“Iolkós está arrasada desde antiguo, pero fue de allí de donde Pelias despachó a Jasón y a la Argo”. (Estrabón. Geografía. Libro IX, 5, 15.)
En la autopista que va de Volos a Lárisa, a unos 5 km de Volos un enlace nos lleva al actual pueblo de Dimini. En las afueras del NO del pueblo, sobre una baja colina con excelente vista sobre el golfo Pagasitikós, se encuentran los asentamientos de Dimini y Iolkós.
En el Bronce Reciente, en la llanura hacia el mar al SE de la colina, se desarrolló un centro palacial y un importante asentamiento, que, posiblemente se identifica con el micénico Iolkós, ciudad desde la cual partió la mítica expedición de los Argonautas. El asentamiento se fundó a mediados del siglo XV a.C. sobre restos de viviendas del HM I y II (siglo XVII a.C.) y conoció su periodo de esplendor en los siglos XIV y XIII a.C. Comprende casas y talleres a ambos lados de una gran calle, en los cuales se han descubierto añadidos y espacios renovados que se corresponden con tres principales fases arquitectónicas. En la primera fase arquitectónica que data del periodo HR III A2 se instaló un gran horno cerámico en el extremo del asentamiento, al igual que una gran tumba de tholos que sería la última morada de los mandatarios locales. A principios del siglo XIII a.C., (HR III B1) se levantó el centro palacial, único en la región, en el que vivía una clase dirigente que concentraba en sus manos el poder judicial, religioso y económico, y que tuvo contactos con todo el mundo micénico conocido a través de un desarrollado sistema de intercambios comerciales. A mediados de ese mismo siglo (HR III B2) otra gran tumba de tholos se construyó en el asentamiento. El palacio está constituido por dos grandes mégara que están flanqueados por otros pequeños edificios y que conectan con un patio interior. El edificio se destruyó completamente por un gran incendio a finales del siglo XIII a.C. o principios del siglo XII a.C., mientras que a finales del siglo XIII a.C. (HR III C1) todos los edificios del asentamiento se abandonaron sin que se hayan encontrado rastros de catástrofe alguna. El lugar quedó desierto y se ha vuelto a ocupar sólo en los tiempos modernos.
Tiro, hija de Salmoneo, criada por su madrastra Sidero, quien la odiaba, se enamoró del río Enipeo. Posidón, disfrazado de río, invitó a Tiro a unirse con él en la confluencia del Enipeo y el Alfeo, y allí la sumió en un sueño mágico. Cuando despertó Tiro y se encontró violada, se quedó horrorizada por el engaño, pero Posidón se echó a reír y le dijo que corriera a casa y guardara silencio respecto a lo que había sucedido. Añadió que su recompensa serían dos hermosos mellizos, hijos de un padre mejor que un mero dios fluvial. Tiro se las arregló para mantener su secreto hasta que dio a luz los prometidos mellizos, entonces, incapaz de enfrentar la ira de Sidero, los abandonó en una montaña. Un cuidador de caballos que pasó por allí los llevó a su hogar, pero no sin que antes su yegua madre coceara al mayor en el rostro. La esposa del cuidador de caballos crió a los niños, dio el coceado a la yegua para que lo amamantara y le llamó Pelias; el otro, al que llamó Neleo, adquirió su naturaleza salvaje de la perra que le sirvió como madre adoptiva. Pero algunos dicen que a los mellizos se los encontró a la deriva en el Enipeo en un arca de madera. Tan pronto como Pelias y Neleo descubrieron el nombre de su madre y se enteraron de cuan despiadadamente había sido tratada se dispusieron a vengarla. Sidero se refugió en el templo de Hera, pero Pelias la mató mientras ella se asía a los cuernos del altar. Esta fue la primera de las muchas afrentas que hicieron a la diosa. Tiro se casó más tarde con su tío Creteo, fundador de Iolkós, con quien tuvo a Esón, padre del argonauta Jasón; él adoptó como hijos a Pelias y Neleo. Cuando murió Creteo los gemelos se pelearon; Pelias