“A alguna distancia de Maratón está Vraurón, donde dicen que desembarcó Ifigenia, la hija de Agamenón, cuando huía de los tauros llevando consigo la imagen de Ártemis…” (Pausanias. Descripción de Grecia. Libro I, 33,1)
Pasado el aeropuerto, en Markópoulo, cogemos la carretera que va a Porto Rafti. Un desvío a la izquierda nos lleva al yacimiento.
Vraurona, un amplio valle que se abre al golfo euboico por el sur, es regada por el río Erasino que desemboca en una cerrada bahía. La región estuvo habitada por primera vez a finales del periodo neolítico (3500 a.C.). Durante el Heládico Medio (2000 – 1600 a.C.) la comunidad alcanzo un alto nivel de desarrollo y se creó la acrópolis de Vraurón. El sitio debía su importancia a su puerto natural y a su posición estratégica en relación con las Cícladas y Asia Menor. Prosperó hasta finales de la época micénica (1200 a.C.) y después fue abandonado por razones desconocidas. De su renacimiento nos habla el culto que sabemos existía ya en el periodo geométrico (900 a.C.) por los materiales encontrados en la favissa (el lugar en que se colocaban los objetos votivos en el templo) de la esquina sudeste del edificio. En el periodo arcaico (700 a 508 a.C.) se construyó el antiguo templo de Artemisa. Un intenso programa de construcción se llevó a cabo desde mediados del siglo V a.C. hasta finales del siglo IV a.C. El santuario, además del templo, comprendía muchas construcciones. Alrededor del 300 a.C. el santuario fue abandonado por razones desconocidas.
Huyendo del país de los Tauros (la actual Crimea), Ifigenia, Orestes y Pílades traen al Ática la imagen sagrada de Ártemis Taurópola y la alojan en la ciudad fronteriza de Vraurón, en el templo de Artemis Taurópola donde debían aplacar a la diosa con sangre extraída de la garganta de un hombre. Apolo designó a Ifigenia sacerdotisa de ese templo, en el que estaba destinada a terminar su vida pacíficamente; recibiría, entre otras cosas, las ropas de las mujeres ricas que morían en el parto. El santuario de Vraurón fue uno de los más importantes santuarios consagrados a la diosa. En él, Ártemis recibía culto asimilada a la figura de Ifigenia, quien antes de heroína había sido, como su propio nombre indica, divinidad protectora de los alumbramientos. En las celebraciones rituales tomaban parte niños de cinco a diez años cuyos padres, agradecidos por el feliz nacimiento de sus hijos, los habían consagrado a la diosa durante un tiempo. Estos niños, que con sus danzas y sus sacrificios aplacaban a Ártemis cuando el comportamiento de los mayores provocaba su ira, recibían el nombre de “osos” u “oseznos” y el servicio que prestaban durante su estancia en el santuario era conocido como “arkteia”. Las muchachas, en la última fase antes del matrimonio, se convertían también en “osas”. En las festividades que cada cinco años se celebraban en honor de la diosa (las Grandes Vrauronias) había un gran desfile muy ruidoso que se ponía en movimiento desde el santuario de Artemisa Vrauronia situado en la Acrópolis de Atenas y que finalizaba aquí. Las jóvenes, antes de llegar a la pubertad, desnudas o vestidas con trajes de color azafrán danzaban imitando los movimientos de una osa, el animal consagrado a Ártemis y símbolo de su transitorio estado “salvaje”. En un pasaje estrecho entre las dos masas rocosas que se alzan al sur del santuario, sobreviven cimientos del pequeño recinto consagrado a Ifigenia y de su lugar de enterramiento.
A finales del siglo XIX empezó a excavarse el lugar, aunque a pequeña escala por el arqueólogo Ludwig Ross. Las primeras excavaciones importantes empezaron en el lugar en 1948 a cargo de I. Papadimitriou. El profesor Charalambos Bouras continuó con las excavaciones en el 1960 y reconstruyó la stoa del santuario (1961 – 1962). Estás excavaciones se interrumpieron a su muerte y no se han completado. El primer templo se construyó siguiendo, posiblemente, los deseos de Pisístrato (que era de este demos) en el siglo VI a.C., y el culto se trasladó, más tarde, a la Acrópolis de Atenas. Parece que en el santuario había también un gimnasio y una palestra según cuenta una antigua epigrafía del siglo III a.C., pero no se han encontrado todavía a causa de la interrupción de las excavaciones. Después de la destrucción del santuario por los persas, se erigió un templo (a) dístilo in antis en la primera mitad del siglo V a.C. con un aditon y una cella dividida en tres naves por dos filas de columnas. Estaba cimentado sobre una base escalonada en forma de Γ. Sus dimensiones eran 19,2 x 10,35 m. No es seguro si los frontones del templo estaban decorados con representaciones escultóricas. A mediados del siglo V a.C. se construyó una terraza que se utilizaba como plaza para el descanso de los fieles. Se duda también del lugar en donde estaba colocado el altar. Lógicamente, debería estar colocado al este del templo. Alrededor del altar se desarrollaban las danzas rituales de las mujeres jóvenes, como lo muestran las figuras de una crátera del siglo V a.C. Los relieves del friso representaban a Artemisa como la antigua señora ancestral de los animales, divinidad femenina de la naturaleza, de la fecundidad, de la vida y de la muerte. Se le ofrecían