone, desesperada, se colgó del pino, rogando que las hijas de Atenas sufrieran la misma suerte que ella mientras Icario no fuera vengado. Sólo los dioses la oyeron y Dionisos decidió castigar a los atenienses haciendo que sus hijas sigan la misma suerte que Erígone. Los pastores huyeron al otro lado del mar, pero muchas doncellas atenienses fueron halladas colgadas de un pino tras otro, hasta que el oráculo de Delfos explicó que era Erígone quien exigía su vida. Inmediatamente buscaron y ahorcaron a los pastores culpables y se instituyó el actual Festival de la Vendimia, durante el cual se hacen libaciones a Icario y a Erígone mientras unas muchachas se columpian en cuerdas colgadas de las ramas del árbol, apoyando los pies en pequeñas plataformas; así fue como se inventaron los columpios. De las ramas cuelgan también máscaras que giran al impulso del viento. La imagen de la perra Mera fue puesta en el firmamento por Dioniso como la constelación del Can Menor; en consecuencia, algunos identifican a Icario con Bootes y a Erígone con la constelación de Virgo. Según Graves, Mera era el nombre que se daba a la esposa de Príamo, Hécabe o Hécuba, después de su transformación en una perra, y como Hécuba era en realidad Hécate, la diosa Muerte de tres cabezas, las libaciones hechas a Erígone e Icario estaban probablemente destinadas a ella. Al valle en que se realizaba esa ceremonia se le llama ahora «Dioniso». La explicación del mito parece ser que es que, cuando el Can Menor estaba en ascensión los pastores de Maratón sacrificaban a uno de ellos como víctima anual a la diosa llamada Erígone. Icario significa «del Mar Icario», es decir, de las Cicladas, de donde llegó al Ática el culto de Atis. Posteriormente se le superpuso el culto de Dioniso; y la fábula del suicidio de las muchachas atenienses puede haber tenido por finalidad explicar las máscaras de Dioniso que colgaban de un pino en medio de una viña, las cuales giraban al impulso del viento y se suponía que hacían fructificar las vides hacia las que se volvían. A Dioniso se le representaba habitualmente como un joven de cabello largo y afeminado, y sus máscaras sugerirían la idea de mujeres ahorcadas. Pero es probable que se colgase previamente de árboles frutales muñecas que representaban a la diosa de la fertilidad Ariadna o Helena. La costumbre de columpiarse las muchachas en el festival de la vendimia pudo haber sido mágica en su intención original; quizás el vuelo semicircular del columpio representaba la salida y la puesta de la luna nueva. Esta costumbre puede haber sido llevada al Ática desde Creta, pues un grupo de terracota descubierto en Agia Triada muestra a una muchacha columpiándose entre dos columnas, en cada una de las cuales está posado un pájaro. El nombre de Erígone lo explica el mitógrafo como «hija de la lucha» a causa de la perturbación que ocasionó, pero su significado obvio es «prole abundante», referencia a la cosecha abundante que producían las muñecas.
A finales del siglo XIX, en Rapendosa, un viajero alemán vio las ruinas de una iglesia cristiana (probablemente Agios Dionisios) en los muros de la cual encontró incorporados diversos elementos arquitectónicos de mármol pertenecientes a la antigüedad: epigrafías y hasta una estatua. Avisó a la Escuela Americana de Estudios Clásicos y el 30 de enero de 1888 empezaron las excavaciones bajo la dirección de Carl. D. Buck. Con los primeros hallazgos se confirmó que el lugar era el centro del demos de Ikaria, famoso por el culto de Diónisos. Se encontró incluso la estatua arcaica de culto del dios que lo representa sentado agarrando un cántaro beocio. (Museo Arqueológico Nacional de Atenas). Otro hallazgo importante fue la estela de mármol en relieve de un hoplita que recuerda a la estela del “Guerrero de Maratón”. (Museo Arqueológico Nacional de Atenas). Todo el material arquitectónico es de mármol local del periodo clásico (s. V y IV a. C.) o anterior. En el antiguo Ikario se celebraban todos los años, en el mes de Poseidón, las fiestas denominadas “εν αγροίς Διονύσια”. Después de las primeras excavaciones durante el periodo 1888 – 1889 y del hallazgo de importantes piezas, el lugar permaneció en el olvido. Casi 100 años después, en 1981 tuvo lugar una limpieza del lugar, la instalación de alguna señal y el levantamiento de algún plano por los arqueólogos. En 1997 aparecen denuncias de vandalismo pues el lugar sufrió destrucciones durante una noche. En 2001 hay un intento de promocionar el lugar, intento que empieza y termina con la reconstrucción del monumento corégico del siglo IV a.C. de los Αγνίας, Ξανθίππος, ΞανΘίδης. Finalmente, se realiza un nuevo vallado del recinto que permanece cerrado al público hasta nuestros días. Los cimientos de las diferentes estructuras del lugar pueden discernirse “in situ” con alguna dificultad. Siguiendo la falda de la colina hay unas gradas donde los espectadores de la antigua Dionisia se sentaban para ver las obras que tenían lugar en la orquestra, hoy definidas por seis fragmentos de tronos de mármol (K), destinados a los sacerdotes, en la parte de debajo de la ladera y por una fila de piedras (O) que soportaban el telón detrás del que los actores se cambiaban (escena). Esta área teatral se encuentra abajo a la derecha según entramos al lugar desde la carretera actual. A la izquierda de la orquestra hay una gran base (I) hecha de losas de mármol grandes y pequeñas. Esta puede ser la base del altar de Diónisos que siempre se levantaba cerca del teatro. Otra posibilidad es que se trate del altar de Apolo ya que el templo de Apolo Pitio (H) se levantaba justo a la izquierda. Justo delante se levantan muchas bases para ofrendas votivas (estatuas e inscripciones dedicadas al dios) y dentro de una habitación del templo se levanta el pedestal de la estatua de culto de Apolo de la que no se ha encontrado ningún vestigio. En la parte más baja del yacimiento están los restos de antiguos cimientos: a la izquierda están los restos del muro que rodeaba al santuario (E), en el centro dos grandes bases de mármol (B y C) delante de un edificio rectangular (D), posiblemente dedicadas, una, a la estatua de culto y otra al altar de Dionisos, colocadas frente a su templo (que sería el edificio D). A la derecha se encuentran los cimientos muy bien conservados de un monumento corégico (A) semicircular erigido por los tres mecenas, Αγνίας, Ξανθίππος, ΞανΘίδης, para recordar el triunfo de su obra en las “εν αγροίς Διονύσια” en algún momento del siglo IV a.C. Este monumento se utilizó como ábside de una capilla bizantina y en él está inscrito “Αγνίας Ξανθίππος, ΞανΘίδης νικήσαντες ανέθεσαν.”
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