se apoderó del trono de Iolkós, desterró a Neleo y mantuvo a Esón preso en el palacio. Después de la muerte del rey eolio Creteo, Pelias, hijo de Posidón, que era ya anciano, se apoderó del trono de Iolkós, que pertenecía a su hermanastro Esón, el heredero legítimo. Un oráculo le advirtió poco después que le mataría un descendiente de Eolo, por lo que Pelias dio muerte a todos los eolios prominentes a los que se atrevió a atrapar, con excepción de Esón, a quien perdonó la vida por respeto a su madre Tiro, pero al que retuvo preso en el palacio obligándole a renunciar a su herencia. Ahora bien, Esón estaba casado con Polimela, llamada también Anfínome, Perimede, Alcímede, Polimede, Polifema, Escaria o Arne, quien le dio un hijo llamado Diomedes. Pelias habría matado al niño sin misericordia, pero Polimela llamó a sus parientas para que lloraran por él como si hubiera nacido muerto, y luego lo sacó a ocultas de la ciudad y lo llevó al monte Pelión; allí el centauro Quirón lo crió, como había hecho antes, o como hizo después, con Asclepio, Aquiles, Eneas y otros héroes famosos. Un segundo oráculo advirtió a Pelias que se cuidara de un hombre con una sola sandalia. Un día en que se hallaba en la costa del mar con un grupo de príncipes aliados para hacer un sacrificio solemne a Posidón su mirada se fijó en un joven magnesio alto y de larga cabellera, vestido con una túnica de cuero muy ajustada y una piel de leopardo. Estaba armado con dos lanzas de ancha hoja y llevaba solamente una sandalia. Había perdido la otra sandalia en el fangoso río Anauro —al que algunos llaman equivocadamente Eveno o Enipeo— a causa de la estratagema de una vieja que, apostada en el otro lado del río, suplicaba a los transeúntes que la pasaran a la otra orilla. Nadie se compadecía de ella, hasta que aquel joven desconocido se ofreció cortésmente a llevarla en su ancha espalda. Pero se tambaleó bajo el peso, pues la vieja era nada menos que la diosa Hera disfrazada. Pelias había ofendido a Hera al no hacerle los sacrificios de costumbre y estaba decidida a castigarle por su negligencia. Cuando Pelias preguntó al desconocido rudamente: «¿Quién eres y cómo se llama tu padre?» el otro contestó que Quirón, su padre adoptivo, le llamaba Jasón, aunque anteriormente le llamaban Diomedes, hijo de Esón. Pelias le miró funestamente y le preguntó de pronto: —¿Qué harías si un oráculo te anunciase que uno de tus conciudadanos estaba destinado a matarte? —Lo enviaría a Cólquide en busca del vellocino del carnero de oro —contestó Jasón, sin saber que Hera había puesto esas palabras en su boca—. Y te ruego me digas con quién tengo el honor de conversar. Cuando Pelias reveló su identidad, Jasón no se alteró. Audazmente reclamó el trono que le había usurpado Pelias, aunque no los rebaños y vacadas que lo habían acompañado, y como le apoyaron firmemente su tío Peres, rey de Peras, y Amitaón, rey de Pilos, quienes habían ido a tomar parte en el sacrificio, Pelias no se atrevió a negarle sus derechos de nacimiento. —Pero antes —insistió— te exijo que libres a nuestro querido país de una maldición. Jasón se enteró entonces de que a Pelias le acosaba el ánima de Frixo, que había huido de Orcómeno una generación antes, montado en el lomo de un carnero divino, para evitar que lo sacrificaran. Se refugió en Cólquide, donde cuando murió se le negó el entierro adecuado; y según el oráculo de Delfos, el territorio de Iolkós, donde se habían establecido muchos de los parientes minias de Jasón, nunca prosperaría si su ánima no era conducida a su patria en una nave, juntamente con el vellón del carnero de oro. El vellón colgaba de un árbol en el bosque de Ares Cólquido, guardado noche y día por un dragón que nunca dormía. Pelias declaró que una vez que se realizase esa hazaña piadosa renunciaría de buena gana al reino, que se estaba convirtiendo en una carga