toros en sacrificio. La estatua de culto de la diosa se erguía en el interior de la naos. Se conservan trozos de cuatro estatuas que datan de los siglos V y IV a.C. Quizás una segunda estatua se levantaba en el opistódomos, mientras que el lugar que ocupaban las otras dos es desconocido. Las estatuas era un acrolitos: una era de tamaño natural, otra de tamaño inferior al natural y las otras dos de tamaño superior al natural. Sobre el antiguo templo de Pisístrato se levanta hoy la iglesia de San Jorge. En el santuario, además de Ártemis, una de las divinidades más antiguas del Panteón Olímpico, se adoraba a Diónisos, a Ifigenia, a Letó y a Apolo. La entrada al santuario estaba frente al camino desde Atenas que cruzaba el río Erasinos sobre un gran puente (b) hechos de bloques de poros (mediados del siglo V a.C.). Es el único puente que permanece de la Grecia clásica. Al este del templo se alza un sacellum con dos salas, una con vestigios de un horno, que pudo haberse utilizado para ofrendas votivas. A continuación del sacellum había un espacio hueco que se identifica normalmente con la mítica tumba de Ifigenia, conocida por las fuentes filológicas como κενήριον, es decir, cenotafio. Era el centro del culto a Ifigenia, sacerdotisa de Artemis, a quien se adoraba como heroina ctónica ya desde el siglo VIII a.C. Dentro de la cueva había diferentes espacios (A-F). Después del derrumbamiento de su techo, probablemente en el siglo V a.C., se construyó un pequeño templo (c) y un edificio tipo mégaron (h) conocidos respectivamente como “Heroon de Ifigenia” y “Casa Sagrada”. En el 420 a.C., el santuario se modificó radicalmente con la construcción de un gran pórtico dórico (d) en forma de Π, que cierra el santuario por el oeste. El pórtico quedó a medio hacer ya que no se construyó la columnata del lado oeste y no se terminó la del lado este. En las caras norte y oeste había una serie de estancias cuadradas, siete y cuatro respectivamente, con suelo de piedra de poros. Dentro de cada habitación había 11 κλιναι de madera y 7 mesas de mármol. Estas eran claramente las salas usada para los banquetes sagrados dedicados a las “osas” en los días de festejo de la diosa. En el extremo más al sur del ala occidental del pórtico había una pequeña habitación. El pórtico tiene en su cara norte 11 columnas dóricas en una longitud de 29,19 m. En las caras este y oeste del pórtico sólo se ha reconstruido una columna por cara. Las ofrendas de los fieles se colocaban en pedestales, muchos de los cuales se conservan hoy en día en la fachada de las habitaciones del norte y en el exterior del lado oeste del pórtico. Las ofrendas más características en el santuario durante la segunda parte del siglo IV a.C. y durante todo el siglo III a.C. eran las estatuillas de mármol de niños y niñas pequeñas que ofrecían sus padres para colocar a sus hijos bajo la protección de la diosa. Se llegaba al pórtico a través de una entrada monumental (e) hacia la mitad del lado oeste. Un estrecho pasadizo a través de las salas de la cara norte conectaba con una stoa (f), paralela a la cara norte del pórtico dórico a unos seis metros, que tenía 12 columnas, probablemente octogonales, y propileos monóstilos en los lados este y oeste. El propileo oeste conectaba con la vía que conducía a Atenas, mientras que el propileo este lo hacía con la vía que iba al santuario de Ártemis Taurópola en Alés y a las otras regiones costeras. A lo largo del eje de la stoa había una serie de 37 basas ortogonales para la colocación de los λευκωμάτων, es decir, tablas de madera en los cuales se grababan los nombres de “las ositas” encargadas de servir a la diosa. Según otra hipótesis, sobre las bases se levantaban entablados donde se colocaban, en honor a Ifigenia, los vestidos de las mujeres que habían muerto en el parto. La naturaleza del culto en esta sección queda clara por el descubrimiento de numerosos fragmentos de estatuillas que representaban a las artkoi (osas) que permanecían aquí como vírgenes vestales. Se conservan “in situ” algunos pedestales votivos.
El museo se encuentra saliendo del yacimiento y siguiendo la carretera, a un kilómetro aproximadamente, en un desvío que sale de ésta hacia la izquierda. Está recién inaugurado y consta de 5 salas. Las Salas 1, 2, 3 y 4 muestran los hallazgos hechos en el santuario, en particular. Entre ellos hay que reseñar: Pequeñas cráteras encontradas en los alrededores del templo (siglos VI a V a.C.) con imágenes de muchachas danzando en torno a un altar. Relieve votivo de mármol (420/410 a.C.) denominado “Relieve de los dioses.” Relieve votivo de mármol (420/410 a.C.) de Ártemis con una cabra y sus crías. Estatuilla acéfala de Ártemis de la segunda mitad del siglo IV a.C. Relieves votivos de Ártemis con el ciervo (350 a.C.) Relieve votivo del sacrificio de un toro ante Ártemis, Apolo y Letó. Estatuillas de artktoi (siglos IV y III a.C.) encontradas cerca de la stoa. El altar cilíndrico (400 a.C.), del que se han encontrado 28 fragmentos, y que recoge una representación de la acogida de Diónisos en el Santuario de Artemisa. La Sala 5 contiene objetos de otros yacimientos de la región.
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