para un hombre de edad tan avanzada como él. Jasón no podía negarle a Pelias ese servicio y en consecuencia envió heraldos a todas las cortes de Grecia pidiendo voluntarios dispuestos a embarcarse con él. También consiguió que el tespio Argo le construyera un navio de cincuenta remos; lo hizo en Págasas, con madera curada del monte Pelión; después de lo cual Atenea misma puso un mástil oracular en la proa del Argo, cortado del roble de su padre Zeus en Dodona. Muchas listas diferentes de los Argonautas —como se llama a los compañeros de Jasón— se han compilado en diversas épocas, pero los autores más fidedignos dan los siguientes nombres: Acasto, hijo del rey Pelias. Actor, hijo del focio Deyon. Admeto, príncipe de Peras. Anfiarao, el adivino argivo. Anceo el Grande de Tegea, hijo de Posidón. Anceo el Pequeño, lélege de Samos. Argo, el tespio, constructor del Argo. Ascalafo de Orcómeno, hijo de Ares. Asterio, hijo de Cometes, peloponense. Atalanta de Calidón, la virgen cazadora. Augías, hijo del rey Forbante de Elide. Butes de Atenas, el apicultor. Ceneo el lapita, quien en otro tiempo había sido mujer. Calais, el hijo alado de Bóreas. Canto de Eubea. Castor, el luchador espartano, uno de los Dioscuros. Ceteo, hijo del arcadio Aleo. Corono el lapita, de Girtón en Tesalia. Equión, hijo de Hermes, el heraldo. Ergino de Mileto. Estáfilo, hermano de Fano. Eufemo de Ténaro, el nadador. Euríalo, hijo de Mecisteo, uno de los Epígonos. Euridamente, el dólope, del lago Laynias. Palero, el arquero ateniense. Fano, el hijo cretense de Dioniso. Heracles de Tirinto, el hombre más fuerte que ha existido, ahora un dios. Hilas el dríope, escudero de Heracles. Idas, hijo de Afareo de Mesene. Idmón el argivo, hijo de Apolo. Ificlo, hijo del etolio Testio. ífito, hermano del rey Euristeo de Micenas. Jasón, el capitán de la expedición. Laertes, hijo del argivo Acrisio. Linceo, el vigía, hermano de Idas. Melampo de Pilos, hijo de Posidón. Meleagro de Calidón. Mopso el lapita. Nauplio el argivo, hijo de Posidón, célebre navegante. Oileo de Lócride, padre de Áyax. Orfeo, el poeta tracio. Palemón, hijo de Hefesto, etolio. Peleo el mirmidón. Peneleo, hijo de Hipálcimo, el beodo. Periclímeno de Pilos, el hijo de Posidón que cambiaba de forma. Peante, hijo de Táumaco el magnesio. Pólux, el pugilista espartano, uno de los Dioscuros. Polifemo, hijo de Élato, el arcadio. . Tífis, el piloto beocio de Sifas. Zetes, hermano de Calais, y nunca, ni antes ni después se ha reunido una tripulación tan valiente. Admeto, rey de Feras, tiene durante un año a su servicio al dios Apolo, obligado por Zeus a servir a un mortal como castigo por haber dado muerte a tres de los cíclopes. En Iolkós, consigue Admeto, con la ayuda de Apolo, uncir a su carro un jabalí y un león y dar la vuelta al estadio cumpliendo así con el requisito impuesto por el rey Pelias para obtener la mano de su hija Alcestis, con la que finalmente se casa. Tras hacerse con el vellocino, una noche de otoño los argonautas llegaron a la bien recordada playa de Págasas, pero no encontraron en ella a nadie que los recibiera. Pelias, confiando en que Jasón nunca regresaría de la Cólquide, se había atrevido a matar a los padres de Jasón, Esón y Polimela, y a un hijo infante, Promaco, nacido después de la partida del Argo. Pero Esón pidió permiso para quitarse él mismo la vida y, como se accedió a su súplica bebió sangre de toro y así expiró; después de lo cual Polimela se mató con una daga o, según dicen algunos, con una cuerda, después de maldecir a Pelias, quien despiadadamente hizo saltar los sesos de Prómaco golpeándole la cabeza contra el piso del palacio. Cuando Jasón se enteró de esos dolorosos acontecimientos por un barquero solitario, le prohibió que difundiera la noticia de la vuelta del Argo y convocó un consejo de guerra. Todos sus compañeros opinaron que Pelias merecía la muerte, pero cuando Jasón exigió un ataque inmediato a Iolkós, Acasto observó que no se podía esperar que él se opusiese a su padre, y los otros creyeron más prudente dispersarse, yendo cada uno a su propia patria, y allí si era necesario, reunir contingentes para una guerra en favor de Jasón. La verdad era que Iolkós parecía contar con una guarnición demasiado fuerte para que la atacase un grupo tan pequeño como el que ellos formaban. Habló, no obstante, Medea, quien se comprometió a dominar la ciudad ella sola. Pidió a los argonautas que se ocultaran con su nave en una playa boscosa y retirada desde la cual podía verse Iolkós. Cuando vieran ondear una antorcha en el techo del palacio esto significaría que Pelias había muerto, que las puertas estaban abiertas y que podían tomar la ciudad. Durante su visita a Anafe Medea había encontrado una imagen hueca de Artemis y la había llevado al Argo. Ahora vistió a sus doce esclavas feacias con extraños disfraces y las condujo, cada una de ellas llevando la imagen por turno, hacia Iolkós. Al llegar a las puertas de la ciudad, Medea, que se había dado el aspecto de una vieja arrugada, ordenó a los centinelas que la dejaran pasar. Gritó con voz chillona que la diosa Artemis había llegado del brumoso país de los Hiperbóreos en un carro tirado por serpientes voladoras para llevar la buena suerte a Iolkós. Los asombrados centinelas no se atrevieron a desobedecer, y Medea con sus esclavas, recorriendo las calles de la ciudad enfurecidas como ménades, despertaron a los habitantes provocando en ellos un frenesí religioso. Interrumpido su sueño, Pelias preguntó aterrado qué deseaba de él la diosa. Medea respondió que Artemis se disponía a agradecer su piedad rejuveneciéndolo, permitiéndole así engendrar herederos en lugar de su mal hijo Acasto, quien había muerto hacía poco tiempo en un naufragio frente a la costa de Libia. Pelias ponía en duda esta promesa, hasta que Medea, quitándose el aspecto de anciana que se había impuesto, se transformó otra vez en joven delante de sus propios ojos: «¡Tal es el poder de Artemis!», exclamó. Pelias observó luego cómo ella descuartizaba un viejo carnero de ojos legañosos en trece pedazos y los haría hervir en una caldera. Empleando ensalmos colquideos, que él tomó equivocadamente por hiperbóreos, e invocando solemnemente a Artemis para que le ayudase, Medea simuló que rejuvenecía al carnero muerto, pues un cordero retozón estaba oculto, junto con otros utensilios mágicos, dentro de la imagen hueca de la diosa. Pelias, completamente engañado, consintió en acostarse en un lecho, en el que Medea no tardó en dormirlo mediante encantamientos. Luego ordenó a sus hijas, Alcestis, Evadne y Anfínome, que lo despedazasen exactamente como ellas le habían visto hacer con el carnero, e hirviesen los pedazos en la misma caldera. Alcestis se negó piadosamente a derramar la sangre de su padre por buena que fuera la causa, pero Medea, dando una nueva prueba de sus poderes mágicos, convenció a Evadne y Anfínome para que manejaran sus cuchillos con resolución. Una vez terminado el trabajo, las llevó al tejado, cada una con una antorcha, y les explicó que debían invocar a la Luna mientras hervía la caldera. Desde su emboscada los argonautas vieron el lejano resplandor de las antorchas y, acogiendo de buena gana la señal, corrieron a introducirse en Yolco, donde no encontraron oposición. Jason, no obstante, temiendo la venganza de Acasto, le cedió el reino y no discutió la sentencia de destierro que pronunció contra él el Consejo de Ilkós, pues esperaba ocupar un trono más rico en otra parte. En los juegos fúnebres que celebro Jasón al día siguiente en honor al difunto rey, Pelias, Eufemo venció en la carrera de carros de dos caballos; Pólux en el pugilato, Meleagro en el lanzamiento de jabalina, Peleo en la lucha cuerpo a cuerpo, Zetes en la carrera pedestre más corta, y su hermano Calais (o, según dicen algunos, Ificles) en la más larga; y Heracles, que había vuelto de su visita a las Hespérides, en la lucha libre. Pero durante la carrera de carros de cuatro caballos, que ganó Yolao, el auriga de Heracles, Glauco, hijo de Sísifo, fue devorado por sus caballos, a los que Afrodita había enloquecido con hipómanes. En cuanto a las hijas de Pelias: Alcestis se casó con Admeto de Peras, con quien estaba comprometida desde hacía mucho tiempo; Evadne y Anfínome fueron desterradas por Acasto a Mantinea en Arcadia, donde, después de purificarse, consiguieron casarse honorablemente. Según Graves, Tiro era la Diosa Madre de los tirios y tirrenos y quizá también de los tirintios; el suyo es probablemente un nombre prehelénico, pero proporcionó a Grecia la palabra tyrsis («ciudad amurallada») y también la idea de «tiranía». Su maltrato por Sidero recuerda el de Antíope por Dirce, mito al que se parece mucho, y puede haber sido originalmente el testimonio de una opresión de los tirios por sus vecinos los sidonios. Se creía que el agua fluvial empreñaba a las novias que se bañaban en ella —el baño era también un rito purificador después de la menstruación o del parto— y es probable que se invocase al Enipeo de Tiro, como al Escamandro para perder la virginidad. El arca de Tiro en la que envió a los mellizos a la deriva por el Enipeo, debió de ser de madera de aliso, como el arca en que Rea Silvia envió a Rómulo y Remo flotando por el Tíber. La pelea de Pelias y Neleo, como la de Eteocles y Polinices, la de Acrisio y Preto, la de Atreo y Tiestes y otras parejas de reyes análogas, parece registrar el derrumbamiento del sistema por el cual el rey y su sucesor gobernaban alternativamente durante cuarenta y nueve o cincuenta meses en el mismo reino. Los cuernos del altar a los que se asió Sidero eran los que se fijaban habitualmente a la imagen de la diosa Vaca Hera, Astarté, Io, Isis o Hathor; y Pelias parece haber sido un conquistador aqueo que reorganizó por la fuerza el culto eolio de la diosa en la Tesalia meridional. El supuesto propósito de la expedición era recuperar un vellón sagrado que había sido llevado al «país de Eetes» por el rey Frixo, nieto de Minia, cuando estaba a punto de ser sacrificado en el monte Lafistio y acompañar al ánima de Frixo de vuelta a Orcómeno. Su jefe tuvo que ser un minia —lo que no era Diomedes, hijo de Esón—, quizá Citisoro, hijo de Frixo, y que mereció el sobrenombre de Jasón («curador») en Orcómeno cuando terminó con la sequía y la peste causadas por la huida de Frixo. Sin embargo, Diomedes era minia por parte de su madre; y es probable que la descendencia fuese matrilineal tanto en Orcómeno como en la Iolkós pelasga. Al mito no geográfico de Diomedes, ahora combinado con la leyenda de un viaje minia a la tierra de Eetes, se agregó un tercer elemento: la tradición de una incursión de piratería anterior a lo largo de la costa meridional del Mar Negro, realizada a las órdenes de otro rey minia. La sexta ciudad de Troya, con su dominio del Helesponto, gozaba del monopolio del comercio en el Mar Negro, al que esta incursión se habrá propuesto desafiar. Ahora bien, el supuesto objetivo de los minias en viaje por el Adriático era un vellocino, no de oro, sino, según Simónides, de púrpura, aquel «en el que Zeus solía ascender al cielo». Dicho de otro modo, era un vellón negro que se llevaba en un rito regio destinado a producir la lluvia, como el que se realiza todavía todos los primeros de mayo en la cumbre del monte Pelión, donde un anciano con una máscara de badana negra es muerto y resucitado por sus compañeros, vestidos con vellones blancos. Este rito se realizaba en la época clásica bajo los auspicios de Zeus Acteo o Aereo («de la cumbre»). Originalmente el hombre con la máscara de badana negra sería el Rey, representante de Zeus, que era sacrificado al final de su reinado. El empleo de la misma ceremonia en el monte Pelión y en el monte Lafistio explicaría la combinación de las dos tradiciones de Iolkós, a saber, el mito de Diomedes y la leyenda de la incursión en el Mar Negro, con la tradición de un viaje mima para deshacer el daño causado por Frixo. Cada ciudad necesitaba un representante argonauta para justificar sus derechos comerciales en el Mar Negro. Han sobrevivido, en consecuencia, varias listas de argonautas, todas irreconciliables, pero la mayoría basadas en la teoría de que utilizaron una nave de cincuenta remos, lo que no era, en verdad, imposible en la época micénica. Sin embargo, ni siquiera los escépticos más empedernidos parecen haber dudado de que la leyenda es en lo principal histórica, o de que el viaje se realizó antes de la guerra de Troya, en algún momento del siglo XIII a. de C. La sandalia única de Jasón demuestra que era un combatiente. Los guerreros etolios eran famosos por su costumbre de hacer la guerra con sólo el pie izquierdo calzado, recurso que también adoptaron durante la guerra del Peloponeso los de Platea para maniobrar mejor en el barro (Tucídides: iii.22). La causa de que el pie del lado del escudo, y no el del lado del arma, estuviese calzado puede haber sido que se adelantaba en la lucha cuerpo a cuerpo y podía utilizarse para golpear al adversario en la ingle. Por esto el izquierdo era el pie hostil y nunca se ponía en el umbral de la casa de un amigo; la tradición sobrevive en la Europa moderna, donde los soldados marchan invariablemente a la guerra adelantando el pie izquierdo. La disputa entre Hera y Pelias por no haberle hecho sacrificios indica la tensión que existía entre la dinastía aquea que rendía culto a Posidón en Iolkós y sus súbditos eolo-magnesios que rendían culto a la diosa. El uncimiento de un león y un jabalí al mismo carro es el tema de un mito tebano en el que el significado original ha sido igualmente oscurecido. El león y el jabalí eran los símbolos animales que se daban a la primera y la segunda mitades del Año Sagrado, respectivamente —se dan constantemente, en oposición, en los vasos etruscos— y el oráculo parece haber propuesto un arreglo pacífico de la rivalidad tradicional entre el rey sagrado y su heredero. Este arreglo consistía en que el reino se dividiera en dos mitades y que ambos reinaran concurrentemente, como Preto y Acrisio hicieron finalmente en Argos, en vez de mantenerlo entero y gobernarlo alternadamente, como hicieron Eteocles y Polinices en Tebas. Una vuelta alrededor del estadio en un carro era una prueba de realeza. Los cretenses y micénicos utilizaban sangre de toro, muy diluida en agua, como un elemento mágico para fertilizar las mieses y los árboles; sólo la sacerdotisa de la Madre Tierra podía beberla pura sin envenenarse La teoría religiosa básica parece haber sido que en el solsticio estival el rey sagrado, llevando una máscara de carnero negra, era descuartizado en la cumbre de una montaña y sus pedazos cocidos en una sopa que debían comer las sacerdotisas; su espíritu pasaría entonces a una de ellas, para nacer de nuevo como niño en la siguiente estación de los corderos. El hecho de que Frixo evitara ese destino había sido la causa original de la expedición de los argonautas. El carro tirado por serpientes de Medea —las serpientes son animales infernales— tenía alas porque ella era al mismo tiempo diosa de la tierra y diosa de la luna. Aquí aparece en tríada como Perséfone-Deméter-Hécate: las tres hijas de Pelias desmembrando a su padre. La teoría de que el rey Sol se casa con la reina Luna, la cual luego le invita graciosamente a subir en su carro, cambió al fortalecerse el sistema patriarcal; en la época clásica el carro tirado por serpientes era propiedad indiscutida de Helio, y en el mito posterior de Medea y Teseo se lo prestó a su nieta Medea sólo porque se hallaba en peligro de muerte.
Las primeras excavaciones en el lugar se llevaron a cabo por el arqueólogo Γ. Κονδάκης que excavó la tumba de tholos, conocida como “Λαμιόσπιτο” que fue publicada en 1886 por los arqueólogos Lolling y Wolters. Posteriórmente, en 1901, Βαλέριος Στάης excavó la tumba de tholos que está sobre la colina, y que es conocida como Τούμπα. En 1980 empezó B.Αδρύμη Σισμάνη la excavación del asentamiento micénico en la llanura al este de la colina, la cual continua hasta hoy en día. En los últimos tiempos se han llevado a cabo trabajos de acondicionamiento del sitio arqueológico para facilitar las visitas. En la esquina SO del patio central del asentamiento neolítico se conservan los cimientos de un mégaron micénico, para cuya construcción se utilizaron placas de piedra de tumbas de cista del Bronce Medio. En el mégaron no se ha producido ningún hallazgo. Aproximadamente 150 m al sur y al suroeste de la colina, en una extensión mayor de 10 ha, se conservan las ruinas más importantes del asentamiento micénico y del centro palacial de la región que es probable que se identifique con la antigua Iolkós. El asentamiento comprende viviendas rectangulares con forma de mégaron construidas con una misma orientación, a derecha e izquierda de una ancha calle con dirección N – S y anchura 4,5 m que se conserva en una longitud de 95 m. La calle estaba flanqueada por dos altas tapias que no permitían la entrada directa a las viviendas. Las viviendas tenían lugares de estancia y de almacenamiento. Casi todas tenían bañeras de terracota y en algunas se distinguen las huellas del sistema de saneamiento. En los límites del asentamiento, hacia el este, se conserva un horno cerámico y un taller. El asentamiento data de entre los siglos XV y XII a.C. y durante su larga vida experimentó cambios que se corresponden con dos fases de construcción (HR II B a HR III A y HR III B a HR III C). Entre la colina y el complejo de viviendas que están divididas por la calle se encontraba el palacio, que se levantó a principios del siglo XIII a.C. (HR III B 1) y está constituido por dos mégara, pequeños edificios y un patio interior al que conectan. Parece que se cimentó sobre otro mégaron más antiguo del siglo XIV a.C. y fue abandonado a principios del siglo XII a.C. (HR III C). Es el monumento micénico más importante de Tesalia. El acceso se realiza a través de un propileo. El primer mégaron se llama “Mégaron A” tiene orientación E – O y su entrada se encuentra en el lado este. Está constituido por dos alas unidas entre sí mediante un pasillo. En el ala norte se encuentran los principales lugares de estancia mientras que en el ala sur están los espacios auxiliares y los talleres. En uno de los talleres se encontró un σταθμίο de piedra con tres caracteres inscritos en Lineal B, mientras que en el pasillo se encontraron tres moldes de piedra y otras herramientas que tenían relación con la metalurgia. Los muros del Mégaron A se conservan en bastante buen estado y estaban revestidos, al igual que los suelos, de un mortero de cal. Hacia el norte y hacia el sur del edificio se desarrollan dos alas independientes de almacenamiento. El Mégaron A fue destruido y abandonado a finales del siglo XIII a.C. o principios del siglo XII a.C. En las grandes habitaciones del ala norte y en los talleres se realizaron reparaciones y parece que estos lugares volvieron a habitarse. Sin embargo, en la última fase de utilización del edificio se aprovecharon sólo las grandes habitaciones del ala norte. El segundo mégaron se llama “Mégaron B” y está compuesto también por dos alas unidas entre sí mediante un pasillo. Fue destruido en la misma época que el anterior a causa de un gran incendio y después de su destrucción ninguno de sus espacios volvió a ser utilizado. Sus muros estaban recubiertos de arcilla que se conserva estupendamente en varias zonas a causa del fuego, mientras que el suelo estaba construido por una gruesa capa de arcilla reforzada con cal y guijarros. En sus almacenes se encontró una gran cantidad de cerámica, cereales, uvas y aceitunas carbonizadas. En el vestíbulo se encontró un altar de arcilla sobreelevado. Las investigaciones en el palacio comenzaron en 1997 habiéndose realizado hasta hoy en día multitud de tareas de conservación. Al NO de la colina se puede ver una tumba de tholos, conocida como “Τούμπα” que data del HR III B 2 (segunda mitad del siglo XIII a.C.). Es bastante grande, bien construida con triángulo de descarga y urna funeraria construida en su interior, de la que falta la parte superior. El dromos tiene una longitud de 16,5 m y una anchura de 2,3 m. Los muros de acompañamiento tienen, en su conexión con el tholos, 4 m de altura y se han conservado en un estupendo estado. Al final del dromos se encuentra el muro de cierre de la tumba. La entrada a la tumba es una boca de 3,25 m de longitud, 3,15 m de altura y 1,60 m de anchura, con un dintel formado por tres piedras talladas de 0,45 m de anchura. Sobre el dintel se encuentra el triángulo de descarga. La parte superior de la tumba se ha derrumbado y la altura en que se ha conservado la cúpula es de 3,8 m. Su diámetro es de 8,3 m y fue construida mediante el sistema εκφορικό. En el lado norte del tholos hay una construcción ortogonal de 3,62 m de longitud, 1,40 m de anchura y conservado en una altura de 1,08 m. De acuerdo con las observaciones de Β. Στάη, la construcción se cubría con placas de piedra que se apoyaban en los muros laterales y en un viga de madera, que apoyaba en el punto medio de los lados más estrechos. Se trataba de una urna que se utilizó para la colocación del lecho mortuorio. Aunque la tumba fue saqueada, muchos importantes hallazgos, principalmente joyas de vidrio y de oro, escaparon a los saqueadores y hoy se exponen en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. A 300 m al oeste de la colina se conserva en muy buen estado una segunda tumba de tholos, conocida como “Λαμιόσπιτο”, que data del HR III A 2 (segunda mitad del siglo XIV a.C.). Aunque fue saqueada, se han encontrado valiosos hallazgos, como joyas de oro, cuentas y collares de vidrio, piezas de marfil y armas de bronce que hoy se exponen en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. El acceso a la tumba se realizaba a través del correspondiente dromos cuesta debajo de 13,3 m de longitud y 3,3 m de anchura. Los muros de sostenimiento del dromos tienen una anchura de 1 m y en su conexión con la entrada a la tumba alcanzan una altura de 5,7 m. El final del dromos, después de que se producía el enterramiento, se sellaba con un muro de 2 m de anchura. La entrada en la tumba se realizaba a través de la puerta de 3 m de altura, 2,2 m de longitud y 1,90 m de anchura que se estrecha hacia el interior y se cubre con cuatro grandes placas, que constituyen su dintel, sobre el cual estaba el triángulo de descarga. La cúpula con un diámetro de 8,5 m y una altura de 8,9 m se construyó con el sistema εκφορικό. La parte alta de la cúpula se cerraba con una gran placa circular. De acuerdo con P. Wolter y H. Lolling, inmediatamente a la derecha de la entrada, había un poyete de 0,55 m de altura y 0,50 m de anchura que recorría el muro del tholos y estaba construido con 5 filas de adobes. Este poyete no se conserva hoy en día ni siquiera existe un dibujo de él. Χ. Τσούντας consideraba que se utilizaba para la colocación del difunto y de las ofrendas. Debajo del poyete se encontró una doble fosa tallada en la roca, de 0,60 m de profundidad, en donde estaban enterrados 4 perros. En el monumento se realizaron labores de refuerzo y reconstrucción en los años 1914, 1968 y 1996.
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